Una aldea de Guatemala llora a Felipe, el migrante de 8 años que murió

Su padre decidió llevárselo porque era el mayor. A sus ocho años, Felipe emprendió un camino lleno de peligros, mismos que su familia dijo ignorar. En la aldea de la que partieron no hay agua ni electricidad. Apenas hay comida. Sobra, sí, nostalgia y admiración por todos los que antes que Felipe y su padre también se fueron a buscar sustento en Estados Unidos.

Fotografías de AP
Fotografía de AP

Un pequeño altar con flores y veladoras yacía sobre una mesa dentro de la sencilla vivienda de madera en una remota región rural de Guatemala. Cerca de allí estaba un pequeño par de botas de hule, adecuadas para un niño de ocho años.

Pegadas a la pared había tres fotos acompañadas por un sencillo epitafio para el niño, cuya memoria se honraba con el improvisado altar: “Felipe Gómez Alonzo. Murió el 24 de diciembre de 2018 en Nuevo México, Estados Unidos”.
En Nochebuena, Felipe se convirtió en el segundo niño guatemalteco en un mes en morir bajo custodia de autoridades estadounidenses cerca de la frontera con México.

Los fallecimientos desataron críticas generalizadas hacia el presidente Donald Trump, que ha procurado responsabilizar de ello a sus rivales políticos, incluso mientras su secretaria de Seguridad Nacional prometía que se realizarán exámenes adicionales de salud a los niños migrantes detenidos.

En sus primeras declaraciones públicas sobre la muerte de estos dos niños guatemaltecos bajo custodia estadounidense, el presidente Donald Trump sostuvo que los dos pequeños migrantes ya estaban “muy enfermos” antes de que llegaran a la frontera, y le endosó la responsabilidad de sus muertes a los demócratas. Sin embargo, ambos niños pasaron los exámenes de salud iniciales de la Patrulla Fronteriza.

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UNA ALDEA LEJANA
En el poblado de Yalambojoch, donde vivía el niño, en el occidente de Guatemala, las consecuencias políticas en Estados Unidos de lo ocurrido parecían muy distantes y solo había una profunda tristeza por su muerte.

Los parientes dijeron que no tenían idea de que podría ocurrir una tragedia así. Ni habían oído hablar de las políticas estadounidenses por las que miles de niños migrantes fueron separados de sus padres a principios de este año.
“No tenemos televisión, no tenemos radio”, dijo Catarina Gómez, hermana de Felipe. “No sabíamos que había pasado antes”, agregó, refiriéndose a que desconocían que otros niños migrantes ya habían muerto.
La aldea, situada sobre una planicie y rodeada de espectaculares montañas llenas de pinos verdes, es un sitio de pobreza aplastante y falta de oportunidades. Solo hay una pequeña escuela, no es posible transitar por las calles de tierra en época de lluvias y las viviendas son rudimentarias, sin pisos adecuados, agua ni electricidad.

En la comunidad habitan familias que huyeron a México durante los años más sangrientos de la guerra civil de Guatemala, de 1960 a 1996, pero regresaron tras la firma de los Acuerdos de Paz. No hay empleos, y la gente vive exiguamente de la agricultura de subsistencia y el comercio local. Los residentes dicen que el Gobierno guatemalteco ha permanecido impávido ante su sufrimiento, queja que puede escucharse en otros poblados pobres del país.

Catarina dice que desde hace algunos años en la comunidad “todos empezaron a irse a Estados Unidos”, tanto que un proyecto local para mejorar la educación, financiado con cooperación sueca, dejó de funcionar porque ya no había jóvenes a quienes darles clases.

“No tenemos televisión, no tenemos radio”, dijo Catarina Gómez, hermana de Felipe. “No sabíamos que había pasado antes”, agregó, refiriéndose a que desconocían que otros niños migrantes ya habían muerto. La aldea, situada sobre una planicie y rodeada de espectaculares montañas llenas de pinos verdes, es un sitio de pobreza aplastante y falta de oportunidades. Solo hay una pequeña escuela, no es posible transitar por las calles de tierra en época de lluvias y las viviendas son rudimentarias, sin pisos adecuados, agua ni electricidad.

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LLUVIA DE CRÍTICAS
Los demócratas criticaron a Trump por tuitear que las políticas de inmigración demócratas fueron las responsables de las muertes. En tanto, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, visitó a autoridades médicas de la Patrulla Fronteriza en Arizona y Texas, en medio de promesas de exámenes de salud adicionales para los niños migrantes.

El comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus iniciales en inglés), Kevin McAleenan, dijo la semana pasada que antes de diciembre, ningún niño había muerto bajo la custodia de la CBP en más de una década.

McAleenan incluso pidió una “solución multifacética” a la crisis de la inmigración, que incluya no solo una mejor seguridad fronteriza y nuevas leyes de inmigración, sino también más ayuda a los países centroamericanos de los que muchos de los inmigrantes han huido. Esto se contradice con un reciente tuit de Trump, en el que amenazó con cortar la ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras.

