Escribiviendo

Pandemia y cultura ciudadana

La diferencia es que la ciencia actual puede descubrir y combatir los orígenes de toda peste, que en el pasado europeo originó millones de muertos.

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Escritor

En agosto de 1970, se publicó mi primera novela «El Valle de las Hamacas». Recibí tres reseñas de diarios de Buenos Aires, una de ellos elogiosa de Camilo José Cela, muchos años después Premio Nobel, escritor español, exiliado en Argentina. Las otras dos reseñas no estuvieron de acuerdo. Entre estas, me llamó la atención la que decía: «Se nota que el escritor no tiene nada que decir». Y resulta que para cualquier país centroamericano, era decir bastante. Y, además, necesitamos decir mucho. Igual, cincuenta años después.

Todo escritor de América Latina tiene mucha responsabilidad social, el problema es cómo abordarla, qué decir y qué grado de cultura lectora hay en el entorno para dirigirse a él. En esa época éramos un país inadvertido en el Sur de nuestro continente, excepto por una publicación de la época: «La Pájara Pinta», revista literaria. Cuando muchos no sabían de la existencia de El Salvador. Ni aun los escritores.

Y esto no es parcialismo político: nos decían los poetas de «la pájara pinta», lo único que conocían del país. Dos décadas después, cuando iba rumbo a la Universidad de Stanford, me encontré con el presidente de la Unión de Escritores de Chile, y me decía de ignorar la existencia de nuestro país excepto porque a veces desde México le publicaban a Roque Dalton y entre paréntesis escribían «salvadoreño». Son verdades increíbles: ellos comenzaron a saber del país por el drama de la guerra civil.

Esta introducción me la impulsó escribir la realidad del virus global. Muchos en el primer mundo no lo creyeron, hasta que llegó la muerte. Pese a que el Viejo Continente sufrió mortandades por pandemias y pestes desde hace siglos, cuando se desconocían las causas por lo cual se atribuía a castigo de Dios. Así la Peste Negra causó en aquellos continentes la muerte de 200 millones (años 1347-1341). Se calcula que causó la muerte de la mitad de la población mundial. Más reciente, en el siglo pasado, la Gripe Española (1918-1919), causó 40 millones de muertos en dos años. Y el VIH/SIDA, desde 1981, lleva un aproximado de 30 millones de fallecidos.

En Centroamérica, la más conocida es la epidemia del cólera morbus, en 1856, comenzó con la guerra contra los filibusteros que en esos momentos se oponía luchando la fracción conservadora de Nicaragua y sobre todo los milicianos de Costa Rica, bajo la jefatura del presidente Juan Rafael Mora.

En las primeras batallas que se dieron entre costarricenses y los filibusteros, la más trágica y heroica fue en la ciudad de Rivas, Nicaragua, (1856). El jefe filibustero William Walker había invadido Costa Rica, fueron derrotados y perseguidos hasta Rivas, territorio nicaragüense en la costa del Pacífico. Y los mercenarios invasores fueron derrotados de nuevo.

Pero los costarricenses no pudieron culminar la derrota con la eliminación de Walker que dirigía el combate, y fue porque la peste del cólera comenzó a fulminar a los costarricenses que peleaban al mando de los generales José Joaquín Mora y José María Cañas (salvadoreño).

En esa batalla sobresalió el soldado Juan Santamaría, reconocido héroe de Costa Rica. Posteriormente los cuatro, incluyendo al que fuera tres veces presidente, Juanito Mora, han sido declarados en las últimas décadas héroes de la Guerra Patria Centroamericana. Aunque en esa primera batalla de Rivas aun no participaban los ejércitos de la región.

Me he extendido en ese punto porque, después de esa batalla, el ejército costarricense, al rescatar los soldados heridos y enfermos por la peste, contagió a todo el país. Así un acto de humanidad y heroico, dicho rescate», llevó la epidemia a casi toda Costa Rica causando la mortandad de la décima parte de su población. Una vez ampliada la guerra a toda Centroamérica, la epidemia causó cientos de víctimas, incluyendo el general Mariano Paredes, expresidente de Guatemala, jefe del ejército que combatía en Nicaragua.

Esa epidemia las ignoramos en El Salvador, igual otros países hermanos, a excepción de Costa Rica. Hasta hace poco ni siquiera hay placas o monumentos conmemorativos, de una épica que incluyo grandes pérdidas por la guerra y el cólera. Es el drama centroamericano del silencio, del olvido, de la ingratitud histórica.

Fueron sucesos de mediados del siglo XIX. Podemos imaginarnos el terror que se producía entre los combatientes por falta de conocimiento de las causas letales, de la que solo se conocían los efectos: una muerte dolorosa, horrible, en el mundo, era el cólera morbus.

Y en el entorno de la cuarta revolución industrial, es un pecado desconocer la trascendencia de una pandemia que por mutación tiene su origen en los años 80 del siglo pasado. Precisamente por desconocer los efectos, o cura de esa mutación, el prevenir juega un papel fundamental que evitará una mortandad incontenible, si recordamos las pestes de la Edad Media. Claro, eso implica un costo hasta ahora incalculable que afectará la economía mundial.

Y si bien es cierto que el tabaco origina 8 millones de muertes al año, es un mal conocido y depende de la voluntad de cada quien; pero el virus que nos tiene en cuarentena familiar por ser exponencial, es decir de efecto multiplicador, puede producir en pocos meses un exterminio impredecible, podemos mencionar las casi ochocientos muertos en 24 horas, en Italia, y por dos días más no bajaron de 500 fallecidos. O los más de quinientos en España, cuando escribo estas líneas.

La diferencia es que la ciencia actual puede descubrir y combatir los orígenes de toda peste, que en el pasado europeo originó millones de muertos. Para mientras se descubre la vacuna, la prevención es quedarse en casa y otras indicaciones promovidas.

No es pesimismo, ni aventura hacia lo desconocido, conocemos sus efectos. Como se dice en estos días en Italia, «calma, en la Segunda Guerra Mundial nos llamaron para partir hacia la muerte en la guerra, ahora solo previenen quedarnos en casa».

Así es, la esperanza para cualquier edad es prevenir, la vida es hoy con la responsabilidad de mañana.

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