Escribiviendo

Dios mío, ¿qué estaremos pagando?

Un médico costarricense, cuando le preguntan sobre el éxito para combatir la pandemia, responde: “Cultura, educación, y sobre todo disciplina”.

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El título es una frase de mi madre en las diferentes etapas difíciles que algunas veces pasábamos. Momentos en los que su principal preocupación era cómo mantener nuestras vidas, escuela, alimentación, enfermedades, infecciones y desparasitaciones, para lo cual solo tenía sus manos y cabeza para sortear las dificultades. A propósito de desparasitaciones, mi madre designaba un día al año para esos efectos, el único día del año que no salía a trabajar.

Por supuesto que la tal desparasitación era una tortura por sus pócimas aceitosas y malolientes. Si la vomitábamos la amenaza era que había que tomar otra vez la medicina. Me hace traer a la mente protocolo de la actual pandemia: quien viola la cuarentena, incrementa los días. Parece lógico. De niños lo entendíamos y hacíamos esfuerzos para evitar el vómito para no repetir el mal momento. En estos días, ese mal momento es perder la vida y hacerla perder a otros, como únicos transmisores que somos del virus.

Con esas prevenciones anuales mi madre nos salvó la vida, pues nuestras condiciones que nunca fueron privilegiadas, excepto porque ella nos decía de memoria los poemas que se había aprendido en su juventud. Sin duda nos despertó cierta sensibilidad hacia los demás. Sin proponérselo nos despertaba valores sociales. Y sembraba la semilla de mi mundo literario, con sentimientos de generosidad, alegría, gratitud, y acción como nos recomiendan los neurocientíficos.

Todos estamos lastimados en diferentes grados, porque la pandemia es global; pero también los valores arriba mencionados, son un idioma entendible por todo el mundo. Pese a las limitaciones e inequidades, es importante no duplicar nosotros mismos los maltratos de la vida.

A propósito de gratitud recuerdo al poeta chicano Francisco Alarcón (QEPD), quien nos acompañó por ocho años, desde Estados Unidos, en el Festival de Literatura Infantil. Catedrático de una universidad californiana, se hospedaba en un lugar sencillo del Barrio San Jacinto, que ofrecía Jorge Argueta, donde se cocinaba para alimentar a los poetas visitantes que venían de los Estados Unidos a apoyarnos.

Pancho Alarcón era un excelente gourmet de comida popular, sabía las limitaciones de insumos alimenticios; un año nos trajo a un chef graduado para que con insumos alimenticios sencillos pudiera desplegar su creatividad cocinando platos variados. Tenía sus ocurrencias ingeniosas, por ejemplo le gustaba estar en San Jacinto porque no necesitaba usar teléfono para pedir delicatesen modalidad “delivery“. “A domicilio pasan vendiendo tortillas, pupusas, empanadas, tamales, elotes. ¡Qué rico!”. Lo decía con una carcajada feliz.

Hemos aprendido mucho en esta pandemia, no solo recordar como expresión de gratitud, generosidad y disfrute, también a nivel global me ha gustado algunas frases aleccionadoras. Un profesor italiano: “En la Segunda Guerra Mundial, nos enviaban a morir en las trincheras, ahora con esta Tercera Guerra Planetaria nos ordenan guardarnos en casas, ante un enemigo invisible y asintomático”.

También tiene gran riqueza esta frase de Aristóteles: “La esperanza es el sueño de los hombres (y mujeres) despierta(o)s”, Sí, hay que estar despiertos para apoyar a la población sanitaria y de servicios diversos que se expone pese a naturales ansiedades y miedos. Nadie debería reaccionar con indiferencia ante los cuadros “dantescos” (así califica CNN) de Perú y Nueva York).

También hay hechos y frases constructivas. Un médico costarricense, cuando le preguntan sobre el éxito para combatir la pandemia, responde: “Cultura, educación, y sobre todo disciplina”. Contar también, agrega con un buen sistema de salud.

La crisis golpea a todos, incluyo mi proyección de vida: los libros de la cotidianidad. También los representativos del patrimonio cultural, para lo cual ya se preparan protocolos relacionados con muebles e inmuebles. Sobre el libro analógico (en papel) de lectura recreativa o formativa, el hogar y la escuela los necesitará como necesidad básica, esto se aplica a cualquier modalidad que se adopte post pandemia. Atender en línea con los vacíos tecnológicos, cobertura y brecha digital, requerirá del libro como compañero fiel de apoyo solo para los estudiantes, sino para la población, a la que debemos hacer lectora para llenar vacíos educativos incluso de disciplina y cubrir vacíos de sensibilización social que incluye apropiamiento de la realidad, comportamientos y actitudes creativas.

La educación en línea no se contradice con el libro analógico. Está comprobado que ese tipo de educación requiere del libro, hay ejemplos de universidades a distancia cuyas editoriales superan a las tradicionales en la producción de obras. Esto deberá asimilarse a todos los niveles de grado escolar. Aun más, sería gran oportunidad, como ocurre en la crisis, aplicar cinco minutos para leer un libro literario en todas las asignaturas. El libro es el sueño despierto, la esperanza como dijo Aristóteles hace dos mil años.

En la formación de valores influye mucho la obra literaria. Mayor percepción y apropiamiento de la sinergia para resolver un problema no solo nacional sino mundial. Apoyo a la convivencia y la solidaridad. Respeto a quienes se sacrifican por mantenernos sanos: personal de salud, de seguridad, y servicios para cubrir necesidades varias.

Respecto a lo que podríamos estar pagando, según han dicho los expertos desde hace años, y reiterado con la actual pandemia, estamos recibiendo respuesta al maltrato de la naturaleza, y de los animales. La tierra, el agua no pueden ser vengativas; pero el deterioro ambiental y no reducción del cambio climático, están dando su respuesta global. De modo que esa esperanza aristotélica debe ser otro gran logro de los cambios que se anuncian post pandemia. Pero para lograr el sueño despierto, debemos tomar conciencia que cada contagiado, y peor el asintomático, es algo más que una bomba de tiempo si no se logra el distanciamiento social. o la cuarentena. Impulsemos entonces la educación y disciplina en casa.

Nota.- La salud mental preserva el sistema inmunológico, una defensa del convid-19: “Si sientes miedo, tristeza, enojos, o te sientes vulnerable y falta de control”. El ISSS, ofrece dos teléfonos: lunes a viernes de 7 a.m. a 3 p.m. 2591-6522. Y las veinticuatro horas todos los días, llamar al 2591-6557

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