“Por mucho que no entiendan quiénes somos, no vamos a cambiar; no vamos a desaparecer”

Josh Hernández fundó y dirige Espacios Seguros, una institución que se especializa en brindar acompañamiento emocional a las personas del colectivo LGBT+.

Fotografías de Carlos Cárdenas

Josh Hernández afirma que asistir al desfile del Orgullo, que se llevará a cabo mañana en la Plaza Las Américas (Salvador del Mundo), es un acontecimiento para el que es necesario prepararse. La organización no gubernamental que dirige, Espacios Seguros, ha estado brindando, durante todo este mes, charlas semanales dirigidas a las personas que asistirán por primera vez.

La información disponible en el país acerca de cómo se lleva a cabo un proceso de aceptación de diversidad sexual es demasiado escasa, señala. Y eso hace que el miedo gane terreno. “Hay gente que nunca ha ido a la marcha, porque no ha encontrado con quién, no ha hallado compañía; a esas personas les decimos que son bienvenidas al bloque de Espacios Seguros”, explica Hernández, quien se define como persona no binaria.

La marcha, en la que diferentes organizaciones y colectivos tendrá representación, ha sido convocada para las 12:30 de la tarde. Este año, el colectivo LGBT+ de El Salvador se reune en un marco que califica como “retroceso”, después de que las comisiones de la Asamblea Legislativa enviaran a archivo anteproyectos de ley significativos, como el de Identidad de Género.

Esta entrevista cierra el ciclo sobre género y política que consta de cinco entregas, una por cada letra y símbolo, en las que se ha amplificado la voz de este colectivo diverso.

¿Cómo son los procesos de autoaceptación en un país como el nuestro, con tanto silencio respecto a los temas de diversidad sexual?

En realidad, yo diría que no hay tanto silencio. Creces escuchando en tu escuela, en tu iglesia, en tu comunidad en tu familia, que esto es algo sucio, que esto es algo malo, que esto te lleva al infierno, que estás loco, que estás enfermo. Obviamente, el contexto crea obstáculos para que lo que tú estás sintiendo, eso que tú eres, sea asimilado. En el entorno, por lo general, no encuentras la etiqueta o el nombre para ponerle a lo que estás sintiendo, hace falta educar. Aceptarte implica deconstruir, primero, las bases o el conocimiento que desde siempre has adquirido. Es enfrentarte a todas esas cosas que te inculcaron la familia, la sociedad, la religión y los medios de comunicación. Es un proceso para abrirte a entender que no porque no esté normado en la sociedad en la que te criaste, es malo. No es que estés mal o roto. Es, simplemente, un proceso duro. Tanto así que, incluso cuando vas avanzando; a veces, hay cosas que te hacen querer retroceder. Eso pasa por el miedo al qué dirán, a lo que te puedan hacer en la calle, a que las oportunidades de trabajo o estudio se te puedan cerrar. Y todo por ser diferente.  

¿Qué implica definirse como no binario?

En la sociedad siempre ha existido el binarismo de género. Eres hombre o eres mujer. Pero las personas no binarias sentimos que en esas únicas dos opciones no encajamos, porque no nos sentimos bien. Y cuando no te sientes bien, tienes que crear tu nueva identidad y es válido. Somos los que no nos identificamos ni como hombre ni como mujer. ¿Como qué nos identificamos, entonces? Pues hay muchas opciones. Yo, en lo personal, no me identifico con ningún género, pero hay quienes se identifican con más. Hay diversidad de cómo una persona puede sentirse e identificarse. Hay personas que todavía no entienden que esto es posible, pero lo que sentimos y vivimos es real y es nuestro. Los demás también tienen que comprender que tienen que respetar. Al final, solo les estamos pidiendo que usen un nombre o un pronombre diferente. 

¿Cómo es la comunidad LGBT+ de El Salvador?

Hay que ser sinceros. Porque hay muchos que piensan que la de aquí es una población, pero no es una comunidad. Este ha sido de los mayores problemas que hemos tenido durante años. Por eso es que desde Espacios Seguros, junto con otros activistas y otras organizaciones, le estamos apostando a sentar las bases para crear esa comunidad. Es un proceso, porque somos seres individuales, cada quien ha vivido su proceso como ha podido, porque no hay estándares de nada. Entonces, cargamos con nuestras dolencias, nuestros propios problemas que tenemos que superar. En este punto, creo que tenemos que dejar de un lado las diferencias y unirnos para luchar. La comunidad LGBT+ de El Salvador es la que se está construyendo ahora.

¿Cuánto afecta el acoso todavía?

