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Catfish: un país engañado

Nayib Buekele es el maestro de todos los Catfish. Ha dominado el arte del engaño a través de las redes sociales y sus víctimas son todo un país. Usa las redes sociales para presentarse ante una audiencia manipulable, adoptando tantas personalidades como le parezca conveniente.

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Comunicadora salvadoreña radicada en Santiago de Chile

Hace varios años, MTV transmite una serie que se llama Catfish. En cada episodio, durante unos 30 minutos, los conductores se convierten en detectives modernos: ayudan a gente común y corriente a descubrir si las personas con las que hablan por internet y de quienes -en la mayoría de los casos- se han enamorado, son reales o no.

Resulta que hay mucha gente que encuentra divertido hacerse pasar por otros. Crean perfiles falsos en las redes sociales donde usan fotos de otras personas e información biográfica falsa. Estos Catfish por lo general tienen la intención de engañar a una o varias personas inocentes para que se enamoren de ellos. A veces, incluso, piden dinero a sus víctimas.

En la medida en que uno ve cada episodio es -a lo menos- evidente, que los perfiles son falsos: se rehúsan a hacer video llamadas, ponen excusas inverosímiles para no conocerse físicamente, difícilmente acceden a enviar fotografías. En fin, resulta difícil entender cómo es posible que las víctimas logren ser embaucadas.

Pero por evidente que parezca, hay muchos que caen. De hecho, son tantos los engañados que ha sido rentable que MTV tenga un exitoso programa desde 2012 en EEUU, que incluso ha sido replicado en Chile, Brasil y Colombia.

Además, cuando las víctimas se ven enfrentados a las abrumadoras evidencias que delatan a los Catfish, se niegan a aceptar que sus enamorados/as son falsos. Inventan excusas, dan explicaciones, crean razones inverosímiles para justificar las mentiras de quienes creían amar.

Pero al final, en la gran mayoría de los casos, la verdad sale a flote: las víctimas terminan por aceptar que sus amados no son quienes dicen ser. La mentira se descubre, los Catfish dan la cara. Por lo general, no se parecen en nada a quien fingen ser. A veces piden disculpas, en otras ocasiones se indignan o se enojan al ser descubiertos. Luego, la víctima se arrepiente de todo el tiempo que perdió y todos aprenden una lección.

Una de esas lecciones es que las redes sociales aguantan con todo. Si son usadas hábilmente y se conjugan con una audiencia fácilmente manipulable, con carencias específicas o dolencias profundas, pueden crear la ilusión de una realidad alternativa, donde Catfish es un héroe: alguien que los escucha, los entiende, los enamora.

Mientras veía este programa la semana pasada, pensé: Nayib Bukele es el maestro de todos los Catfish. Ha dominado el arte del engaño a través de las redes sociales y sus víctimas son todo un país.

Usa las redes sociales para presentarse ante una audiencia manipulable, adoptando tantas personalidades como le parezca conveniente; ilusiona a sus seguidores, los enamora, diciéndoles lo que quieren escuchar; difícilmente da la cara, prefiere gobernar desde las redes sociales sin enfrentarse a la prensa; le gusta tener el control de lo que publica, para que nadie detecte qué es verdad y qué no; cuando lo confrontan, se enoja y hace berrinches si no le dan lo que quiere; tiene una masa de seguidores adormecidos, a quienes es imposible convencer que están siendo engañados, por más evidencias que se les presenten.

En fin, nuestro Presidente es una especie de Catfish y nos está haciendo perder el tiempo a todos.

Ojalá sus aires de autoritarismo millenial no pasen desaparecidos y después no nos preguntemos: ¿cómo no nos dimos cuenta?

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