Solo dos mujeres magistradas propietarias en la historia de la Sala de lo Constitucional
En el Órgano Judicial, a medida que la Constitución de la República exige más requisitos para cumplir con el nombramiento, el número de mujeres que acceden al cargo se reduce. En el caso de la Sala de lo Constitucional, la mayoría de mujeres ha sido electa para la suplencia.
La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) se creó en 1983, cuando la guerra civil era presente, cuando Álvaro Magaña era presidente, cuando en las páginas sociales de los periódicos se anunciaba quien salía y quien llegaba por avión. Desde ese entonces, este ente ha estado formado por hombres. Solo dos mujeres han conseguido colocarse como magistradas propietarias: Victoria de Avilés y Marina de Jesús de Torrento. Mientras que, en este que es el escaño más alto de la justicia nacional, 19 hombres han ocupado el cargo desde que, en 1994, se establecieron los procesos de selección. Es decir, el 90.48% de los magistrados propietarios ha sido hombre.
A los magistrados los elige la Asamblea Legislativa. Esta gran diferencia, explica Ruth López Alfaro, abogada experta en temas electorales y constitucionales, va a ser superada con mucha dificultad. Pues, “mientras las mujeres no ocupen un espacio determinante en la Asamblea, no habrá una visión diferente sobre la elección de funcionarios de segundo grado. Hasta ahora, esto ha influido mucho en que no sean más las mujeres electas como magistradas propietarias de la Sala”.
En ese sentido, las estimaciones de ONU Mujeres indican que, con el nivel de avance actual, “la paridad de género en los cuerpos legislativos nacionales no se logrará antes de 2063”. Es decir, para que el 50% de una Asamblea Legislativa esté conformada por mujeres, hace falta esperar, aproximadamente, 42 años. En estas elecciones, El Salvador experimentó un retroceso en el número de mujeres que han obtenido un curul en el pleno, según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Celina Escolán, exmagistrada suplente, señala que desconoce cuáles fueron las motivaciones, si las hubo, para que la Sala 2009-2018 estuviera conformada solo por hombres propietarios. Mientras que las dos mujeres que entraron fueron electas como suplentes. “La sala que nosotras integramos tenía cara de hombre. Yo decía en broma que era una cara de hombre pero un corazón y un alma de mujer. Porque en el equipo había muchas mujeres excepcionales”, explica.
Según Marcela Villatoro, diputada de ARENA, en este proceso de elección “no se toma en cuenta el tema de género”. Y no logra explicarse por qué, hasta ahora, solo el 9.52% de los magistrados ha sido mujer. Sin embargo, si tiene que sugerir una razón, considera que puede ser por algo que “no depende de la Asamblea”. “Podría ser, quizás, que las mujeres no se postulan, porque les da miedo meterse a la vida pública”, dice.
Cuotas necesarias
Las cuotas de género no tendrían que existir, apunta la magistrada propietaria en funciones, Marina de Torrento. Sin ellas, sin embargo, el camino para que las mujeres puedan acceder a este cargo se vuelve más difícil. Porque en los altos niveles de funcionariado público también existe discriminación y violencia contra la mujer, aclara.
“Lo de las cuotas es una acción afirmativa que, ojalá, un día desaparezca, porque ya todos estemos con la misma mentalidad. Esta es una de varias acciones que tienen que darse para ir rompiendo paradigmas. Lo que nos diferencia es un sexo, pero somos iguales. Somos seres humanos con las mismas capacidades. Si estamos pacíficamente esperando a que se nos reconozca la igualdad y la capacidad de estar en el mismo nivel que el hombre, nos vamos a quedar esperando”, menciona de Torrento.
Esa, sin embargo, no es una visión que comparten todas las mujeres que han formado parte de la Sala. Pues, Escolán dice que no está de acuerdo con que se establezca una normativa o una medida que garantice una participación mínima de mujeres como propietarias. Esto, porque considera que: “La capacidad demostrada por tantas mujeres en El Salvador que han incursionado en la política, en las ciencias y en las artes es grande. Quiere decir que nosotras no necesitamos de cuotas, necesitamos de educación y que se nos dé la oportunidad”.
En El Salvador, solo el 13% de las mujeres que comienzan una carrera universitaria logra concluirla, señala Plan Internacional. “Las leyes y prácticas discriminatorias, al igual que las restricciones en materia de educación, los ingresos y el tiempo que pasan alejadas de sus obligaciones familiares, frenan el avance de las mujeres” para que participen en el ejercicio del poder y en la toma de decisiones, indica ONU Mujeres.
En sintonía con Escolán, la exmagistrada suplente Sonia de Segovia afirma que no existe necesidad de cuotas. El trabajo, indica, es ir ganando, poco a poco, ese espacio, esperando que, en algún momento, se logre igualdad de acceso al cargo. “Si el Código de Familia vino a cambiar cosas de 1860, entonces esto también es así. Yo creo que si hay cuotas no las van a cumplir, por eso es mejor buscar esos lugares con el desempeño y con la experiencia. Tal vez, algún día reconozcan: ‘Miren cómo estamos y quién gobierna’”, comenta.
Ha habido mujeres con méritos para llegar a la Sala como magistradas propietarias, y algunas han decidido no participar en los procesos y otras no han resultado electas, explica Ruth López. “Creo que eso tiene que ver con que, justamente, habría que establecer una ley de paridad”, agrega.
Obstáculos para la representación
La participación de la mujer, hoy más que nunca, es urgente, comenta la exmagistrada propietaria Victoria de Avilés. Además, indica que es importante que, desde los inicios de la formación, se respete el derecho a la educación. “Una educación que permita competir en aquellas áreas que siempre han sido tomadas por los hombres, como la conducción de un país o la administración de un Órgano de Estado como lo es el Judicial”, señala.
Aunque la participación de las mujeres en estos cargos es muy importante, explica López, el sistema tiene “muchas limitaciones” que vuelven el acceso más complicado: “La mujer se ve sometida a una serie de presiones y de descréditos públicos a los que los hombres no se exponen”.
De Torrento explica que estos dos años han sido duros. Ha sido víctima de ataques contra su labor, pero también de agresiones personales. Sobre todo, en redes sociales. Cuando las resoluciones de la Sala no son agradables para algunos, cuenta, ha identificado dos cosas: que las personas arremeten contra la Sala de lo Constitucional, como ente, o contra ella. Pero nunca contra sus colegas hombres. “He sufrido ataques por el hecho de ser la única mujer en la Sala. Pero tengo una cosa muy clara: que los que estamos en la judicatura debemos tener valor y no tener temor, porque el día que un juez tenga miedo, la sociedad ya no podrá dormir tranquila”. apunta.
La representación de mujeres en este espacio, dice López, tiene incidencia en la resolución de casos desde una perspectiva de género. Por eso, de Avilés motiva a las mujeres a participar “activamente” en los procesos de elección pública. Esto, “siempre que estén conscientes de su preparación y de los conocimientos que los cargos a los que aspiren demanden”. Además, las invita a “hacer caso omiso a cualquier mal intencionada descalificación y ataque a su imagen e integridad, y a demostrar con una buena gestión, su conocimiento y capacidad”, pues esto será de beneficio para el país.
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