Gabinete Caligari

El libro a cuidados intensivos

Es difícil anticipar si las medidas que se tomarán alrededor del mundo serán útiles o suficientes para evitar la quiebra de la industria del libro.

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A medida que continúa el distanciamiento social debido a la emergencia del coronavirus, crece la incertidumbre sobre la reactivación de las actividades económicas. Para múltiples empresas de diferentes tamaños y rubros, el golpe financiero es ya un hecho del cual, se teme, costará años recuperarse. No es exagerado advertir que la industria del libro será uno de los sectores más afectados.

A pesar de la existencia del libro electrónico y de su posibilidad de compra más inmediata, muchas librerías y editoriales manifiestan apuros. Desde el cierre por bancarrota de los emprendimientos más pequeños hasta la suspensión de lanzamientos y actividades significativas (como ferias del libro o los tradicionales festejos del recién pasado Día del Libro), el sector mira con suma preocupación su futuro.

En España, la Federación de Cámaras del Libro (FEDECALI) calcula que el impacto del covid-19 tendrá en el sector del libro estará por encima de los 1.000 millones de euros. Importantes ferias latinoamericanas del libro, como la de Bogotá y Buenos Aires, han sido suspendidas. En Centroamérica, la Feria Internacional del Libro de Guatemala (FILGUA), que suele celebrarse en julio, se reprogramó para realizarse del 22 de octubre al 1 de noviembre. Con ella, también se reprogramó el festival literario Centroamérica Cuenta, evento que se ha convertido en itinerante por la región debido a la situación política de Nicaragua, país donde se originó dicha iniciativa.

En México, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), advirtió sobre el peligro inminente para la sobrevivencia económica de un sistema de librerías y editoriales bastante amplio. 95 % de las editoriales privadas de aquel país son micro o pequeñas empresas que, al igual que las librerías, deben seguir pagando gastos fijos, como alquileres, sueldos y servicios. La estadística semanal de Bookscan Nielsen, sobre la industria del libro mexicana, muestra un desplome de 80 % en las ventas respecto al mismo periodo del año pasado.

La búsqueda de soluciones para este sector es compleja, debido a que involucra a numerosos actores con funciones especializadas. Escritores, editores, impresores, distribuidores, libreros, traductores, correctores, diagramadores, diseñadores y agentes literarios son parte de una vasta cadena de producción que se verá afectada. Detrás de cada uno de ellos, hay familias que se han quedado sin una forma de subsistencia.

En algunos países, como España, se ensaya un tipo de compra adelantada, que permita a las librerías paliar parte de sus obligaciones. Se hace la compra durante la cuarentena y el libro se retirará cuando el establecimiento vuelva a abrir al público. En Colombia, la Cámara Colombiana del Libro (CCL) lanzó la campaña «Adopta una librería», con el fin de recaudar el dinero suficiente para pagar la nómina de 47 librerías en distintas partes de aquel país, durante dos meses.

Por otro lado, numerosas editoriales y librerías envían un mensaje insistente, a través de sus redes, para que los lectores compren sus libros directamente a las editoriales y las librerías, evitando la piratería. Varias librerías del mundo, entre las cuales se cuenta la Librería de la UCA en El Salvador, implementaron la entrega de libros a domicilio.

También se gestionan soluciones más profundas. Asociaciones y cámaras del libro de varios países abogan por una reducción en los impuestos al libro y que las compras estatales de títulos destinados a bibliotecas públicas, se hagan a librerías o editoriales, de forma directa. La Cámara Peruana del Libro (CPL) pide, por ejemplo, la ampliación de los estímulos estatales de cultura para que se entreguen recursos no reembolsables a proyectos orientados a cada uno de los componentes de la cadena del libro.

En El Salvador, es difícil valorar el impacto que el covid-19 tendrá en el sector librero. Al momento de cerrar esta nota, la Cámara Salvadoreña del Libro no ha emitido ningún tipo de declaración sobre esta problemática, por lo que se desconoce el nivel de pérdidas económicas locales de un rubro que, de por sí, trabaja con incontables limitaciones.

Preocupante es, por demás, el futuro del puñado de editoriales independientes nacionales, algunas de las cuales, como la recién fundada Falena o Los sin pisto, se quedaron con nuevos lanzamientos en la mano. Estas iniciativas, surgidas como una forma de compensar la escasa labor editorial y librera en el país, han venido trabajando de forma modesta en los últimos años, prácticamente sin ganancias económicas y bregando a contracorriente de los hábitos lectores salvadoreños, cuyas preferencias se inclinan hacia la compra de publicaciones de autores extranjeros y al pirateo de libros.

El Ministerio de Cultura se ha limitado a replicar y apoyar la entrega de ayudas económicas o asistenciales para algunos pocos miembros de la comunidad artística, pero hasta el momento no ha anunciado ningún tipo de plan, gestiones o medidas que vayan a implementarse para el rescate de los diferentes sectores culturales, incluidos el sector editorial y librero. Quizás no deba extrañarnos, ya que siempre que se habla de artistas o del gremio cultural, el ámbito literario no suele tomarse en cuenta, siendo este un sector que ha caído en un innegable descuido por parte de la administración estatal de la cultura.

Es evidente que hace falta alguna forma de asociación gremial que sea representativa del medio librero y literario nacional, que pueda gestionar de manera ágil, moderna, dinámica y oportuna, los recursos necesarios para enfrentar emergencias como la que estamos pasando, pero también para obtener facilidades que permitan una mejor producción y distribución del libro nacional.

Es difícil anticipar si las medidas que se tomarán alrededor del mundo serán útiles o suficientes para evitar la quiebra de la industria del libro. Quizás solo las grandes cadenas de librerías y los grupos editoriales que facturan millones de dólares anuales saldrán a flote.

Lo que está claro es que la inevitable depresión económica provocada por la pandemia, cobrará también otro tipo de víctimas dentro del mundo cultural. El libro, junto con toda su cadena de producción, deberá ser sometido a cuidados intensivos.

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