Carta Editorial

La educación informática, la alfabetización digital, la aplicación de nuevas tecnologías en las clases son conceptos que implican inversión, una muy alta.

La que provoca el covid-19 debe ser, por hoy, una crisis eminentemente sanitaria. No hay duda. Más adelante, sin embargo, habrá que preocuparse, y mucho, por la crisis educativa que se gesta en estos días. El intempestivo cierre de las instituciones educativas, para evitar el contagio, precipitó el salto a lo virtual. En ese avance, los usuarios de los centros educativos públicos son los que más están sufriendo.

La educación informática, la alfabetización digital, la aplicación de nuevas tecnologías en las clases son conceptos que implican inversión, una muy alta si se toman en cuenta los parámetros a los que el sistema educativo salvadoreño está acostumbrado.

De la importancia de la educación en el desarrollo de un país se habla y se escribe a cada rato. Casi cualquiera que se lo propone puede elaborar un discurso creíble y bien argumentado al respecto. Y tendrá razón. El problema es que no todos los que saben referirse a la educación tienen el poder real de cambiarla. Y quienes sí podrían tomar medidas para mejorar la forma en la que se trabaja en los centros educativos no lo hacen con la eficiencia que demandan estos tiempos. El Salvador debería estar invirtiendo por lo menos el 6 % del PIB en educar a sus habitantes, pero no supera el 4 %. En el presupuesto vigente del Ministerio de Educación, por ejemplo, hubo un recorte de $29 millones del área de infraestructura.

Hay alumnos de centros escolares públicos que, en esta pandemia, han pasado de no tocar una computadora a tener que rebuscarse por comprar paquetes de internet para intentar evacuar las dudas que les dejan las clases a distancia. La ejecución atropellada se ilustra en una alumna que, a estas alturas pregunta, con genuina pena, si habrá repaso de los contenidos que están viendo ahora cuando regresen las clases presenciales.

Mucho se ha documentado sobre la importancia de la educación en la mejora efectiva de la calidad de vida de las personas. Y es fácil llegar a la conclusión de que a mejor preparación de los individuos, se les abrirán más oportunidades. Pero el camino hacia la educación no siempre es una autopista, a veces ni siquiera llega a vereda transitable. Hay no pocas personas que a lo que se enfrentan es a tener que abrir brecha en medio de una selva de obstáculos. El covid-19 vino a desnudar esto también.

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