“Creo que el anuncio del Departamento de Estado de un aumento sin precedentes de la ayuda es un gran paso adelante”, dijo McAleenan en el programa “This Week”, de la cadena ABC. “Hay destellos de esperanza tanto en seguridad como en el frente económico en América Central. Necesitamos fomentar eso y ayudar a mejorar las oportunidades de quedarse en casa”.

El Gobierno de El Salvador, por su parte, rechazó las afirmaciones de Trump de que no hace lo suficiente para frenar la migración hacia Estados Unidos. El país centroamericano informó que ha realizado mejoras económicas y sociales para atacar las raíces del fenómeno migratorio.

En un comunicado, el Gobierno salvadoreño informó que ha realizado una campaña en medios de comunicación, y ha hecho constantes llamados a la población a no arriesgar sus vidas y las de sus familias, especialmente si se trata de niñas, niños y adolescentes. Afirmó que la migración en el país ha caído considerablemente.

Luto y tristeza. Mateo Gómez, de seis años, es hermano de Felipe, de ocho, el niño guatemalteco que murió mientras estaba bajo custodia de autoridades estadounidenses.

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SIN NADA
Fueron la pobreza extrema y la falta de oportunidades las que impulsaron al padre de Felipe, Agustín Gómez, a decidir que él y el niño partirían rumbo a Estados Unidos. Otros integrantes de la comunidad ya habían podido cruzar la frontera estadounidense con niños, y pensó que tendrían la misma suerte.

Felipe fue elegido por ser el hermano varón más grande. Nadie pensó que el trayecto fuese peligroso.
“No pensé, porque ya varias familias se han ido y llegaron; pensé que iba a ser lo mismo”, dijo Catarina Alonzo, la madre de Felipe, en su lengua indígena chuj porque no habla español. Su hijastra funge como intérprete. Su localidad se ubica en el municipio de Nentón en la provincia de Huehuetenango, a unos 400 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala.

Felipe estaba sano cuando partieron, afirma su familia. La última vez que su madre habló con él, un día antes de que lo detuviera la Patrulla Fronteriza, le dijo que estaba bien, que había comido pollo y que la siguiente vez que hablaran la llamaría desde Estados Unidos.

Pero la llamada que entró fue la de su marido el día de Navidad para decirle que Felipe había muerto la víspera.
Ambos habían sido aprehendidos una semana antes, el 18 de diciembre, cerca del puente Paso del Norte que comunica a El Paso, en Texas, con Ciudad Juárez, en México, según funcionarios fronterizos. Padre e hijo fueron detenidos en el centro de procesamiento del puente y luego en la oficina de la Patrulla Fronteriza en El Paso, antes de ser transferidos el 23 de diciembre a unas instalaciones en Alamogordo, Nuevo México, a unos 145 kilómetros (90 millas) de distancia.

Después de que un agente se percató que Felipe estaba tosiendo, padre e hijo fueron transportados a un hospital en Alamogordo, donde al niño se le diagnosticó resfriado, con fiebre de 39.4 grados centígrados (103 Fahrenheit), señaló la CBP.

Felipe quedó en observación durante 90 minutos, se le recetó amoxicilina e ibuprofeno, dijo la CBP, y se le dio de alta. Pero horas después se sintió mal y reingresó al hospital. Falleció poco antes de la medianoche del lunes.

Entre los pobladores que lamentaban la muerte de Felipe estaba su amigo Kevin, de siete años. Dos días antes de que Felipe se fuera, se pelearon. “Andaban llorando porque se habían peleado”, dijo Catarina, la hermana de Felipe. “Luego mi hermanito se fue”. Cuando Kevin llegó a buscar a su amigo, este ya no estaba. Kevin ya sabe que el niño se murió, explican sus familiares.

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EN REDES
El presidente Trump se refirió por primera vez en tuits al deceso de Jakelin Caal, una niña guatemalteca de siete años que murió el 8 de diciembre, y el fallecimiento de Felipe.

La CBP emitió detallados comunicados sobre los decesos de ambos niños. Una inspección inicial a Jakelin “no reveló evidencia de problemas de salud”, dijo la CBP el 14 de diciembre. No fue sino varias horas después que el padre de Jakelin, Nery Caal, les informó a los agentes que ella estaba “enferma y vomitando”, dijo la dependencia. Abogados de la familia Caal también han negado las afirmaciones de que Nery “no le dio agua en varios días”, como escribió Trump.

La CBP dijo que los agentes realizaron 23 inspecciones a Felipe y su padre durante los primeros dos días que estuvieron detenidos. El padre de Felipe, Agustín Gómez, dijo a un funcionario guatemalteco que el niño comenzó a presentar síntomas la mañana del lunes, el día en que murió.

A pesar de la declaración de Trump de que los demócratas eran responsables por sus “patéticas” políticas migratorias, al menos una de las leyes que su gobierno culpa –una legislación que impide la deportación inmediata de niños sin compañía de un adulto provenientes de países centroamericanos– fue promulgada en 2008 por el presidente republicano George W. Bush.

