Carta Editorial

Hay niñas que han conocido más la cárcel que la escuela y eso nos describe bien como una sociedad injusta y desigual.

Cerramos el año con énfasis en una prioridad: las niñas. De la educación de ellas depende el desarrollo de una región. Durante el año elaboramos varios reportajes que buscaron poner sobre la mesa las circunstancias en las que sobreviven en un país que insiste en desarmar su integridad. La que presentamos en esta, la última edición del año, es una reedición de esos reportajes que describen con sensibilidad y atención al detalle cómo es ser niña aquí.

Primero, falta educación. Al no tener acceso a conocimientos básicos las niñas se convierten en presas del abuso. Se les cierran en la cara las oportunidades de mejorar su calidad de vida. El círculo vicioso se completa cuando aparece el embarazo precoz. Se ven, entonces, ante la necesidad de cuidar la vida de otro ser humano cuando no se les han dado las herramientas para cuidar la de ellas mismas.

Si como país fracasamos en darles educación, la respuesta que hallamos cuando delinquen es criminalizarlas sin preguntar por qué o cómo llegaron a colocarse en una situación así. Hay niñas que han conocido más la cárcel que la escuela y eso nos describe bien como una sociedad injusta y desigual. El segundo reportaje nos lleva a ese momento revelador en el que se les coloca en las manos un instrumento musical. El resultado es una canción que suena a esperanza.

Y el tercero es un grito. Es el ya basta que traemos atorado en la garganta desde hace rato y que va saliendo hoy, cuando hemos logrado construir el entorno básico para hacerlo. Acciones como la marcha de las ausentes no van a detener de facto los feminicidios, eso es imposible. Pero va a seguir colocando ladrillos para tener una sociedad más equitativa. Llenar las calles va a seguir salvado vivas, porque sirve para decirles a quienes están encerradas que no están solas, que cada vez son más las personas que se han educado para no culpar a la víctima y, lejos de eso, escucharla y acompañarla. A los sistemas que favorecen la impunidad se les cambia así, una niña a la vez.

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Séptimo Sentido

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