Árbol de fuego

Las pifias de la Asamblea

En El Salvador, el “show” parece venir desde el salón azul. Y no han podido tener peor arranque para el periodo 2018-2021. Después de la campaña electoral, en pocas semanas han quedado retratados como lo que en realidad son.

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Periodista y comunicador institucional

Los diputados de la Asamblea Legislativa son los únicos que han logrado desviar un poco la atención del mundial de fútbol. Lo han hecho a punta de pifias que no han caído en gracia a nadie. Ni siquiera a los más optimistas y críticos de lo que llaman la “antipolítica”.

Una cadena de desaciertos que los hace hundirse aún más. Es verdad, en El Salvador, el fútbol nacional y la política parecieran ir emparentados en los últimos tiempos. Porque de tanto en tanto, la gente puede mostrar algún mínimo grado de ilusión, pero todo ha terminado en debacle.

Más aún con el triste episodio de los amaños de partidos en la selección y con los desmanes federativos, que solo ilustran que el fútbol, como la política, se vive bajo los conceptos de que todo se puede negociar –incluso la dignidad–, el tráfico de influencias y la poca transparencia.

Así, los diputados recién electos para la legislatura 2018-2021 han tenido un arranque para el olvido. El mismo presidente del congreso, Norman Quijano, cometió el “desliz” de afirmar públicamente que invertir en un nuevo edificio legislativo era necesario, por las fallas estructurales que tiene el edificio donde se sesiona en la actualidad. Algo que al instante indignó a muchos, en un país donde el déficit habitacional (hay, todavía, bastantes hogares con piso de tierra, entre otras carencias) aún es alto y los graves problemas de infraestructura en escuelas y hospitales son ampliamente conocidos. El Hospital Nacional Rosales –cuyo armazón de láminas traídas desde Europa a estas alturas debería de ser museo– solo fue el símbolo de la desazón. Sin duda, fue un gol en propia puerta de Quijano. Que después se trató de matizar, pero el daño estaba hecho.

La gente no se había recuperado de la polémica del edificio legislativo cuando cayó otro baldazo de agua fría: el diputado Velásquez Parker aseguró que el salario por ocupar una curul es demasiado bajo. Algo ridículo y mezquino si se compara con el salario mínimo vigente en el país. Pero hubo quienes salieron a defenderlo esgrimiendo argumentos como que un profesional con un puesto ejecutivo en la empresa privada puede ganar más del doble de lo que recibe cada mes un diputado. Como si la gente debiera buscar una carrera legislativa en el afán de enriquecerse. “Voy a llegar a servir y no a servirme”, repiten hasta la saciedad cuando están en campaña electoral. Algo que queda en el olvido cuando recién asumen.

Pero la última “jugada” que nos llega desde la Asamblea tampoco es de pasar por alto. Y es que la bancada del FMLN va a contratar como asesores a exdiputados que no resultaron electos para la legislatura 2018-2021. Todo, según dicen, para “capitalizar la experiencia” que han adquirido después de tantos años en el pleno. Una afrenta a la voluntad popular –expresada desde su mismo voto duro– que exige una renovación en la bancada. Como si a un jugador lo expulsaran de un partido y, obstinado, le llevara la contraria al árbitro y quiera seguir en el campo. La dirigencia del Frente sigue jugando bajo sus reglas, lo que ha llevado al partido a quedar relegado a un tercer lugar en intención de voto, según las últimas encuestas.
El fútbol y la política se han convertido en un negocio. Cada cuatro años, el mundial parece robarse todas las miradas (los medios asumen que a todos les gusta el fútbol). Pero en El Salvador, el “show” parece venir desde el salón azul. Y no han podido tener peor arranque para el periodo 2018-2021. Después de la campaña electoral, en pocas semanas han quedado retratados como lo que en realidad son.

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