El largo viaje de Flor para conseguir salud

11 centros de salud a cargo de Equipos Comunitarios de Salud Familiar (ECOSF) cerraron. Fue a finales de 2019 y se debió a la falta de personal y problemas de seguridad, según una contraloría del Foro Nacional de Salud. La función de estos entes era brindar asistencia médica a comunidades con difícil acceso y escasos recursos. Los cierres han afectado a unas 4,000 personas en zonas de alto riesgo y a unos 14 caseríos catalogados con una tasa de extrema pobreza.

Fotografías de Javier Aparicio
Fotografía de Javier Aparicio

Desde que el centro de salud a cargo de un Equipo Comunitario de Salud Familiar (ECOSF) dejó de funcionar en el caserío de Los Rosales, Flor debe caminar por más de una hora para poder llegar hasta la clínica más cercana en el municipio de Cuisnahuat, departamento de Sonsonate.

Flor tiene cuatro meses de embarazo y corre el riesgo de perder a su hijo. Los médicos le han prohibido caminar, «agitarse» o hacer cualquier tipo de actividad que ocupe mucho esfuerzo. Su cuadro es de alto riesgo. Pero sin clínicas de salud cerca, ella debe hacer todo lo contrario para cumplir con sus controles prenatales.

En el caserío Los Rosales, el centro de salud comunitario cerró desde noviembre. Este cierre no es el único, según una contraloría del Foro Nacional de Salud, una organización creada -con la reforma de salud de 2010- para auditar la atención y los servicios de salud del sistema público. Otros 10 ECOSF han dejado de brindar consultas médicas en comunidades de San Salvador y Santa Ana.

Esta misma contraloría de finales de 2019 señaló que el Ministerio de Salud justificó los cierres señalando la falta de personal, instalaciones inadecuadas y problemas de seguridad.

Los Equipos Comunitarios de Salud Familiar (ECOSF) fueron creados, luego de la reforma de salud en 2010, para garantizar el acceso a los servicios de salud en zonas donde la atención no llegaba. Comunidades lejanas donde a sus habitantes les era difícil movilizarse hasta los hospitales debido a la falta de recursos y la extrema pobreza.

Los 578 ECOSF que funcionan a nivel nacional tienen por sede las Unidades Comunitarias de Salud de Familiar (UCSF). UCSF que, de acuerdo con los lineamientos de técnicos de los Ecos Familiares, deben ubicarse en el lugar de mayor accesibilidad, puntos geográficamente cercanos para las familias que no tienen acceso a los servicios médicos por la lejanía de sus comunidades en zonas rurales o urbanas.

Este modelo de salud familiar, en el primer nivel de atención, también fue ideado para tratar el 80% de las enfermedades que enfrentan los salvadoreños, entre ellas, el dengue, zika, chikungunya y padecimientos como la hipertensión, diabetes y problemas respiratorios.

El ECOSF de Agua Chuca, en Los Rosales, se ha esfumado. El modelo que se implementó desde hace unos ochos años en la comunidad no funciona más. Y, sin explicaciones de las autoridades de salud, el centro de salud cerró.

En Los Rosales, donde el transporte apenas llega y la solución para poder andar es caminar entre calles sin pavimentar, de perderse entre los polvos de tierra, de subir y bajar angostas veredas, de madrugar y salir entre las 4:30 o 5:00 am para llegar un poco antes de la siete y coger cupo para la consulta médica, no hay quien se ocupe de atender a los enfermos.

La falta de asistencia médica ha afectado a unas 400 familias y a otros seis caseríos. «son más de 1,000 personas», asegura Orlando Hernández, presidente de la Asociación Comunitaria del caserío Los Rosales.

Los ECOS Familiares responden a un modelo de atención ideado por el gobierno del FMLN hace 10 años para extender los servicios y priorizar el acceso a la salud en comunidades con una tasa de extrema pobreza. Son equipos comunitarios que, por cada centro de salud, asisten a 3,000 personas en el área rural y cubren, en promedio, a otras 7,000 en la zona urbana.

Acá, en el caserío de Los Rosales, el ECOSF era un privilegio, uno que les ayudaba a tratar su salud y no caminar por horas. Ahora, las opciones son pocas, para conseguir salud toca pagar o ir a pie.

La falta de asistencia médica ha afectado a unas 400 familias y a otros seis caseríos. “son más de 1,000 personas”, asegura Orlando Hernández, presidente de la Asociación Comunitaria del caserío Los Rosales.