Es una pregunta muy difícil. Yo lo sigo viviendo. No hay ninguna persona LGBT+ que no cuente una experiencia de acoso. Desde algo sencillo, como que no puedas estar en un lugar tranquilo comiendo, sin que se te queden viendo por la ropa que utilizas o por llevar tus uñas pintadas. Al final, muchos hemos decidido que no podemos estar en un lugar público con la pareja, porque las personas nos ven, nos juzgan y nos pueden atacar. Ser LGBT+, aquí, es vivir con un miedo horrible a salir. Esto te impide ser. Ningún ser humano puede ser feliz y pleno sin expresarse de la manera que quiere. Quienes más sufren este acoso son las personas trans, siguen siendo las personas más afectadas. Esta sociedad nos trata como raros y nos reduce los espacios en donde podemos estar tranquilos a los bares y clubes nocturnos. No tenemos derecho a, por ejemplo, tomarnos un café, cuando las personas heterosexuales cisgénero pueden hacer lo que quieran, con la persona que quieran, en donde quieran. ¿Se imagina que a ellos les limitaran sus espacios?  Luchamos por tener eso también, porque nos dejen ser quienes somos, sin sentir que buscamos insultar.

¿Cómo es el trabajo de Espacios Seguros, la ONG que dirige?

Cada sábado tenemos una sesión para hablar de diferentes temas, porque nuestro objetivo es tomar estos temas y acercarlos a la comunidad. En junio, tuvimos a bien hacer una sesión virtual para hablar de las terapias de reconversión y de por qué estas terapias son dañinas para las personas de la comunidad. Lamentablemente, este tipo de acciones se da entre el miedo que vives tú y el que vive tu familia cuando se inicia el proceso de aceptación. Es ese choque de sentimientos tuyos con todo aquello que, desde afuera, te indica que estás mal, entre ello, a veces, está la familia que tampoco ha sido preparada para elaborar un proceso de este tipo. Hay mucha ignorancia y miedo.  Hay quienes buscan ayuda, pero no toda es buena. Hay profesionales de la salud y psicólogos e iglesias que ofrecen servicios para “arreglar”, algo. El problema es que no hay nada qué arreglar. Esto lo único que hace es dañar las personas. Todavía hay gente que ofrece, por ejemplo, exorcismos o actos violentos, incluso. Durante este tipo de sesiones que hacemos, la gente se siente en confianza de compartir sus experiencias. Hemos podido escuchar que algunos incluso han sufrido abusos sexuales por parte de personas que trataban de reorientarles a lo que, según ellos, es “correcto y normal”.  Como organización, creemos que en El Salvador no hay colectivos que impulsen estas medidas de manera oficial o institucional. Pero una terapia de reconversión no tiene que ser orquestada por una iglesia o por una secta. Puede ser un psicólogo mal informado, o un profesional de la salud sin conocimiento suficiente, quien puede poner en práctica acciones que generan más trauma. No se les puede decir a las personas que  se les va a ayudar a cambiar algo que no tiene por qué ser cambiado.

¿Cómo es transitar desde la vergüenza al orgullo?

Es un camino largo de conocimiento, de educación y de buscar información. Para lograrlo, no te puedes quedar con lo que te enseñaron. Tienes que escuchar las voces de los que ya pasaron por eso. La parte principal es luchar contra lo que te enseñaron toda tu vida que era correcto. Luchas contra todas las convenciones que no tienen nada que ver con lo que eres por dentro. Tienes que tratar de encontrarle sentido a todo eso. La vergüenza se va cuando llega el conocimiento y con él llegan la paz y el amor propio. Así es como vas creando amor por ti mismo. El amor produce orgullo. La satisfacción de cumplir con una vida coherente ahuyenta a la vergüenza.

¿Lee los comentarios que llenan las notas que se publican sobre la comunidad LGBT+?

A todas las personas que no están de acuerdo con nosotros, ya sea por su ideología política, por su fe o su religión, les digo que tienen todo el derecho de profesar, decir y compartir lo que quieran. Pero nosotros también lo tenemos. Y todos tenemos que entender que no es lo mismo compartir opinión, que lanzar odio y ataques violentos. Por más que no entiendan quiénes somos, no vamos a cambiar. No vamos a desaparecer. Porque no necesitamos de su validación o entendimiento para existir. A pesar del rechazo, vamos a seguir luchando, porque tenemos derecho a lo que sentimos, es válido, no lo escogemos. Y no podemos vivir tratando de ocultarlo o cambiarlo. Eso no trae beneficios para nadie.

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