Aquí y ahora

La Agencia Efe difunde un nuevo artículo de Mario Benedetti, en esta ocasión «Aquí y ahora», que fue publicado originalmente con el título de «Es el de ‘aquí y ahora’ un lema literario que está siendo desvirtuado» en el diario uruguayo «La Mañana», el 25 de abril de 1961. Esta publicación se hace por cesión de la Fundación Benedetti, en el marco del próximo centenario del nacimiento del escritor uruguayo, en septiembre de 2020.

Fotografías de / Ilustración de Moris Aldana
Ilustración de Moris Aldana

Aesta altura es difícil saber quién ha sido el verdadero inventor de un lema que ha hecho carrera en los últimos tiempos, permitiendo que tanto los intelectuales con inquietudes políticas, como los políticos con aspiraciones intelectuales, se sintieran convenientemente representados en él. Me estoy refiriendo a tres breves palabritas: «aquí y ahora» (+), que hoy en día son citadas hasta la fatiga por críticos, oradores, periodistas y literatos. Por lo menos recuerdo que Arthur Koestler y Cesare Pavese las usaron, hace varios años, con el mismo sentido y las mismas implicancias que ahora provocan. También una buena poetisa inglesa, Denise Levertov, hoy residente en los Estados Unidos, tiene un libro titulado precisamente: «Here and Now» (+).

El mundo y la esquina

En nuestro medio, «aquí y ahora» (+) (sin pretender que esta preeminencia represente un honor, creo haber sido el primero en importar el término) tuvo una rápida aceptación, porque sintetizó de modo cabal una actitud que, desde hacía un tiempo, se venía formalizando en una promoción de escritores (narradores, ensayistas, dramaturgos, y hasta algunos poetas) que hoy tienen alrededor de unos cuarenta años. Era, en cierto modo, la reacción vital contra la conspiración de la corza, contra la monótona glorificación de una Arcadia que parecía aprendida por correspondencia, contra una inapetente literatura de ojos vendados. «Aquí y ahora» (+) significaba volver a seres de carne y de hueso, enraizados en un sitio y en un tiempo, y no flotando en una especie de limbo, desprovistos de compromiso y de lectores.

Sin embargo, la profusión de citas en estos últimos meses, demuestra que los resortes del lema se han ido gastando para quienes recurren mecánicamente a él y lo dejan instalado en mitad de una frase, sin acordarse ya de qué significaba en su acepción primera. En cierto sentido, y para tales frívolos, aquí y ahora ha pasado a simbolizar, no la literatura de este tiempo sino la de este instante, no la literatura de este mundo, sino la de esta esquina. Ha comenzado a funcionar una especie de cómoda superstición, que habilita para pensar que alcanza con escribir sobre cantegriles, burocracia, conventillos, colachatas, expedientes, candombes, para que esas inermes rebanadas de realidad se conviertan, como por arte de magia, en literatura.

El primer malentendido consiste, evidentemente, en confundir literatura con periodismo, novela con reportaje. Después de tanto denuedo contra una literatura de ojos vendados, no caigamos ahora en el burdo simplismo de difundir que lo instantáneo siempre es literatura, de tomar lo verdadero como única garantía de lo estético.

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El tema y el ámbito

El primer malentendido consiste, evidentemente, en confundir literatura con periodismo, novela con reportaje. Después de tanto denuedo contra una literatura de ojos vendados, no caigamos ahora en el burdo simplismo de difundir que lo instantáneo siempre es literatura, de tomar lo verdadero como única garantía de lo estético. Cuento realista o cuento fantástico, ambos deben cumplir en primer término con las exigencias del género literario a que pertenecen. Drama militante o comedia de costumbres, ambos, antes que militancia o costumbrismo, deben funcionar como el teatro que dicen ser. Las diferenciaciones sobrevienen después, a partir del cumplimiento con las reglas del juego. No alcanza con el realismo o la fantasía, con la militancia o el costumbrismo, para asegurar la calidad literaria, el nivel artístico de una obra.

El segundo malentendido viene, quizá, de confundir el tema con el ámbito. Palabras esotéricamente locales, como «conventillo, estancia u oficina» (+), son a veces abordadas como temas, cuando en realidad solo son ámbitos. Desde el punto de vista del oficiante literario, el narrador debe encontrar el tema para desarrollarlo en un ámbito determinado. Un tema de celos, de angustia, de crueldad, tanto puede desarrollarse en una estancia como en un conventillo; o sea, que en el famoso «aquí» (+) caben todos los grandes temas de la literatura universal. Uno de los motivos de la exigencia del «aquí» (+) en la actitud de casi todos los hombres del 45, fue justamente la pretensión de que esos grandes temas no corrieran el riesgo de proceder incoloros, desasidos, lejanos. Los enemigos del «aquí y ahora» (+) ponen un gran énfasis en defender la primacía de lo imaginario puro, sin raíces de tiempo o de lugar; los frívolos acólitos (no, por supuesto, los conscientes realizadores) del lema, fanáticos del tiempo y del lugar; olvidan subordinar lugar y tiempo a los comandos de lo imaginario (de lo imaginario felizmente impuro, o sea contaminado por lo real).

Después de todo, conviene recordar que si bien algunas veces el fin puede justificar los medios, pocos hasta ahora han osado propugnar que el medio pueda justificar los fines.

Ilustración de Moris Aldana
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