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En Los Rosales, Flor sigue preocupada: «Los doctores dicen que puedo perder el bebé. Puedo tener un aborto y no habrá forma de que el bebé sobreviva».

Por hoy, no hay quien se ocupe de los pacientes, ni del mantenimiento del lugar. A Flor tampoco le llegan las razones que justifiquen el cierre del centro de salud.

El Ministerio de Salud, por el momento, no ha hecho una declaración oficial del por qué algunas sedes, a cargo de los equipos comunitarios, han cerrado. Hasta el cierre de este reportaje, el equipo de comunicaciones del MINSAL, no respondió a las múltiples solicitudes de entrevista.

Para este 2020, el presupuesto de salud registró un recorte de $33 millones. Esto solo en el rubro del primer nivel de atención. Nivel en el que se inyectan los fondos para el funcionamiento de las Unidades Comunitarias de Salud Familiar y los ECOSF.

El recorte de los fondos en el primer nivel, no coincide con la estrategia de salud del nuevo gobierno. De acuerdo con el plan Cuscatlán, los equipos de salud comunitarios contarán con nuevas instalaciones, recursos humanos, insumos y tecnología para garantizar la atención de las familias. Pero esto no pasará en el primer año de mandato.

La situación se vuelve más preocupante en el caserío Los Rosales y lugares aledaños del municipio de Cuisnahuat. La disminución del presupuesto en la zona occidentales el más alto entre la región central, paracentral y oriental. Este año, el primer nivel de atención en occidente funcionará con $10 millones menos.

Las autoridades de salud tampoco han dado detalle de los cierres a la Comisión de Salud de la Asamblea Legislativa. Desde el parlamento se solicitó un informe por la falta de atención en tres ECOSF de la zona central. Una medida que ha afectado, desde octubre, a unas 4,000 personas de las comunidades: Los Letona, Santa Gertrudis y el cantón Las Flores en San Martín.

«La Comisión de Salud acordó, desde noviembre, dar seguimiento a la situación de las comunidades afectadas en San Martín. Los cierres son un retroceso para la atención de salud en el primer nivel. Esto podría impactar en los indicadores salud de la mortalidad materna e infantil», afirma María Elizabeth Gómez, presidenta de la Comisión de Salud.

A estas comunidades, la falta de servicios de salud los ha llevado a recibir atención médica hasta los hospitales de San Bartolo o Cojutepeque. Lugares mucho más lejos del centro del municipio. Los afectados no pueden viajar hacia lugares donde tienen prohibido llegar.

Viajar hasta Cuisnahuat es cansado. A los caminos de tierra solo los adornan terrenos áridos y uno que otro cultivo de caña. No hay lugar para descansar, ni sombra que apacigüe los rayos de sol. Y frente al calor sofocante, no queda más que acelerar el paso para llegar al destino cuanto antes.

Con una barriga de cuatro meses de embarazo, Flor se las arregla para ir y venir a pesar de que el trayecto no sea fácil. De lo contrario, tendría que pagar unos $10 para que un camión la lleve hasta Cuisnahuat, una cantidad que la joven no tiene.

Orlando, presidente de la ADESCO, explica que otros seis caseríos se ven afectados por la falta de consultas médicas. También señala que los más perjudicados son los niños y niñas que recibían controles de niño sano, los adultos mayores con problemas para movilizarse, las mujeres embarazadas y las personas con pocos recursos que accedían a medicamentos gratis.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) considera que la atención primaria, bajo un sistema integral de servicios con enfoque familiar y comunitario, contribuye a la cobertura y el acceso universal a la salud de las poblaciones más vulnerables.

Sin atención. En el caserío de Los Rosales, el centro de salud comunitario cerró desde noviembre.

«Estas medidas, además de favorecer el acceso y la calidad de atención, provocan nuevas economías para los hogares que ya no tienen la necesidad de realizar grandes desplazamientos. Con este sistema de salud, las familias logran resolver localmente sus necesidades en salud», asegura la OPS en su informe «El Salvador en el camino hacia la Cobertura Universal de Salud».

Sin atención, los habitantes del caserío y zonas aledañas optan por quedarse en casa. Los recursos económicos limitan a muchos. Sobre todo, a las familias que sobreviven de la cosecha de maíz, maicillo, banano, tomate, frijoles y el ganado.

