Meridiano 89 oeste

El amor después del amor

Ya con el tiempo, uno se da cuenta de que muchas veces ese amor romántico idealizado termina cumpliendo con el ciclo y la mariposa deja atrás al capullo. Y no pasa nada.

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Investigadora y escritora radicada entre Madison, Wisconsin, y San Salvador

El amor después del primer gran amor lleva siempre la huella del desengaño; como una camisa de segunda mano que viene con una vida anterior. Hay un poema de Charles Bukowski en que llega al meollo de la experiencia de las parejas que se unen ya luego de tener hijos y del divorcio. Ahí Bukowski habla de las mujeres pero se aplica de igual forma a los hombres. Dice “Todas las mujeres…tienen automóviles…y ex maridos…y llevan caras de desilusión; todas han sido decepcionadas. No sé bien qué hacer por ellas.” Todos los hombres también. Es la cuestión del amor luego del amor.

Hay esas personas que buscan pareja como si existiera una sola persona que es su destino y su alma gemela en el mundo. Nadie se para a pensar que si fuera así y que el destino te hubiera apartado una sola persona en el continuo de espacio y tiempo, las posibilidades de encontrarse serían casi nulas y el ser humano como especie quedaría en extinción. Más de alguna vez he sospechado que ese primer amor romántico, más que ser un misterio espiritual, es un proceso tan común y universal como el ciclo de la vida de un insecto; huevo, pupa, larva y mariposa. Ya con el tiempo, uno se da cuenta de que muchas veces ese amor romántico idealizado termina cumpliendo con el ciclo y la mariposa deja atrás al capullo. Y no pasa nada.

Sin embargo no es que se pierda la posibilidad de amar después del amor, sino que uno ve el amor por lo que es. Lo aprecia y al mismo tiempo le da su lugar dentro de una vida llena de otras responsabilidades y cosas. Le da un 15% de la energía vital, que es bastante. Lo evalúa, lo cultiva y lo respeta. Es una versión del amor sin la necesidad de hacer una fusión completa; en que uno reconoce que la pareja sigue existiendo fuera de la relación y que hay que complementarse sin girar sobre un mismo eje. Es un amor que acepta límites y entiende que el otro existe sin ti, porque ya hay varias décadas de constancia. Uno reconoce la subjetividad del otro y en este sentido es un amor menos egoísta y más ético. Algo que debe estar desde un principio en cualquier relación.

Bukowski no sabía qué hacer por estas mujeres con las miradas claras. Las que han amado antes, dieron el corazón una vez ya y saben que si se han equivocado una vez que vos también podrías ser un error. Son las mujeres que no te necesitan. Las que aman ahora conscientes del terrible secreto del amor; que no siempre dura, que se acaba y que no es indestructible. Son mujeres y hombres como Don Manuel, el protagonista de San Manuel Bueno Mártir de Miguel de Unamuno que es el párroco de su pueblo pero no tiene fe, no puede creer en Dios, y si finge creer ante sus fieles es por mantener en ellos la paz que da la creencia en otra vida, esa esperanza consoladora de la que él carece. Cierro con Fito Páez que tiene una canción, ‘El amor después del amor’, donde aconseja que “nadie puede y nadie debe vivir sin amor.” No estoy de acuerdo con el músico. El amor después del amor es una respuesta, pero no es la única y no pasa nada.

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