La esperanza puesta en un tanque de oxígeno

El colapso del sistema de salud ha obligado a muchos a responder a su propia emergencia por covid-19. Familias como las de Reynaldo, Sonia, Antonio y Néstor se han visto en la necesidad de instalar una especie Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en sus hogares. Un cuarto que ha sido provisto con uno o dos tanques de oxígeno medicinal, cánulas nasales, reguladores, aguas destiladas y humidificadores para asistir a sus enfermos con dificultades respiratorias.

Fotografías de Archivo
Fotografía de La Prensa Gráfica – Archivo

En San Salvador, en la 25 avenida norte, la gente, adentro de sus carros, forma largas filas para esperar por uno, dos o más tanques de oxígeno medicinal. Serán unos 30 o 50 autos, la cantidad varía entre las primeras horas de la mañana y el mediodía, a las afueras de una empresa de equipos e insumos médicos. Ahí, como primero en la fila, está Reynaldo, un hombre calvo con una barba de candado, una calzoneta comando y una camisa negra que hace alusión a una banda de thrash metal.

Para ser el primero, Reynaldo, ha tenido que madrugar. Espera desde la cinco de la mañana para poder ser atendido a las 8:00 am. Aguarda en su carro y lo acompaña, en el asiento del pasajero, un tanque vacío de 370 pc, el cilindro de mayor cantidad, para cargar oxígeno medicinal. Su madre, una mujer de 66 años, tiene problemas para respirar. Su saturación de oxígeno, según Reynaldo, alcanza el 82% cuando esta debe rondar, al menos, entre el 95% y 100%. Ella siente, dice, algo así como un fuerte y constante «apretujón» en su pecho. Y eso la mantiene cansada y sin habla.

«Lo primero que le dio fue la fiebre de 38 grados, la tos; luego, vino el cansancio que fue de a poco. Aunque llegó un momento en que se quedó sin aire y me la tuve que traer de emergencia», cuenta Reynaldo.

La emergencia -la madrugada del 25 de Junio- obligó a Reynaldo a viajar con su madre hasta el Hospital Nacional Zacamil, en el municipio de Mejicanos, pero no fue atendida. Eran dos o tres médicos para un océano de pacientes que no alcanzaban a llegar hasta la sala de emergencia y esperaban en el parqueo del lugar. El espacio había colapsado ante el incremento de los casos por coronavirus que, según las cifras oficiales, ya alcanzan los 8,566. Y, la semana pasada, superó los 13 mil.

En una entrevista radial, Francisco Alabí, ministro de salud, aseguró que el sistema y la red de atención para el tratamiento del covid-19 «está al 100%». Esto a pesar de mantener por tres meses una declaratoria de emergencia que desembocó en una cuarentena domiciliar obligatoria desde el 21 de marzo y restricciones de movilidad que limitaban la circulación de los ciudadanos a fechas específicas, de acuerdo al número de identidad, hasta el 16 de junio.

Alabí también enfatizó en lo necesario que es conocer tratamiento y evolución de un paciente que llega con una dificultad respiratoria y necesidad de oxígeno al sistema de salud: «Los hospitales tienen el oxígeno necesario en relación a la capacidad que tienen las áreas hospitalarias, pero no para cada salvadoreño que se contagie», expresó Alabí en su momento.

En El Salvador, los pacientes con covid-19 son atendidos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) e Intermedios. Una capacidad instalada de UCIS que a nivel nacional, de acuerdo al gobierno, ronda las 105 camas. Una cantidad que se distribuye en: 21 unidades en el Hospital Nacional Rosales, 20 en Hospital de Niños Benjamín Bloom, 15 en Hospital Militar Central, 15 en Hospital Nacional General de Neumología y Medicina Familiar Saldaña, seis en Hospital Nacional Zacamil y cuatro en el Hospital Nacional San Rafael.

Sin embargo, el Ministerio de Salud detalla que la cantidad de pacientes en estado crítico es de más de 500 personas, mientras que otras 1,000 se encuentran graves. Lo que supone un total 1,500 salvadoreños para 105 camas. Es decir, el sistema de salud tiene, de momento, una capacidad para atender menos del 10 % de estos casos.

Larga espera. La gente espera por horas para poder comprar tanques de oxígeno en la capital.

Cuando su madre no fue atendida, Reynaldo decidió instalar su propia UCI en su hogar. Preparó un cuarto para aislar a su madre con dos tanques de oxígeno de 370 pc, una cánula nasal, agua destilada, un vaso humidificador, una cama y un médico disponible por teléfono. También canceló un depósito por los cilindros por $452 y compró un regulador de aire por $250. Y paga, diariamente, por la carga de oxígeno -en cada tanque- $26.39. Un gasto que se suma a la cuenta de sus tarjetas de crédito.

