Las vulnerabilidades del sector cultural ya eran serias antes de la pandemia, porque hubo negligencia para solucionar los problemas del pasado.
Opinión
Me pregunto si, con los cambios post pandemia anunciados por expertos, será posible que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de hermanarse con la tierra y su entorno.
No había nadie. Nada. Ni un vehículo estacionado. Ni un perro callejero. Ni gatos ni murciélagos ni insectos.
Un médico costarricense, cuando le preguntan sobre el éxito para combatir la pandemia, responde: «Cultura, educación, y sobre todo disciplina».
Es difícil anticipar si las medidas que se tomarán alrededor del mundo serán útiles o suficientes para evitar la quiebra de la industria del libro.
Ahora, pese a la inteligencia artificial y avances científicos en salud, tenemos miedo. Con efectos anímicos que producen ira y rencor, que nos hace olvidar al enemigo mundial pandémico.
Una tarde reapareció uno de los panaderos. Al escuchar su corneta, fue evidente el júbilo en la colonia. Varios salimos a buscar el pan, guardando la debida distancia.
«¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; no hay nada nuevo bajo el sol».
¿Para qué sirve el arte si no puede, entre otras cosas, ser refugio o bastón sobre el cual apoyarse?
La diferencia es que la ciencia actual puede descubrir y combatir los orígenes de toda peste, que en el pasado europeo originó millones de muertos.