Carta Editorial
Esta serie de entrevistas va dejando como fruto un mejor conocimiento del país que tenemos desde sus profundas desigualdades.
Durante este mes, en esta revista se ha cubierto una serie de formas, rostros y escenarios en los que se ejecutan procesos de aprendizaje que han sido modificados por la pandemia de covid-19, pero no han sido detenidos. Incluso en las circunstancias más complicadas, ha habido gente con energía y con voluntad para continuar al lado de los estudiantes.
Una de estas personas ha sido Kara García. Ella dirige el Proyecto Red, una institución desde donde se brinda apoyo a niños y adolescentes que viven en extrema pobreza y que han sido víctimas de violencia.
La educación en este país sigue siendo un acto digno de ser llamado revolución. Uno de los factores que más limita el desarrollo en esta área es la falta de recursos. Y reconocer esta realidad es, por lo menos, triste. Porque significa admitir que no hemos logrado que la educación integral, la que salva y hace crecer, sea un proceso inclusivo. Para desgracia de todos, sigue siendo algo para pocos.
En esta entrevista realizada por la periodista Doris Rosales, García destaca el trabajo comunitario de Proyecto Red como una estrategia que persigue brindar una atención integral a niños que han estado en situaciones de vulnerabilidad. Por esta razón, el equipo busca una relación más cercana con las familias en función de asegurar que tengan alimentación, asistencia psicológica, apoyo emocional, garantías de seguridad en la vivienda y herramientas para romper el círculo de la violencia.
Esta serie de entrevistas va dejando como fruto un mejor conocimiento del país que tenemos desde sus profundas desigualdades y desde cómo el abandono crónico en materia social reduce las posibilidades de que las familias alcancen a tener lo básico para mejorar sus condiciones de vida. Y esta serie da cuenta, también, de que la solución no es imposible, pasa por adaptar mecanismos y por un acercamiento desde la comprensión y la empatía.