La cuota que nunca dejó de llegar

El soldado Ernesto Sigüenza fue señalado por el testigo criteriado Estévez como el responsable de cuatro asesinatos, incluyendo el de su hijo. Así está consignado, al menos, hasta el 8 de junio. Pero esta acusación ha variado: el día de su captura, investigadores informaron a su familia que se le responsabilizaba de cinco. 10 días después, su abogado les comunicó que solo se le acusaba por dos: el de su hijo y el de su expareja. Esto, a pesar de que ya hay otra persona acusada del feminicidio de esta última.

A la casa de la familia Sigüenza solo se llega subiendo una pendiente rocosa entre maizales y matorrales. Ahí, en la única casita de adobe en la cima de un cerro d el municipio de Atiquizaya, el soldado Ernesto Sigüenza planeaba, en agosto de 2020, una fiesta por el cumpleaños número dos de su hijo. “El niño iba a cumplir años en septiembre. Él ya le había dicho a toda la gente de aquí. Ya lo habían preparado y resultó que nada, pues”, dice Ericka, la prima de Ernesto.

No hubo fiesta en la casa de adobe y tampoco la hubo en Chalchuapa, donde, hasta antes de la cuarentena obligatoria por la pandemia por covid-19, residía la madre del hijo de Ernesto. No hubo fiesta porque, según relata Ericka, Ernesto dejó de saber de su hijo y de los familiares de la madre de su hijo aquel agosto de 2020. Ella se había ido a Guatemala, según les habían relatado sus otrora vecinos.

El 9 de mayo pasado, en horas de la noche, la Policía subió hasta la casa del soldado Sigüenza para recabar información. Según la familia, entraron sin explicar por qué necesitaban requisar la casa y las pertenencias del soldado. 

“Entraron y a mí solo me dijeron, ‘venga’. Entonces dijeron a registrarle todo lo de él y buscaban cosas de ella (la madre de su hijo). Y yo les dije: ‘mire, es que ella no ha dejado nada aquí porque ella no tenía nada con él’ ”, cuenta la madre del soldado. 

Fue hasta que “revolvieron todo” cuando le dijeron: “vaya, mire, él está detenido ahorita y lo acusan por cinco muertos”. 

Horas antes, ese mismo día, el soldado Sigüenza había sido capturado en la base militar del cantón Las Pozas, en Ahuachapán, y desde el 19 de mayo  guarda prisión preventiva. El soldado tiene 26 años. El testigo criteriado Estévez lo señaló como responsable del asesinato de cuatro familiares de su expareja, incluyendo su hijo.

Según la acusación, el soldado Sigüenza los quería desaparecer porque le molestaba que su expareja lo había dejado atado al pago de la cuota alimenticia del niño.

Esa cuota, de acuerdo con documentos que la familia ha entregado al abogado defensor, se descontaba mes con mes de la planilla del soldado, por lo que la desaparición del hijo no puede constar como causa para anular la demanda de manutención. El descuento, además, dice la prima del soldado Sigüenza, se siguió efectuando hasta el mes de su captura.

Según la acusación, el soldado Sigüenza habría pactado un pago de $270 para que le ayudaran a matar a su hijo y a la familia de la madre del niño. Además, habría aceptado que su cómplice tomara la tarjeta bancaria para, mes con mes, y durante siete meses, tomar el dinero. Es decir que el mismo soldado que se quejaba, según la acusación, de pagar una cuota mensual para su hijo habría aceptado que esta fuera cobrada en un cajero por el testigo criteriado Estévez, quien además pudo ingresar a la casa de las víctimas para tomar esa tarjeta. No queda claro cómo es que él, o su cómplice, Estévez, accedieron a la contraseña de esa tarjeta si se supone que el soldado ya no tenía ninguna relación con su expareja.  

En Atiquizaya, para la familia del soldado Sigüenza, el perfil que las autoridades han construido de Ernesto desentona con el que ellos recuerdan: el de un padre que se preocupaba por su hijo.

“Él marcaba a ese número que le habían dado y no le respondían”, cuenta Ericka. Nadie le daba razón de dónde estaba su hijo. Lo único que supo es que la madre del niño y parientes de esta última vivían en una casa de dos plantas ubicada en un callejón de tierra en la Colonia Tazumal. Esa casa está ubicada a tres calles de la residencia del expolicía Hugo Osorio, en la colonia Las Flores.

Las víctimas eran cercanas a Osorio, como lo eran aquellos asesinados en la noche del 7 de mayo. Según los vecinos, la abuela materna del hijo del soldado Sigüenza y Osorio eran íntimos desde hace poco más de seis meses. Que se habían mudado a la casa del ahora conocido como “asesino de Chalchuapa” es lo último que se supo de ellos en la colonia Tazumal.

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