Dony no es un indigente, pero los sábados hace un viaje de más de una hora para hurgar en los contenedores de basura de un mercado popular. Luisa prefiere bregar por comprar una de las bolsas de alimentos que reparte el gobierno de Nicolás Maduro. Luz Marina pasa siete horas en una cola para entrar a los supermercados donde llegan ocasionalmente productos con precios regulados. María Elena, para evadir las largas filas, negocia con revendedores. Antonia visita un bodegón, una suerte de réplica de un almacén de Miami, que solo vende mercancía importada a precios dolarizados. Manuel, empresario con una billetera más profunda, llena su despensa con compras en línea en Estados Unidos y luego las trae a Venezuela en barco.
Todo esto ocurre en Caracas, donde ese acto cotidiano de hacer la compra se volvió un imposible. Para millones de ciudadanos de América Latina, entrar al supermercado, tomar un carrito, empujarlo por los pasillos y llenarlo de alimentos básicos es lo común, pero para los venezolanos es un hecho extraordinario. Por eso, para conseguir alimentos, cualquier alternativa vale en un país que tuvo el año pasado una inflación de aproximadamente 480 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional, y en el cual prácticamente uno de cada dos productos de la canasta básica escasea, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, observatorio que hace seguimiento del tema.
En febrero pasado se divulgó la más reciente Encuesta sobre Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por tres universidades públicas y privadas. El estudio reveló las consecuencias de la conjunción del aumento de los precios y de la restricción de la oferta: 32.5 por ciento de los habitantes del país solo ingiere alimentos un máximo de dos veces al día y el 93.3 por ciento afirma que sus ingresos no le alcanzan para comer. Se calcula que más del 74 por ciento de la población ha perdido al menos 16 libras de peso. Las personas sometidas a ese rigor explican su delgadez con una frase: “La dieta de Maduro me tiene así”.