Una década, una despedida

Hace 10 años empecé a escribir una columna mensual para La Prensa Gráfica. Cuando vine a vivir a Chile, ese espacio mutó a “Desde allá” el lugar que esta maravillosa revista, Séptimo Sentido, ofrecía a salvadoreños en el exterior.

Aquí, he podido manifestar y analizar con plena libertad y desde la perspectiva de una salvadoreña en el extranjero, los múltiples fenómenos socio políticos que han ido ocurriendo durante los casi ocho años que llevo físicamente alejada de El Salvador. Gracias a estas 550 palabras mensuales, he mantenido un lazo permanente con la realidad salvadoreña y he buscado incesantemente trasladar un mensaje crítico y constructivo sobre los desafíos que nos rodean como país, como ciudadanos y como personas.

No es fácil, después de diez años de escribir mes a mes, pensar que este ejercicio de reflexión ya no tendrá lugar de vez en cuando los domingos. Por eso, agradezco a quienes en algún momento se dieron el tiempo para leerme, para escribirme o para reflexionar conmigo.

Nuestro país necesita un ejercicio permanente de autocrítica, de análisis y reflexión profunda, de búsqueda de mejoras y de implementaciones que sean de beneficio para quienes más lo necesitan. Pero lo más importante, es que esas soluciones sean creadas con la contribución de puntos de vista múltiples, diversos, integradores.

Ese es el último mensaje que quisiera trasladar en este -ahora nostálgico- espacio: la necesidad de enriquecer nuestros puntos de vista, de abrir la mente a las experiencias de otros países, de otros entornos y, de incorporar las buenas practicas que nos permitan alcanzar todo el potencial que El Salvador tiene.

No es fácil despedirse o elegir qué es lo último que uno quiere decir. Pero ya que estamos, además, cerrando uno de los años más complejos que hemos vivido en los últimos tiempos, no puedo irme sin dejar de mencionar los tremendos desafíos que debemos estar preparados para enfrentar los salvadoreños en términos de recuperación post pandemia, no solo a nivel económico, sino también a nivel social, político y ambiental.

Mi última invitación es a revisar hacia dónde se están movilizando las naciones más avanzadas: recuperación verde, infraestructuras sostenibles, energías limpias, descarbonización de la economía, economía circular, inversiones con criterios ambientales y sociales, promoción de la diversidad e inclusión, inclusión financiera, reducción de las desigualdades y muchísimos tantos temas que deben ser parte de la agenda de recuperación de nuestro país.

La nueva normalidad va más allá de las mascarillas o del alcohol gel. La nueva normalidad es un llamado a repensar los modelos de negocio incorporando aspectos sostenibles, a rediseñar las políticas públicas con una conciencia de riesgos socio ambientales y a generar negocios que resuelvan las necesidades del futuro: energéticas, de residuos, de agua, de transporte sostenible, entre otras tantas más.

Empecemos a pensar desde ya, cómo afrontar estos desafíos globales y sistémicos. No dejemos todo para última hora, como solemos hacerlo siempre los salvadoreños. Miremos cuáles son las preocupaciones del futuro para evitar que las necesidades del presente se sigan profundizando y solo se incrementen cuando lleguen estos nuevos retos.

Me despido, entonces, diez años después, de este oasis de reflexión. Y me permito agradecer a mis más fervientes lectores, amigos e inspiración: papá y mamá, por impulsarme siempre a escribir, a ser curiosa, a preguntarme por qué y a buscar las respuestas.