Camino a su hogar, Flor señala que aquel espacio «desolado» era donde ella solía recibir su control prenatal. «A solo unos 10 minutos a pie».

La falta de servicios de salud también afecta a Francisca Elías y a sus dos pequeños de tres años. Sin atención, los gemelos han dejado sin continuidad sus controles de niño sano.

Además, la situación de Francisca ha empeorado desde que uno de sus gemelos enfrenta complicaciones en su ojo izquierdo. Pero sin dinero y sin transporte, no puede hacer mucho.

«Con ellos no puedo caminar. Los niños siempre piden que uno los cargue. Antes, para mí, era mucho más fácil. Estábamos a la par de donde atendía el equipo comunitario. Ahora, uno debe levantarse a las cinco de la mañana, o mucho más antes, para ir a Cuisnahuat. Sin dinero se hace difícil, así que debemos esperar», dice Francisca.

De acuerdo con el Foro Nacional de Salud, la falta de atención en los ECOSF ubicados en Cuisnahuat, departamento de Sonsonate, es preocupante. Esto debido a que el municipio está catalogado con un alto índice de extrema pobreza. Un porcentaje del 52.40 %, según el Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL).

Morena Murillo, experta en temas de salud y coordinadora de la Mesa Sectorial de Salud Sexual y Reproductiva del Foro Nacional de Salud, asegura que los cierres de los ECOSF son un retroceso para el acceso de salud de familias que antes no contaban con los servicios.

«En los lugares donde nunca hubo servicios de salud, necesitas garantizar que el modelo de atención comunitaria se mantenga. Necesitas fortalecer ese sistema de atención, no cerrarlo. Los cierres son contraproducente para las familias de escasos recursos. También complicará la atención en otros niveles ya que el 80% de las enfermedades que padecen los salvadoreños pueden ser tratables en el primer nivel de atención», aclara Murillo.

Tratamiento. Sin atención médica, los afectados han dejado sin continuidad sus controles médicos. Tampoco obtienen sus medicamentos.

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Francisca y Flor no solo han perdido sus controles médicos. Los afectados con el cierre ya no cuentan con medicina gratuita, tampoco tienen servicios de curación o vacunación.

Amilcar Pintín, secretario de la ADESCO del caserío Los Rosales, asegura que las autoridades de salud -en Cuisnahuat– se reservan la información sobre lo que pasará con el ECOSF.

«Simplemente dicen que es una orden del gobierno central. Aseguran que no hay personal, ni médico que pueda atender a los pacientes. Antes contábamos con una farmacia, un consultorio de salud, camillas y un área ambulatoria», explica Pintín.

Ante los cierres, el coordinador de los ECOSF del municipio de Cuisnahuat, Mauricio Macua dice poco. Macua asegura que no está autorizado para hablar sobre el tema.

«Para nadie es una mentira la deficiencia que han tenido todos los gobiernos. Este gobierno no será el único. Todos tenemos deficiencias. Pero con respecto a la situación de los ECOSF, no podemos darle ninguna información. Puede concertar una cita con el Jefe departamental del Sistema Básico de Salud Integral. Él podrá darle más detalles», expresó Macua.

Hasta el cierre de este reportaje, tampoco hubo una respuesta del Jefe departamental del Sistema Básico de Salud Integral (SIBASI).

Abelardo Tobar, residente del caserío San Pedro, asegura que las jornadas médicas se han suspendido hace 10 meses. Abelardo lleva el tiempo exacto ya que desde esa fecha, su hijo de dos años no recibe atención médica.

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A SAN PEDRO Y A LA HACIENDA TASULATH TAMPOCO LLEGAN LOS SERVICIOS DE SALUD

A 7 kilómetros y medio, al poniente de Cuisnahuat, la situación es diferente. El ECOSF del Caserío El Palmar no ha cerrado, pero la asistencia médica es deficiente. La atención tampoco llega a las comunidades lejanas como San Pedro y la Hacienda Tasulath.

El ECOSF del Caserío El Palmar es un espacio modesto. Solo hay un consultorio y lo demás del lugar se divide entre archiveros, unas cuantas cortinas hospitalarias, paredes que sirven como carteleras de anuncios y un estante para los expedientes médicos.

Carmely Guerrero, coordinadora de la Unidad Comunitaria, asegura que, a pesar del poco personal, el ECOSF no ha dejado de brindar atención. Guerrero sostiene que las actividades «se retomaron» luego de las festividades de fin de año, en la segunda semana de enero.