“Los cilindros de oxígeno no se alquilan, como se informaba recientemente, y básicamente el procedimiento es dejar un depósito en garantía (varía el monto de acuerdo a cada presentación), ya que los cilindros son propiedad de INFRASAL y no se venden, el único que en algún momento puede comprarse es el cilindro de 23 PC (que es fácil de mover para viajes), en el caso que se tenga existencias. Por lo anterior, el depósito único (no es mensual) por cilindro será devuelto íntegramente con IVA si es antes de los tres meses, y sin IVA después de los tres meses (se paga a Hacienda)”, explica René Montiel, gerente de mercadeo y comunicaciones de Grupo Infrasal.

«En los hospitales a uno solo le avisan para ir a recoger el cuerpo. Así que me han dado todas las instrucciones para el tratamiento del covid-19 desde casa», dice Reynaldo mientras enciende su automóvil e ingresa a las instalaciones, tras cuatro horas de espera, para recargar un tanque. Un procedimiento que luego de dos semanas se ha materializado en una suma de $1,800.

La tasa de casos por coronavirus apunta un ascenso. Esto ha coincidido con el aumento de la demanda de tanques medicinales de oxígeno que rondan los precios de $6.05 por la carga del cilindro de 23 pc y un depósito de $84.75; $19.21 por un tanque de 220 pc y $226 de depósito; mientras que el de 110 pc equivale a un recargo de $11.24 y $158.26 por depósito.

“El tiempo y la creciente demanda han causado colas en la sala de venta de la Colonia Médica (ahora ya tenemos separado el servicio para particulares (esquina frente al Guadalupano), con eso hemos agilizado sustancialmente el servicio, que se suma a la aplicación de un estricto protocolo de desinfección de los cilindros para resguardar la salud de nuestros colaboradores, y la de nuestros clientes”, agrega el gerente Montiel, en nombre de Infrasal.

 

En fila de peatones está Sonia. Una mujer de 60 años que espera sentada bajo un árbol de Laurel, el único, que da un poco de sombra entre una jungla de pavimento a la que solo le adornan clínicas, farmacias y oficinas administrativas. Escondida detrás de su doble mascarilla de tela negra narra que, hace solo una semana, adquirió un tanque de oxígeno que le ayudaría asistir a su esposo luego de que el seguro privado dejó costear el tratamiento por covid-19.

En esta mañana, Sonia comenta que su esposo empezó con unas fiebres, «tosecitas» y un cansancio al andar: «En el hospital me le dijeron que era covid-19, pero no sé. No sé si le hicieron pruebas. El doctor solo me pidió un tanque de 220 pc para empezarlo a tratar en la casa, porque el tratamiento ahí era muy caro».

Con las indicaciones del médico, Sonia pudo reunir lo del depósito y la carga de oxígeno, pero no tenía para más. Así que ha vuelto por el depósito tras no utilizar el cilindro, cree que este día, podrán transferir a su esposo hacia un centro de atención del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).

«No me lo pueden dar con ese cansancio. Me dijeron que este tanque le iba a durar 24 horas. No lo podía pagar. Me dijeron que me lo van a mandar para allá», susurra Sonia mientras se levanta y llega su turno para entrar.

“En los hospitales a uno solo le avisan para ir a recoger el cuerpo. Así que me han dado todas las instrucciones para el tratamiento del covid-19 desde casa”, dice Reynaldo mientras enciende su automóvil e ingresa a las instalaciones, tras cuatro horas de espera, para recargar un tanque. Un procedimiento que luego de dos semanas se ha materializado en una suma de $1,800.

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Debido al colapso del sistema de salud para la atención de pacientes bajo sospecha de covid-19, algunos enfermos han tenido que esperar, al menos, dos o cuatro días para ser atendidos en Unidades de Salud de la red pública o centro médicos del ISSS. De acuerdo a Milton Brizuela, presidente del Colegio Médico, hay pacientes con oxígeno en espacios que no son hospitalarios mientras aguardan un cupo para ser trasladados.

«Hemos sido informados de que todo el sistema está saturado. No solo son los hospitales, también son las unidades médicas del seguro social y las unidades de salud», asegura el Presidente del Colegio Médico. Entonces, ¿Con qué cuenta el gobierno para combatir la pandemia?

