Café sin azúcar

¿Qué sigue?

Preocuparse por la economía no significa dejar de lado el tema de salud, ni viceversa. No son temas mutuamente excluyentes. Son temas que deberían ir de la mano.

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Economista salvadoreño radicado en Chicago, Estados Unidos

La situación que está viviendo El Salvador y el mundo no es fácil. Es complicado para esta administración planificar y pensar más allá de los próximos días o semanas. Es natural que, con tantas vidas en juego, se priorice la urgencia de contener las infecciones de COVID-19. Estemos de acuerdo o no con las medidas de emergencia que se estén tomando, esto se superará y nunca es muy temprano para que comencemos a pensar en qué sigue después.

El impacto económico que el COVID-19 ha tenido en tan solo unas semanas es inmenso. Aunque esto no se pudo haber prevenido ni es culpa de nadie, mal haría esta administración en no prestar atención a medidas para mantener viva la economía. Se debe elaborar un plan para la reactivación de sectores productivos. Preocuparse por la economía no significa dejar de lado el tema de salud, ni viceversa. No son temas mutuamente excluyentes. Son temas que deberían ir de la mano, ya que el sacrificio completo de uno tiene inevitables consecuencias en detrimento del otro.

¿Cómo comenzamos? Primero, como con cualquier mal, hay que hacer un diagnóstico. No todas las industrias han sido impactadas de la misma manera. El aumento en la demanda de ciertos productos ha tenido un impacto positivo en varias industrias. En algunos países hemos visto como las ventas en supermercados, distribuidoras, artículos de primera necesidad, videojuegos, y hasta rompecabezas se han disparado de una manera acelerada. Así también en El Salvador tenemos sectores que están experimentando un aumento precipitado en demanda. El Estado debe reunir expertos en economía, líderes de sectores (tanto la gran empresa como las MIPYMES) y comenzar a mapear el estado y tendencia de los distintos sectores productivos.

Segundo, hay que priorizar cuáles sectores son más importantes. ¿Por dónde comienza este ejercicio de priorización? Es importante fijarse en el tamaño de las industrias, la interdependencia entre ellas, y el impacto en número de empleados. El tamaño es importante, porque nos da una idea de cuánto es el impacto económico de descuidar un sector. La interdependencia también importa, los sectores económicos no son silos que viven aislados unos de los otros. El que un sector no funcione puede tener un impacto altísimo en el funcionamiento de otros alterando su cadena de suministros. De igual manera el número de empleados también es importante, ya que es el consumo agregado de todos lo que mantiene viva economía una economía.

Tercero, se tiene que armar el plan. Para esto no hace falta reinventar la rueda. Otros países ya han comenzado a echar a andar paquetes de estímulo económico a las industrias que están sufriendo más. ¿En qué se traduce esto? Créditos baratos (especialmente a las MIPYMES y otros sectores que concentran una gran cantidad de empleados), subsidios temporales a empleadores para hacer frente a compromisos salariales, seguros de desempleo, entre otros.

Hay mucho que hacer, y para esto existe un Estado. Es difícil resolver en medio de tanta ambigüedad, por eso es saludable y necesario rodearse de expertos. Ahora, más que nunca, es cuando necesitamos integrar a la gente correcta a la discusión; expertos en salud pública y epidemiologia deben formar parte de la discusión de planes de salud. Economistas, líderes sectoriales y expertos en cadenas de suministro deben de ser incluidos para idear un plan de reactivación económica. Los spots publicitarios, y demás acrobacias comunicacionales deberían pasar a segundo plano.

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