Espacio Divergente

No es un adiós

Séptimo Sentido no solo logró capturar y exponer realidades, también logró transmitir el mensaje a sus lectores y lectoras, que un periodismo diferente es posible.

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Activista

Siempre he sido una persona más de leer que de escribir, y a mis 15 años una de las cosas que más me gustaba era leer la Revista Dominical. Domingo tras domingo esperaba mi sección favorita del periódico. Pero entonces, en 2008, anunciaron la fusión de esa revista con otra llamada Enfoques. Con temor a lo nuevo, un poco de incertidumbre, y siempre guardando melancolía por lo anterior, me dejé perder en las páginas del nuevo proyecto. Séptimo Sentido logró llenar ese vacío.

Doce años después, Claudia Ramírez y Glenda Girón me invitaron a formar parte de las páginas de Séptimo Sentido como columnista —algo que jamás imaginé a mis 15—. Empecé a escribir desde junio de este año, pensando en el reto que sería ocupar el espacio dejado por mi buena amiga Margarita Marroquín, o por el hecho de compartir espacio con Jacinta Escudos, Mariana Belloso, Manlio Argueta o Héctor Silva.

Aunque solo fueron seis meses, fue el tiempo suficiente para encariñarme del lugar que me habían dado, y redescubrir que la escritura también es una forma de terapia y liberación. Este espacio, que jamás pretendí que fuese mío, hablé sobre temas que, a veces, no son tomados en cuenta, como la construcción de nuevas masculinidades, el cuestionamiento de los privilegios que tenemos los hombres, la importancia de luchar por una agenda amplia de derechos humanos, y la creciente desigualdad, que cada vez se hace más amplia y afecta más a la población más empobrecida.

Esta última columna es un agradecimiento, no solo a La Prensa Gráfica y a la Revista, sino, a las personas que hacen periodismo, en específico, a Claudia, Glenda y Doris Rosales. Las y los profesionales del periodismo reciben poco agradecimiento por su trabajo; al contrario, a veces, no solo tienen muy pocas prestaciones, también tienen obstáculos para realizar su labor. En momentos que nuestro país cada vez parece regresar a tiempos de oscuridad, el periodismo es y debe ser luz.

Pero para que el periodismo pueda continuar independiente e incómodo, también necesita protección laboral, y protección ante acciones que fomentan censura y abusos. Parte de ello, se puede realizar aprobando una ley que ha estado estancada en la Asamblea Legislativa, y no ha tenido mayores avances. La pandemia y la llegada de un gobierno poco democrático han evidenciado esta necesidad, que se vuelve cada vez más urgente. Hacer periodismo en el país y en la región latinoamericana no es fácil. Nunca lo fue. Tampoco se puede romantizar esta situación, o la «valentía» con la que las y los periodistas afrontan sus problemas. Ciertamente, es necesario avanzar, y que su labor sea reconocida y protegida.

Mientras escribo mis últimas 500 palabras en este espacio, y aunque me llena un poco de tristeza, tengo la certeza que vendrá algo mucho mejor. Algo que además de agregar la “sal y pimienta” —como dijo Glenda una vez—, pueda ir más allá. Séptimo Sentido no solo logró capturar y exponer realidades, también logró transmitir el mensaje a sus lectores y lectoras, que un periodismo diferente es posible. La Revista no dice adiós, y esperemos que, solo sea un hasta pronto, ya que el país necesita la clase de periodismo que no solo audite al poder (político y corporativo), pero que también refleje las realidades de las personas más oprimidas en esta sociedad. ¡Muchas gracias por todo!

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Séptimo Sentido

Séptimo Sentido les invita a que nos hagan llegar sus opiniones, críticas o sugerencias sobre cualquiera de los temas de la revista. Una selección de correos se publicará cada semana. Las cartas, en las que deberá constar quien es el autor, podrán ser editadas o abreviadas por razones de espacio o claridad.

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