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Fondo y forma

Ahí hacía énfasis en la novedad del gobernante y sus curiosas «formas», sin embargo, planteaba que habría que comprobar el «fondo» de sus acciones.

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Comunicadora salvadoreña radicada en Santiago de Chile

Hace un año, luego del nombramiento de Nayib Bukele como presidente, escribí la columna «Fondo y forma». Ahí hacía énfasis en la novedad del gobernante y sus curiosas «formas», sin embargo, planteaba que habría que comprobar el «fondo» de sus acciones.

Creo que vale la pena recordar dicha columna para luego reflexionar al respecto:

«Desde el inicio de su carrera política como alcalde de Nuevo Cuscatlán, y en sus consecuentes cargos públicos, el estilo de Bukele ha estado marcado por una clara intensión de hacerse notar y verse diferente: el celeste, la gorra, los calcetines, los Facebook Live, Twitter.

Este estilo de comunicación ha logrado generar una sensación de cercanía con una masa crítica de personas que ven en su performance una esperanza, una forma diferente de hacer las cosas.

El tema es precisamente la gran diferencia que existe entre el «fondo» y la «forma». La forma, por muy relevante que sea, se limita a la superficialidad de las cosas, puede resultar interesante, pero vacía. El fondo, sin embargo, es lo que hará la real diferencia. El fondo trasciende, es el largo plazo, son las consecuencias, las implementaciones, los cambios reales. Y me refiero a gobernar.

Es fácil dejarse llevar por las formas. Sobre todo, si tenemos décadas de estar enfrentados a decepciones y tradicionalismos; a numerosos reportajes de corrupción y despilfarros. En ese contexto, obviamente esas formas de hacer las cosas que marcan una clara distinción, que se muestra atractivas, novedosas, que cuentan con seguidores y personas que las aprueban y aplauden, convencen. Por ejemplo, esos despidos públicos a través de Twitter.

Pero ojo, las formas son algo que Nayib tiene dominadas hace muchos años. Nadie puede negar que ha sabido manejar magistralmente su marca, desligándose desde el primer minuto de su ex partido, el FMLN, con el simple hecho de usar colores e insignias diferentes: el celeste y la «N» que lo han acompañado durante varios años.

El reto de este nuevo gobierno será lograr profundidad: fondo. Que sus cambios trasciendan el Twitter o la pintura de los edificios de gobierno. Sí, las formas son importantes, pero no lo son todo.

Yo deseo lo mejor para mi país. Por eso, espero que este nuevo gobierno dirigido por Bukele trascienda las formas y sea capaz de generar los cambios profundos que El Salvador necesita en términos de seguridad, salud, educación, empleo, inversión, infraestructura, calidad de vida… y tantas otras dimensiones que van más allá de la persona que está ahora a la cabeza del ejecutivo.

Nayib, mucha gente cree en vos, miles de personas han puesto su confianza en tus «Nuevas Ideas» y tenés un país lleno de necesidades y también de potencias. Demostranos con hechos que sos más que tus formas y tus tuits.»

Tristemente, un año después, lejos de profundizar en el fondo, hemos visto cómo las formas de Nayib se han ideo tornando cada vez más violentas, pendencieras, derrochadoras e incluso, berrinchudas. Todo esto, muy alejado de cualquier contenido sustancial que esté en pos de políticas públicas que sean relevantes para los salvadoreños.

Por eso, en un escenario más que retador, animo a todos los sectores de la sociedad: pymes, grandes empresas, emprendedores, ONGs, tanques de pensamiento, movimientos de la sociedad civil, a estar más unidos que nunca para entregar el «fondo» que a Nayib le ha faltado.

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