En cadena nacional, hace poco más de un mes, el presidente Nayib Bukele, inauguró el Hospital El Salvador. Un espacio que, de acuerdo con el mandatario, contará, de manera gradual, con 1,000 camas UCIS y otras 1,000 de cuidados intermedios. Aunque, de momento, en su primera fase, solo dispone de 400 unidades: 105 para cuidados intensivos y 295 de uso intermedio. Un número de camas que aliviaría la saturación del sistema. A pesar de ello, solo se ha recibido un «número limitado» de enfermos de covid-19 previamente referidos por los hospitales nacionales.

La idea es absorber a los pacientes que están graves en la primera etapa, aseguró Manuel Bello, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital El Salvador: «Estas 400 camas equipadas se usarán de forma gradual. No es conveniente recibir la misma cantidad de pacientes cuando se comienza un proyecto de este nivel. Tampoco cuando el personal se va adaptando a las instalaciones», explicó Bello en una entrevista televisiva.

La operatividad del Hospital El Salvador también se ha limitado al uso de las 105 camas UCIS. Esta construcción que fue agenciada por Nayib Bukele como el hospital «más grande de Latinoamérica» para atender pacientes por covid-19, tampoco da uso completo a los 14 kilómetros instalados de una red de oxígeno y aires médicos para el funcionamiento de, al menos, 1,000 unidades de cuidados intensivos. Algo que se traduce en dos tanques que ocupan 30,000 galones de oxígeno medicinal.

Antonio ha venido en caravana junto a una ambulancia de la municipalidad de Nejapa. Su peregrinación inició desde Soyapango y ha terminado en la colonia médica de San Salvador. El joven asegura que ante las filas interminables por oxígeno -en la capital- decidieron probar suerte en otra sucursal, pero el personal del establecimiento que se encuentra sobre el bulevar del Ejército le informó sobre el desabastecimiento de cilindros de 23 pc.

En busca de alivio. La demanda de tanques de oxígeno creció ante la falta de cupos en los centros asistenciales del país, que están saturados de personas con síntomas de covid-19.

Durante los últimos cinco días, su abuelo ha presentado síntomas de covid-19. «Le falta el aire por una fuerte tos», insiste Antonio. Frente a las imágenes del colapso del sistema, donde mujeres y ancianos esperan en colchonetas en los estacionamientos de los hospitales nacionales, la familia ha decidido aislar a su abuelo y atenderlo con terapias respiratorias en su hogar. Pero les ha sido imposible costear un depósito de $84.75 por el cilindro de 23 pc. Tuvieron que acudir a la clínica comunal para que les prestaran un cilindro -de esa cantidad- sin ningún costo.

Ahora su preocupación ronda en el pago de la carga diaria de oxígeno medicinal: $6.05. Y es que luego de tres meses de cuarentena domiciliar, la familia no ha podido retomar la venta de pupusas en la localidad. Ha sido uno que otro ahorro lo que los ha ayudado a subsistir. Pero se está acabando.

«Tendremos que racionar las terapias», dice Antonio. Luego repite: ¿Qué pasará cuando no haya manera de cargar el cilindro? «Solo Dios con uno».

Con la escalada de casos por coronavirus, el Ministerio de Salud ha dispuesto que la segunda fase de actividades económicas sea pospuesta. Nada más. Mientras tanto, la Asamblea Legislativa ha propuesto una cuarentena focalizada en los municipios que más reporten contagios. Que -de aprobarse- iniciaría en San Salvador, Santa Tecla y San Miguel. Ante esto, el gobierno ha reiterado que «vetará» la iniciativa del parlamento debido a que el país necesita una nueva «cuarentena total».

Néstor ha llegado «a ciegas» hasta la fila de tanques oxígeno en San Salvador. No tiene una receta médica y tampoco sabe lo que necesita para asistir a su padre con terapias respiratorias. Solo puede describir como al hombre de 55 años se le cierra garganta y se le corta el habla. En esta búsqueda por asistir su propia emergencia por covid-19, Néstor es informado por los ejecutivos de ventas que, con receta, puede conseguir tanques de oxígeno, válvulas, cánulas, agua destilada y humidificadores, pero no de reguladores, que cuestan $250. Esta vez no es por el precio, es por el desabastecimiento ante la demanda de las últimas semanas. Sin ello, le aseguran, es imposible dar una terapia.

«Debemos de resolver por nuestra cuenta. Son nuestros familiares, al final, no importa lo económico», concluye Néstor mientras busca otra opción en redes sociales para asistir a su padre.

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