Carta Editorial
Estos domingos de cierre de ciclo, pese a la nostalgia que lo empapa todo, son para celebrar todos los pasos que se han dado en función de heredar a este país un mejor periodismo.
Ahora es el turno de la imagen. Desde el inicio se buscó y se defendió que en estas páginas la fotografía ocupara un espacio digno. Y así ha sido.
Este espacio ganado ha funcionado como estímulo para buscar la profundidad y la diversidad también desde este recurso. Esta pequeña selección, de las muchas fotografías de calidad vistas acá, da cuenta de ese ánimo por mostrar humanidad por encima de todo.
Entendida como esto, una fotografía no se logra solo en el momento en que se aprieta el disparador. Antes, hay que trabajar en fortalecer el criterio y en aprender a tener paciencia. Es indispensable la empatía, el saber llegar a las personas en cualquier situación para captarlas de forma genuina.
Estos domingos de cierre de ciclo, pese a la nostalgia que lo empapa todo, son para celebrar todos los pasos que se han dado en función de heredar a este país un mejor periodismo. Nunca fue fácil avanzar, hay que decirlo. Por largos ratos pesó mucho la soledad; en otros, hubo que pelear contra los vicios propios de la profesión. Y nunca faltó crítica, de la que también se salieron grandes lecciones.
Hasta el 27 de diciembre que sea la última edición de esta revista, seguiremos escudriñando recuerdos. Que esta, la número 646, sirva de muy sentido agradecimiento a todas las personas que han trabajado para ponernos ante un espejo, para desnudar vulnerabilidades, para juntar reflejos de un espíritu colectivo. La memoria está hecha de imágenes y muy probablemente lo que algún lector lleve en la suya sea fruto de este trabajo fotográfico.
Desde acá vaya también un gracias a quienes han hecho llegar sus comentarios acerca de este cierre y de lo que ha significado la revista a lo largo de todos estos años. En estas palabras se dibujan más claras las metas de este equipo ha alcanzado.