Café sin azúcar

Nuestro Tiempo: ¿Licuadora Ideológica?

Algo que siempre me ha inquietado sobre el partido, como lo comenté en una columna en 2019, es la falta de claridad en cuando a posturas e ideología. Pienso que vale la pena revisitarlo, y preguntarse qué postura tiene Nuestro Tiempo.

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Economista salvadoreño radicado en Chicago, Estados Unidos

Desde la separación de Johnny Wright y Juan Valiente de ARENA, muchos hemos seguido con interés la formación de su nuevo partido: Nuestro Tiempo. Guiados por la constante decepción de ARENA y el FMLN, muchos vimos en este nuevo esfuerzo una oportunidad para quebrar con las malas prácticas de hacer política del pasado y comenzar a llenar el espacio público de perfiles honestos y capaces.

Ha sido muy alentador ver perfiles de gente muy preparada y con espíritu de servicio (Leonor Selva, Aída Betancourt, Javier Cándido, etc.) en las elecciones internas de Nuestro Tiempo. Hay que tener mucha valentía en estos tiempos de acoso virtual y abusos de poder para animarse a participar en puestos de elección pública. Sin embargo, algo que siempre me ha inquietado sobre el partido, como lo comenté en una columna en 2019, es la falta de claridad en cuando a posturas e ideología. Pienso que vale la pena revisitarlo, y preguntarse qué postura tiene Nuestro Tiempo sobre temas relevantes como el manejo del sistema de pensiones, o sobre la protección deliberada a ciertos sectores económicos como el azúcar, o sobre el rol del Estado para el desarrollo de la economía, y muchos temas más.

Reconozco que la diversidad de pensamiento siempre es saludable dentro de cualquier organización. El debate sano ayuda no solo a que surjan mejores soluciones, también fomenta valores democráticos que tanta falta hacen en la política salvadoreña. Sin embargo, hay perfiles que tienen posturas diametralmente opuestas en aspectos tanto económicos como sociales dentro del partido. El ejemplo más claro que se me ocurre es el de Bertha DeLeón, quien tiene muchísimas credenciales como abogada y activista social, pero, probablemente, tiene posturas muy distintas a otros perfiles dentro del partido. Esto hace que sea difícil trazar una línea de pensamiento clara o una idea que una al partido completo.

Leonor Selva explicó esta semana, en una columna publicada en este periódico, lo que ella piensa que une a todos los candidatos de Nuestro Tiempo: «Una vocación democrática irrenunciable e innegociable», «un profundo desprecio a la corrupción, el abuso de poder y el ejercicio de la función pública para el beneficio propio y no de la sociedad» y «una visión centro-humanista, que no es más que la convicción de que la libertad y el bienestar de la persona es el fin y el origen del Estado». Todas me parecen excelentes guías para el ejercicio de la política, aunque, a mi parecer, no dejan de ser muy genéricas. Es un poco triste que un partido destaque por expresar explícitamente ideales tan básicos que deberían estar presentes en un país democrático, lo cual habla muy mal del resto de partidos políticos.

Tal vez ahora no sea el momento para tirar líneas partidarias sobre los temas más relevantes del país, después de todo, las elecciones que se vienen son de diputados y alcaldes, y, afortunadamente, podemos evaluar y votar por cada candidato por sus credenciales y posturas. Sin embargo, la dilución de posturas claras le puede jugar mal a Nuestro Tiempo de cara a elecciones Presidenciales en el futuro, donde se vota por una persona que, en teoría, debería reflejar las posturas y principios del partido a la hora de hacer política. Como votante, pienso que es necesario saber en qué exactamente cree Nuestro Tiempo, más allá de los principios democráticos.

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