Los demócratas criticaron los tuits del presidente: “Manchó el recuerdo de Jakelin y volvió a traumar a su familia propagando mentiras de las causas de su muerte”, dijo el representante federal por Texas, Joaquín Castro.
Las declaraciones de Trump el fin de semana pasado ocurrieron el mismo día en que la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, visitaba Yuma, Arizona, donde se reunió con funcionarios fronterizos y personal médico. A través de un comunicado, informó que “el sistema evidentemente está rebasado y debemos trabajar juntos para atender esta crisis humanitaria y proteger a las poblaciones vulnerables”. Llamó al Congreso a “actuar con urgencia”.

Desolada. Para María Gómez, tía de Felipe, no hay consuelo. Solo una profunda tristeza por la muerte del sobrino de ocho años.

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LAS CAUSAS
La autopsia mostró que Felipe tenía influenza, señalaron autoridades de Nuevo México, pero es necesario efectuar más exámenes antes de que pueda definirse de qué murió.

La otra niña guatemalteca, Jakelin Caal de siete años, mostraba síntomas de sepsis, una serie de anormalidades de diversa índole en el cuerpo humano relacionadas con una infección, según las autoridades.

Kevin McAleenan, comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, exhortó a que se implemente una “solución multifacética” a la inmigración, incluida no solo una mejor seguridad fronteriza y nuevas leyes migratorias, sino también más ayuda a los países centroamericanos de los que salen los migrantes.

Refiriéndose a la promesa estadounidense efectuada a principios de diciembre de destinar $5,800 millones para ayuda al desarrollo en América Central, McAleenan consideró que se trata de “un enorme paso adelante”.

“Hay indicios de recuperación tanto en el frente de seguridad como en el económico en Centroamérica. Necesitamos impulsar eso y ayudar a mejorar las oportunidades para quedarse en casa”, declaró a la cadena ABC.

El alcalde de El Paso, Dee Margo, dijo que se reunió con Nielsen e informó que está de acuerdo con ella en que las políticas migratorias están “fracturadas”. “El Paso lidia con los síntomas como resultado de la falta de fortaleza en Washington, en ambos lados, para lidiar con nuestras políticas migratorias”, dijo Margo, un republicano.

Felipe y Agustín Gómez fueron aprehendidos por agentes fronterizos el 18 de diciembre cerca del puente Paso del Norte –que conecta El Paso con Ciudad Juárez, en México–, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus iniciales en inglés). Ambos estuvieron detenidos en el centro de procesamiento del puente y luego en la oficina de la Patrulla Fronteriza en El Paso, hasta que alrededor de la 1 de la madrugada del domingo fueron trasladados a unas instalaciones en Alamogordo, Nuevo México.

Recuerdos. En la casa que habitaba, ahora hay una especie de altar con las fotos de Felipe.

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EL LUTO
Afuera de la casa de los Gómez en Yalambojoch, se reunieron varias mujeres que vestían faldas de lavanda decoradas con los intrincados patrones utilizados en la ropa indígena de la región. Coloridas mantas colgaban en un tendedero sobre el terreno lodoso.

Pegados a la puerta estaban también unos dibujos que Felipe hizo en la escuela. Uno mostraba un globo azul con un hilo verde; en el otro, un caballo blanco saltaba una cerca y en el fondo brillaba un sol amarillo en un cielo anaranjado.

Entre los pobladores que lamentaban la muerte de Felipe estaba su amigo Kevin, de siete años. Dos días antes de que Felipe se fuera, se pelearon.
“Andaban llorando porque se habían peleado”, dijo Catarina, la hermana de Felipe. “Luego mi hermanito se fue”.
Cuando Kevin llegó a buscar a su amigo, este ya no estaba. Kevin ya sabe que el niño se murió, explican sus familiares.

Tratando de contener las lágrimas, Catarina Alonzo cuenta que su hijo le hizo algunas promesas antes de irse, como que cuando fuera un adulto trabajaría para mandarle dinero. Felipe también quería comprarle un celular para que ella pudiera ver imágenes.

En aquel momento solo esperaba dos cosas: que le devolvieran cuanto antes el cadáver de su hijo para poder sepultarlo, y que le permitan a su esposo quedarse en Estados Unidos porque aún tiene una deuda que pagar y otros hijos que mantener.

El consulado guatemalteco en Phoenix ha dicho que Agustín Gómez fue puesto en libertad con un permiso especial humanitario, el cual le permite estar en territorio estadounidense por ahora. Mientras, el cadáver de Felipe fue repatriado y ya descansa cerca de la aldea de la que salió con la esperanza de tener más oportunidades.

Sin oportunidades. Durante los años del conflicto armado, los habitantes de Yalambojoch huyeron hacia México. Regresaron tras la firma de los Acuerdos de Paz. Ahora, poco a poco, están volviendo a irse, esta vez, más al Norte.
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