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Memoria para no olvidar, justicia para no repetir, verdad para sanar

No todo es responsabilidad de la actual administración. Y, si de repartir culpas se trata, tanto ARENA como el FMLN tienen responsabilidad al mantener todo en la opacidad.

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Activista

«Si el juez nos pide de la A a la F, nosotros vamos a hacer hasta la Z. No es que necesitemos una orden judicial para hacerlo (…) creemos que la única forma de sanar las heridas del pasado, es que se sepa la verdad». Esta fue la respuesta del presidente Nayib Bukele el 1 de noviembre de 2019, tras la pregunta de un periodista quién le increpó si acataría la orden del juez Jorge Guzmán de abrir los archivos militares.

A casi un año de que el presidente brindara estas palabras a la prensa, las víctimas del conflicto armado aún no conocen la verdad. Las víctimas fallecen sin conocer justicia; y los victimarios, fallecen sin ser juzgados. A casi un año de que el presidente expresara con tanta firmeza su compromiso con la verdad, los archivos militares permanecen ocultos al escrutinio.

No obstante, no todo es responsabilidad de la actual administración. Y, si de repartir culpas se trata, tanto ARENA como el FMLN tienen responsabilidad al mantener todo en la opacidad. En lugar de apoyar a las víctimas y fomentar la memoria histórica, bloquearon la verdad, necesaria para una verdadera justicia. Y, contrario a los Acuerdos de Paz, devolvieron protagonismo a las Fuerzas Armadas. Continuaron idolatrando a militares implicados en crímenes de lesa humanidad.

Tampoco la responsabilidad es enteramente del Órgano Ejecutivo. Por ejemplo, en la Asamblea Legislativa, aprobaron una Ley de Amnistía de facto en febrero de este año, que posteriormente fue vetada. Actualmente, el decreto 575 duerme el sueño de los justos, ya que el veto no ha sido superado; y la Sala de lo Constitucional, debe darle seguimiento a la Sentencia 44-2013.

La falta de justicia, el bloqueo a la verdad, y la supresión de la memoria histórica han abonado al ejercicio autoritario del poder de un presidente que no se somete a los fallos de la Sala de lo Constitucional, que no respeta la separación de poderes, que glorifica a las Fuerzas Armadas y hace uso de ellas de forma desproporcionada. El 8 y 9 de febrero son una prueba fehaciente de que, como sociedad, no debemos olvidar todo lo que sucedió en el conflicto armado. Olvidar, nos lleva a repetir.

La sociedad salvadoreña es una sociedad herida y resquebrajada. Como diría el poeta: «Deberían dar premios de resistencia por ser salvadoreño». Algunas ocurrieron en 1932, otras en 1975, 1980, 1989…. Ninguna de estas heridas han sanado, ya que no se ha esclarecido lo que sucedió, y ningún caso ha llegado a la etapa de sentencia. Pero, en medio de tanta oscuridad, hay luces de esperanza. Tanto el trabajo del juez de instrucción Jorge Guzmán, como el juicio en Madrid del coronel Montano, abren una ventana de oportunidad para una sociedad a la que no dejan sanar, y que viven continuamente lastimando.

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