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Ver el mundo arder

La COP 25 será clave para dar urgencia a la aplicación de los compromisos que ahora trascienden a los gobiernos: empresas, organizaciones, individuos. Todos debemos generar cambios rotundos para alcanzar las metas planteadas .

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Comunicadora salvadoreña radicada en Santiago de Chile

Todo el mundo está hablando de cambio climático. ¿Por qué? ¿De dónde viene tanto interés por el tema? ¿Qué es el acuerdo de Paris? ¿Qué es la COP? ¿Qué es el calentamiento global? ¿Y por qué debería importarme? Bueno, trataré de ser muy sintética y contarle.

Para esto, tendremos que remontarnos a la era industrial…

El boom de la producción industrial implicó la generación de emisiones al medio ambiente -CO2, bióxido de azufre, clorofluorocarbonos, metano, etc., mejor conocidos como Gases de Efecto Invernadero (GEI)-. Aunque todos asumíamos que esa gran humazón era contaminante, se volvió parte de lo normal. Hasta que estudios revelaron que la acumulación de estas sustancias en el ambiente provocaban un fenómeno al que se llamó «calentamiento global». Es decir, el aumento de las temperaturas de la tierra. ¿Y cuál sería el problema, pues?

Básicamente que, a largo plazo, el cambio en las condiciones climáticas del planeta tendría implicaciones en la producción de alimentos, en los desastres naturales y en el desarrollo económico: ¡falta de agua, falta de comida, inundaciones, sequías!

Por tanto, en 1992 y preocupada por esta situación, la ONU invitó a sus países miembros a adoptar la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que buscaba estabilizar la emisión de GEI para detener el calentamiento global. De este marco surgieron las COP, o «Conferencias de las Partes», donde los involucrados adoptaron varias iniciativas; como el Protocolo de Kioto, en 1997, y el Acuerdo de París, en 2015, que se aplicaría a partir de 2020.

En París, 97 partes acordaron preparar las medidas para mantener al planeta dentro del rango de los 1.5 a los 2 grados Celsius sobre las temperaturas preindustriales. Pero resulta que, en octubre de 2018, se publicaron los resultados de la investigación del Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que advirtieron que el aumento no debería ser mayor a 1.5 ºC, lo que claramente implica mayores esfuerzos de mitigación.

Este informe también advertía que la situación es ya irreversible, que el tiempo se está agotando y la crisis climática es una realidad: «El mundo no está actuando lo suficientemente rápido para evitar las futuras condiciones extremas de temperatura; mientras, el tiempo se agota velozmente.»

En 2017, Donald Trump retiró a EUA -uno de los mayores emisores de GEI- del Acuerdo de París.

En noviembre de 2018, otro estudio reveló que la proyección de las emisiones de C02 –el principal gas de efecto invernadero– para todos los países del mundo está muy cerca del límite establecido en el Acuerdo de París. Incluso proyecta que los objetivos de emisión actuales de todas las naciones terminarían en un aumento de la temperatura global promedio de 3.2 grados Celsius para 2100. Es decir que las metas planteadas en París no son suficientes.

Por eso, la COP 25 será clave para dar urgencia a la aplicación de los compromisos que ahora trascienden a los gobiernos: empresas, organizaciones, individuos. Todos debemos generar cambios rotundos para alcanzar las metas planteadas y, además, prepararnos para vivir las consecuencias del cambio climático.

Esta es la crisis adaptativa más profunda que deberemos atravesar. Es un escenario desconocido y por lo mismo, países como el nuestro que son ya vulnerables, deberán redoblar sus mecanismos de protección.

Démosle la urgencia que tiene.

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