Café sin azúcar

Migrantes, remesas y nuestra fuga de talentos

Jóvenes profesionales y con preparación no encuentran espacios ni oportunidades en el mercado laboral salvadoreño.

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Economista salvadoreño radicado en Chicago, Estados Unidos

Hoy en día se estima que alrededor de 1.4 millones de salvadoreños viven en Estados Unidos, eso significa que, por cada 5 salvadoreños que viven en El Salvador, hay uno que vive en EUA. La mayoría de los salvadoreños conocemos a alguien o tenemos a algún pariente que migró hacia el norte. Este fenómeno migratorio ha sido constante desde hace décadas.Y, aunque sus causas son variadas, ha tenido un gran impacto social y económico en El Salvador.

La mayoría no emigra porque quiere. En nuestro caso, la pobreza y la violencia naturalmente obligan. La tasa de pobreza que tenemos en el país es de 35% (¡Más de 2.3 millones de personas!) y una tasa de desempleo del 7%. Las tasas de homicidio, aunque han mejorado recientemente, todavía están a niveles altísimos: unos 50 homicidios por cada 100,000 habitantes. Solo Honduras y Venezuela nos superan en términos de homicidios. Esta combinación de pobreza, falta de oportunidades, exclusión y violencia hace que, para muchos, el exponerse a los peligros de emigrar ilegalmente a Estados Unidos sea una decisión racional, pero, básicamente, obligada.

Hay otro grupo que también ha tomado la decisión de emigrar por razones un poco distintas al grupo descrito anteriormente. Jóvenes profesionales y con preparación no encuentran espacios ni oportunidades en el mercado laboral salvadoreño. Saben que sus competencias y habilidades son mejor remuneradas en otras economías y que hay muy pocos trabajos en El Salvador que puedan valorar esas competencias a un nivel similar. Y, en mi opinión, no es tanto un tema de que las empresas no quieran pagar más y mejores salarios, es un tema de costos y beneficios. Nuestra economía es simplemente muy pequeña y el mercado está muy poco desarrollado como para poder sostener la oferta de talento preparado que tenemos en el país.

El impacto más medible e inmediato por este fenómeno migratorio es el de las remesas, las cuales son, básicamente, un motor de consumo para la economía salvadoreña. Para dar un poco de contexto, la economía de El Salvador (Medida por el «PIB» o Producto Interno Bruto) asciende a unos $27.5 mil millones, mientras que las remesas ascienden a unos $5.5 mil millones, representado un 20% de la economía nacional. Esto trae consigo beneficios y complicaciones. Por un lado, es una fuente de consumo que beneficia a un 20% de los hogares del país; por otro, hace resaltar la incómoda realidad de que somos un país poco productivo y mayormente consumista. El tener una fuente de ingresos externa tan grande hace que importemos mucho más de lo que exportamos, en detrimento de nuestra balanza comercial.

Sin embargo, no todo el dinero de las remesas se va a consumo, muchos de los hogares (especialmente en aquellos donde la cabeza de la familia es una mujer) destinan mucho de ese dinero a educación, lo cual tiene un impacto positivo en el ingreso esperado de los hogares en el futuro. Un segundo impacto menos visible es el costo de la fuga de talentos que tenemos. Estos profesionales que están trabajando, no sólo en EUA, pero también en otras economías como España, México, Chile y más, están innovando y generando riqueza fuera del país. Por el momento, parece que muy poco está cambiando social y económicamente, para motivar a estos profesionales a regresar o para lograr que los que se quieren ir se queden.

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