Escribiviendo

Tocar el cielo

Sí, hemos caminado; pero debemos llegar, tocar el cielo con las manos limpias.

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Escritor

Los recuerdos siempre son gratos. Los olvidamos, pero podemos hacerlos presentes si ocurre una casualidad. Me pasa con algunos de mis escritos. Llegué a la casa de Norman Douglas, en Panamá (de los mejores actores y directores de teatro salido de nuestra tierra, ya en el infinito), y me dio a leer un tríptico sobre una obra de teatro que presentó en El Salvador. Terminado de leer me preguntó que qué me parecía: «Excelente, por original y desenfadado», respondí. «¿Sabés quién lo escribió?» Me preguntó. Respondí «no sé». «Es salvadoreño», me lo dijo con sus ojotes de sorpresa, esa esa característica de su personalidad: «Vos me lo escribiste». Terminó regalándome el tríptico. Pero como ha ocurrido con miles de papeles míos, desapareció.

Igual me sucedió con Italo López Vallecillos, en su oficina de EDUCA, Costa Rica. Me mostró unos poemas de amor. «¿Sabés de quién son?», preguntó. Le respondí «no me imagino». Es de un salvadoreño, repuso. Me llamó la atención no saberlo pues en esa época era bastante experto en estilos de cada poeta. Le dije: «El único que podría escribir un poemario de tal calidad es Roque Dalton, pero no es de su onda». Exacto, era el poemario «El amor me cae más mal que la primavera».

Otra vez, no fue por adivinación. Sucedió que, tras doce años de haberla publicado, leí «Cuzcatlán, donde bate la Mar del Sur». Mientras lo leía, me pregunté: ¿cómo puedo saber tanto de la cultura campesina pobre en la que, como los soldados, los combatientes son pobres?. Ocurre que el escritor se distancia de su obra escrita.

Lo último, por lo que escribo este trabajo, fue cuando una colega me envió por Whatsapp una foto de un artículo de una revista firmado por mi persona. Es una propuesta sobre cultura salvadoreña, le digo que no estoy seguro de ser el autor. Demasiado serio para mi estilo. El trabajo se titula «Hacia una necesaria cultura, iniciativas de intercambio cultural».

La colega me insistió en que ahí estaba mi nombre. «Necesito ver la revista para verificar si yo lo escribí», le dije. Me respondió que podía prestarme la revista por unas horas, solo para confirmar mi autoría. Nos damos cita en un café del Centro Histórico. No me aguantaba para verificar el trabajo como propio, era interesante lo escrito encabezado con mi nombre.

Por extenso cito solo algunas frases que pueden interesar a los trabajadores de la cultura.

«Es necesario presentar una propuesta con independencia de partidos políticos, procurando un acercamiento entre nuestros pueblos con un espíritu constructivo». Porque: «La cultura se ha relegado, por lo que tenemos tantos vacíos de desarrollo». Sí, se reconoce como elemento de desarrollo en Objetivos del Milenio, tal como lo estipulan las Naciones Unidas.

Continúo: «Es necesario un esfuerzo para la educación y la democracia, si queremos contar con políticas que llenen los vacíos del tiempo perdido».

¿Yo diciendo eso? Como si no supiera que lo utópico es caminar a un horizonte que entre más se camina más se aleja (Fernando Birri y Eduardo Galeano dixit). «Buscar un sano equilibrio al promover valores y presentarlos en un plan de intercambio». Me refiero con las comunidades y a Centroamérica. «Procurar un desarme emocional que evite la deshumanización dogmática, combatir la miseria y la violación de derechos sociales». Con miras a que «a mediano plazo, reorientar a El Salvador con características más definitorias como Nación». Agrego la necesidad de los intercambios entre todos los países bajo condiciones de igualdad y respeto.

Luego de esa introducción continúan ocho «propuestas Generales». Hago aquí breves referencias: «1.Estimular valores culturales con contenido de identidad nacional; 2. Intercambiar experiencias culturales y científicas que nos lleven a la interacción de conocimientos; 3. Propiciar consensos pluralistas hacia una educación con valores humanos, democracia, paz social; 4. Estimular la creatividad artística en comunidades urbanas y rurales que incidan en integralidad humana; 5. Facilitar conocimientos de variadas expresiones de cultura, incluyendo científicas; 6. Organizar seminarios con especialista del mundo: cultura, ciencia, arte con libertad de creación y expresión, imprescindibles para el desarrollo de las fuerzas productivas; 7. Crear infraestructuras propias para el desarrollo de las ciencias y las artes, y ofrecer becas para proyectos de obra concreta; 8. Solicitar cooperación a entidades homólogas, nacionales, internacionales, y empresa privada».

Sigo el consejo del cineasta Fernando Birri y Eduardo Galeano (Dios en gloria los tenga), sobre esas mis propuestas utópicas, por lo tanto acepto lo que para ellos es la utopía: caminar hacia el horizonte, sin importar que entre más caminemos más se nos aleja.

Todas estas propuestas las amplié en la ciudad La Plata, Argentina. En la iniciativa cultural «Cofralandes» («la tierra donde todo pasa», Violeta Parra).

Resumo: «1. Repartir entre autores un mayor porcentaje de derechos de autor; 2. Liberar de impuestos libros, sus insumos y regalías; 3. Premiar con becas a jóvenes escritores y artistas; 4. Ofrecer talleres y préstamos para escribir; 5. Crear leyes que incluyan los méritos del arte y el artista; 6. Promover traducciones y derechos por obras en Internet.

Lo más culminante que decidimos los escritores reunidos en Argentina, fue el crear un Instituto «Rubén Darío», (homenaje al renovador del idioma castellano), tan necesario dada la gran emigración latinoamericana, que les permitiría acceso fácil a obras de Iberoamérica y el mundo.

Estas revelaciones (incluyendo los encontrados al revisar mis viejos archivos) llegan a tiempo ahora que se habla de una nueva Constitución, para solicitar se incluya presupuesto en educación con 6% del PIB; y estímulos a la cultura en general y a las ciencias.

¿Por qué repito lo de una utopía que es caminar al horizonte? En primer lugar, porque la primera propuesta: «Cultura e Iniciativas para intercambio cultural», fue publicada hace 26 años (Enero-Marzo de 1994, Revista AMATE, Sociedad de Escritores Salvadoreños. Y respecto a «Cofralandes», tuvo lugar con escritores de América Latina, septiembre 16 de 2012.

Sí, hemos caminado; pero debemos llegar, tocar el cielo con las manos limpias. Deponer privilegios para ofrecer el bienestar en función social, cultural y científico.

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