El problema del caserío El Palmar y las comunidades aledañas es que el centro de salud comunitario atiende dos veces por semana. Los martes y jueves. Así que la opción de los habitantes para tratar cualquier enfermedad se reduce a estos dos días. En lo que resta de la semana no hay médico que atienda alguna emergencia.

Sin un médico, los lunes, miércoles y viernes, los habitantes del caserío El Palmar deben arreglárselas para caminar o pagar $20 por un camión que los lleve hasta Cuisnahuat.

En los días sin consultas, el equipo de salud familiar, según Guerrero, debe trasladarse hasta los caseríos más alejados. Comunidades que ubican a unas tres o cuatro horas del ECOSF de El Palmar, entre ellas, San Pedro y la Hacienda Tasulath.

Abelardo Tobar, residente del caserío San Pedro, asegura que las jornadas médicas se han suspendido hace 10 meses. Abelardo lleva el tiempo exacto ya que desde esa fecha, su hijo de dos años no recibe atención médica.

«Mi hijo va creciendo a la voluntad de Dios. Esta es la realidad de uno de pobre. Antes, los médicos venían, se acercaban al caserío, pero desde hace meses nadie viene», cuenta Abelardo.

Afectados. Los cierres han afectado a las mujeres embarazadas, a los niños y niñas que recibían controles de niño sano y a los adultos mayores con problemas para movilizarse.

La organización de Profesionales para la Transformación de El Salvador (PROES) aclara que hay deterioro evidente del sistema de salud debido al «paulatino abandono» del modelo de atención comunitario.

«El aumento de enfermedades se debe a la poca atención y abordaje intersectorial centrado en la persona, la familia y la comunidad. Esta fue la esencia de la reforma de salud que tuvo impactos positivos en indicadores como la reducción de la mortalidad infantil y baja de la mortalidad materna. La misma OPS reconoce que la reforma colocó a El Salvador entre los países de América Latina con más avances de salud», explica PROES.

A otros tres kilómetros y medio, la situación pinta igual, la Hacienda Tasulath es un caserío olvidado por el equipo comunitario de El Palmar. Al camino solo lo adornan los peñones y los cultivos de caña. Reina la ausencia y las pocas ganas de aventurarse a un viaje de cuatros horas a pie.

Ada Luz Rivas es una mujer de 72 años que vive en la Hacienda Tasulath. A su edad, la anciana asegura que a pesar de sus dolencias y de una artritis que solo puede empeorar, no viajará más. Luz ha optado por esperar. Aguarda a que, luego de cinco meses, el equipo comunitario cumpla con sus jornadas médicas en lugar.

«Quisiera que hubiese una clínica en el caserío para pasar consulta. A veces, uno está bien grave y tiene que pagar para que lo lleven. Y si uno no pasa consulta, no viaja, hay que arreglárselas para comprar pastillas e ir pasando la enfermedad», dice Luz.

Ante la ausencia del ECOSF en los caseríos de San Pedro y la Hacienda Tasulath, la promotora de salud de El Palmar asegura que «es difícil llegar con poco personal». La Unidad Comunitaria solo cuenta con una doctora, una enfermera, un auxiliar y una promotora de salud.

Por el momento, frente los problemas de atención, el ECOSF de El Palmar ampliará sus horarios para cubrir más consultas médicas. Lunes, miércoles y viernes.

La medida no beneficia a los caseríos de San Pedro y la Hacienda. Un día más de atención en El Palmar, representa, en teoría, un día menos para las jornadas médicas en las zonas retiradas.

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Para Flor las soluciones no llegan. Luego de tres meses, se le hace incierto saber lo que sucederá con el ECOSF del caserío Los Rosales.

«Nos han dicho que debido a la insistencia de las familias, el ECOSF atenderá una vez por semana. Esto lo ha prometido el director de la Unidad de Salud de Cuisnahuat«, cuenta.

La solución sigue siendo insuficiente para Flor y las demás familias. Una consulta por semana no bastará para atender a los pacientes de los siete caseríos. Y limitar la asistencia médica bajo un sistema de cupos -no podrá garantizar- que todos sean atendidos por la prioridad de sus casos.

Ausencia. A las comunidades de San Pedro y la Hacienda Tasulath no llega la atención médica.
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