Carta Editorial
Los niños acá han podido encontrar comida, un plato caliente que pasa a ser un factor importante, no se aprende cuando se tiene hambre.
Hay gente que durante la cuarentena por covid-19 no paró. No pudo. Su labor en la formación y protección de otros es, simplemente, indispensable. Quienes dan vida al Programa Ángeles Descalzos, en el municipio de Santa Ana, ejecutan acciones de este tipo.
Ellos llevan años construyendo un espacio seguro en un contexto en el que esto resulta muy difícil. Entre el comercio informal y los riesgos sociales que rodean a un mercado, está este lugar en donde hay libros, instrumentos musicales y espacio para el deporte. Y hay, sobre todo, calidez.
Esto no es un centro escolar. Pero significaba para los niños de la zona un impulso para continuar en el sistema escolar. En esta casa hogar no solo hay gente capacitada para ayudar a solventar las deficiencias en el aprendizaje que, cuando se trabaja desde temprana edad, pueden ser muchas; los niños acá han podido encontrar comida, un plato caliente que pasa a ser un factor importante, no se aprende cuando se tiene hambre.
Por ahora, la casa hogar sigue cerrada. La reapertura económica ha permitido que los adultos puedan abrir sus negocios. Los puestos del mercado han vuelto a recibir gente, los ambulantes recorren las calles. Y, con ellos, van los niños.
En esta entrevista, Lucy Luna, directora ejecutiva de la Asociación Salvadoreña Pro Salud Rural, bajo la cual funciona Ángeles Descalzos, explica cómo, a pesar de todo, han intentado seguir ofreciendo los servicios a la niñez.
Los adultos han vuelto al trabajo, pero los niños no cuentan aún con el espacio físico de desarrollo que eran los centros escolares. No se trata solo de llenar guías educativas. Se trata de ofrecer a la niñez áreas para la socialización y para, cuando sea necesario, la denuncia.
Luna destaca el esfuerzo del personal por no dejar en pausa ese compromiso de ser un apoyo emocional para los niños y las niñas del programa. Esta es la primera entrevista, de varias, en las que se conocerá la labor de estos trabajadores indispensables que, en lo peor de la crisis, cuando el miedo era la norma, encontraron la manera de seguir siendo luz.