«Me había apropiado de la guitarra de la iglesia»

Mauricio Galán tiene 27 años. Es la única voz contratenor en la Ópera de El Salvador, proyecto del que es parte desde 2014 y donde se ha desarrollado como cantante. Originario de Chalatenango, Mauricio es licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Además, dirige el coro musical de jóvenes en una parroquia.

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Mauricio Galán

¿Cómo se imaginaba que iba a ser su vida?

Desde pequeño supe que mi vida iba a estar llena de música, porque siempre sentí una gran pasión por el canto y los instrumentos.

De seguir cómo va, ¿cómo cree que va a estar en 10 años?

Me veo dando una masterclass de canto, haciendo viajes por el mundo, en especial en Europa, para compartir mi pasión en el canto. Dominando dos instrumentos musicales, ya que, por el momento, solo toco uno. Y con, al menos, dos discos con una excelente producción.

¿Qué es lo peor que le podría pasar cantando?

Cantar sin sentirlo y sin interpretar. Más allá de los errores técnicos y vocales que alguien pueda tener al ejecutar una canción, siento que el más grave es no transmitir a la gente lo que estás cantando.

¿Cómo pone sus talentos a trabajar por su meta?

Siempre me exijo más, busco la manera de dar un extra en todo lo que hago. Me gusta que las cosas sean bien hechas y, por eso, me esfuerzo en revisar minuciosamente mi trabajo al cantar, al presentarme un escenario, y en general, en todo lo que hago.

¿Cuál es su miedo más grande?

Mi miedo más grande es no dejar huella en el mundo musical. Quiero dejar un toque de mí en la música y ser recordado a través del tiempo como un exponente del pop lírico. Otro miedo que tengo es quedarme afónico durante una presentación, eso sería horrible.

¿Cuál ha sido su mayor atrevimiento en la vida?

Mi mayor atrevimiento ha sido lanzarme al mundo, presentarme cantando en público. Cuando era pequeño, era muy tímido e introvertido, pero ya que me gustaba tanto la música y ver a los cantantes presentarse, así que me puse el reto de que yo tenía que hacerlo y tenía que hacerlo bien.

¿Qué es lo más ilícito que ha hecho?

Me había apropiado de la guitarra de la iglesia. Fue cuando estaba aprendiendo a tocarla. Lo gracioso es que me preguntaban si sabía de la guitarra y yo siempre ponía cara de asombrado y decía que no sabía. Pero, aclaro, luego la devolví.

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