Carta Editorial

Por estos lados, el gran problema de la literatura es que sigue buscando cómo sobrevivir.

«Me ha enseñado cuán líquida es la frontera entre la literatura y todo lo demás», confiesa Rodrigo Fuentes acerca de su primer y único libro: «Trucha panza arriba».

Fuentes es guatemalteco, pero vivió en Costa Rica, Chile y México hasta que en 1996, volvió a Guatemala, una que ya había firmado los Acuerdos de Paz.

En esta edición hemos elegido el cuento «De repente, Perla» como una muestra del talento que Fuentes expone en este libro del que, hace un mes, la casa Los Sin Pisto lanzó una nueva edición.

El libro de Fuentes también ha sido publicado en Guatemala, Bolivia y Colombia. Tiene una traducción al francés y se ha anunciado ya una traducción al inglés.

El de Fuentes por la literatura es un camino que recién comienza. Pero en esta ruta ya ha cosechado galardones. Ganó el Premio centroamericano de cuento «Centroamérica cuenta» para narradores menores de 35 años. Y fue finalista en el Premio hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez, en 2018. Este es uno de los más prestigiosos de la región.

Y así, podríamos seguir leyendo mucho de los logros que cualquier jurado capacitado y especializado le puede otorgar a un joven con la pluma de Fuentes. El problema de estos países está más en el público. ¿Dónde está?

Por estos lados, el gran problema de la literatura es que sigue buscando cómo sobrevivir. No es que no haya gente que escriba. Es que a la gente que escribe debe comer, pagar casa, servicios, se enferma, envejece. Tiene necesidades más allá de talento y disciplina. A este punto, estamos de acuerdo en impulsar la literatura, pero no hemos terminado de aterrizar en que ese impulso requiere de contar con un público que aprecie y consuma. A este público hay que formarlo.

Hoy es día de elecciones. Para llegar acá se ha discutido hasta la saciedad la crisis política. Una discusión intensa pero, al fin de cuentas, vacía. Los problemas estructurales no se han abordado. Y van a seguir ahí gane quien gane. Es como decir que apoyamos la literatura, pero no apoyamos ni comprendemos que quien la hace es un ser humano con derechos. Vacío.

Este cuento de Rodrigo Fuentes es genial, tal cual. Y se puede ver como una metáfora muy cuidada de nuestras sociedades y sus injusticias silenciadas.

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