La plaga que quema el maicillo de Morazán
Los productores de maicillo (sorgo) en Morazán están siendo golpeados por una plaga que desconocen. Se trata de una infección que entre 2014 y 2020 dejó pérdidas por un total de 95,800 quintales del grano.
La voz metálica de un pastor que grita una prédica a través de una radio es una de las pocas señales de vida entre los cerros en la parte alta de Guatajiagua, en el departamento de Morazán. Las casas acá están ocultas en las lomas y separadas entre sí por largas veredas rocosas. Son pocas, y quienes las habitan se dedican a la agricultura.
Reynaldo Guevara conoce bien estas veredas: ha pasado toda su vida en esa zona. Empezó a trabajar con su papá a los 10 años. Ahora, con 63, una esposa y cuatro hijas, trabaja en un terreno de tres manzanas y media que le pertenece, dice, a un vecino. El trato es de amigos, por eso a él no le cobran los $60 mensuales que, en promedio, le cuesta a un agricultor alquilar una manzana en la zona.
Reynaldo es miembro de la asociación de agricultores de Guatajiagua. Es el único de la cooperativa que decidió cultivar maicillo (sorgo) durante el año agrícola 2020-2021. Los productores en Guatajiagua se atreven cada vez menos a sembrar maicillo.
El año agrícola 2019/2020 finalizó en Morazán con una producción de 32,484 quintales de maicillo, de acuerdo con estadísticas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Entre 2014 y 2020, el único despunte en la producción ocurrió en 2016/2017, que cerró con 138,000 quintales. La producción en 2020, entonces, representó un desplome del 76 % en relación con esa cantidad.
Morazán aportó 32,000 de los 2 millones 300 mil quintales de maicillo que produjo El Salvador durante el año agrícola 2019/2020. El país pasó a producir esa cantidad después de cerrar un año agrícola, en 2014/2015, con 3 millones de quintales. En seis años, El Salvador dejó de producir 689,000 quintales.
En los cerros de Morazán, el maicillo dejó de germinar entre las milpas desde hace cuatro años aproximadamente. Este cultivo no necesita fertilizante ni abono. Así lo explica Obed Véliz, representante de la asociación de agricultores de Guatajiagua. «Pero, aunque no necesite tanto químico, es un poco más delicado y sensible a las plagas», dice el también agricultor. Aquí, en la parte alta de Guatajiagua, una plaga acabó con los cultivos de maicillo. «Era como que le caía fuego: se quemaba todo», dice.
El Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA) publicó el documento «Cultivo del sorgo» en 2018. De acuerdo con este, la importancia del grano radica en que su harina puede utilizarse para sustituir «en un 50 % a la de trigo en la elaboración de pan, sin afectar la calidad».
También se utiliza para la alimentación animal, ya sea directamente o en forma de concentrado.
Obed da cuenta de esa información. Asegura que la mayor parte de productores asociados solía cultivar maicillo para alimentar cerdos o gallinas. Ahora, dice, toca alimentarlos con maíz. Toca invertir más. Pero del maicillo y su plaga, los productores huyen.
Una plaga de la que no se habla
«En las hojas se hacían unos animalitos como que eran pulgas», dice Reynaldo. «Ya luego, se hacía como una miel». Obed asiente y reconoce, en el relato de Reynaldo, un problema que ha visto en otras plantaciones. «Cuando aparece, ya no deja que el cultivo se desarrolle», explica Reynaldo. Ninguno de los dos sabe a ciencia cierta de qué plaga se trata.
En «El cultivo del sorgo», un documento publicado por el CENTA en 2018, se enlistan las principales plagas que afectan al grano. Una de estas es la de pulgón amarillo: un insecto que succiona savia y que produce hongos en las hojas de maicillo. De acuerdo con este, la primera vez que se reportó «alta infestación» fue en 2015. La presencia de este insecto puede ocasionar «la pérdida total del cultivo», reza el párrafo de daños.
El documento, sin embargo, no está actualizado: el apartado del pulgón amarillo, que incluye información sobre la biología del insecto, los daños que produce y las medidas de prevención y control, es exactamente el mismo que el de un documento publicado en 2007 bajo el nombre «Guía técnica del sorgo». El CENTA, entonces, utiliza la misma información de hace 11 años.
Vladimir Bolaños, agrónomo de la Cámara Salvadoreña de Productores Agropecuarios (CAMPO), señala que una plaga «es la presencia de algún organismo que ocasiona daños masivos en un cultivo y que, por ello, genera daños económicos». Asegura que los productores en Guatajiagua se enfrentan a una plaga de pulgón amarillo. Esta plaga, dice, «ha mutado». «La base de alimentación del pulgón amarillo no era el sorgo. Eran otros cultivos, como las hortalizas», explica.
Para Bolaños, la mutación del pulgón amarillo está directamente relacionada al cambio climático: «El pulgón aparece en zona de laderas, donde no hay lluvia ni sistemas de riego». Reynaldo le da la razón desde la parcela que combina maíz y maicillo, asegura que en Guatajiagua, ya no llueve como antes.
La última vez que el CENTA apareció por Guatajiagua fue en 2017. Así explica Obed. «Hicieron una investigación, pero a mí, como agricultor, no me dejó muy convencido», dice. Llevaron un remedio para la plaga. «Era un líquido, como jabón. Yo entiendo que pueda ser desinfectante, pero así no se detuvo la plaga», asegura.
A pesar de la visita del CENTA, ni Obed ni Reynaldo saben identificar de qué se trata «la plaga de fuego», como le llaman a lo que acabó con el maicillo. Ellos no saben a qué se están enfrentando. «Lo que hicieron, entonces, los agricultores, fue dejar de sembrar para que se acabara el problema», relata Obed.
La decisión se evidencia en las manzanas de cultivo en el departamento. Según las estadísticas del MAG, en seis años, entre 2014 y 2020, Morazán perdió 3,698 manzanas de cultivo de maicillo. El año agrícola 2019/2020 cerró con un total de 1,675 manzanas repartidas por todo el departamento.
LA PRENSA GRÁFICA intentó contactar al ingeniero Lauro Alarcón de la unidad de granos básicos del CENTA para conocer sobre el trabajo de la institución en materia de control de plagas de este tipo de cultivos. La unidad negó cualquier posibilidad de entrevista, asegurando que el técnico «no está autorizado a brindar ninguna información».
El Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA) advirtió, en marzo de 2019, un incremento en las plagas en cultivos de frijol, maíz y maicillo a raíz de las bajas precipitaciones proyectadas para el período mayo-julio del mismo año. El maíz y el maicillo se verían más afectados por el pulgón amarillo. OIRSA recomendó a los agricultores, en aquel momento y entre otras medidas, la «implementación de sistemas de riego cuando esta sea una posibilidad».
Acá arriba en el cerro, el sistema de riego no es, ni siquiera, una posibilidad. El agua llega hasta la casa de Reynaldo a través de una tubería que conecta con un pozo a varios metros de distancia. Él mismo la instaló. De ahí proviene el agua para que la familia y los cultivos de Reynaldo vivan. Este es su sistema de riego.
No conoce de estadísticas, sin embargo, entre las hileras de maíz y maicillo, reflexiona: «Así como vamos ahorita, la producción y la comida nos van a escasear en todo el país».
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