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Deseos electorales

Una cultura que promueve el diálogo, incluso en aquellos temas que parecen escabrosos, cultiva un sano intercambio de ideas en un contexto respetuoso, donde existe la libertad de expresarse, opinar y aportar.

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Comunicadora salvadoreña radicada en Santiago de Chile

Hace algunas semanas se definió quién será el próximo presidente de Chile. La contienda fue más inesperada de lo que cualquier encuestador predijo: hubo segunda vuelta; un partido “nuevo” se quedó con el tercer lugar de preferencia en la primera vuelta y, por primera vez, los chilenos en el exterior pudieron ejercer su derecho al voto.

Estos y otros eventos hicieron de la elección presidencial un evento muy sorpresivo y acontecido que dio por ganador definitivo a Sebastián Piñera, quien se repetirá como gobernante del país suramericano. Los resultados de la primera vuelta sorprendieron –incluso– a los expertos, quienes pasaron semanas analizando las causas y consecuencias de la tendencia de los votantes. La incertidumbre se hizo lugar y hasta los psíquicos lanzaron sus predicciones.

Independientemente de las ideas que cada candidato llevaba a la contienda, me parece relevante rescatar que ambos finalistas a la segunda vuelta coincidían en ser perfiles con una importante preparación académica; ambos contaban con un recorrido interesante por la vida política chilena y ambos construyeron un programa sólido de propuestas que incorporaban los temas relevantes para el país.

Esta es la segunda elección presidencial que me toca vivir en Chile y en ambos casos me ha parecido muy interesante el contexto de respeto, no exento de críticas, con el que se convive durante la campaña. Incluso, Televisión Nacional (TVN) lanzó una campaña en la que se invitaba a los ciudadanos a debatir sobre las propuestas de los candidatos, a cuestionar la posición del otro y sus puntos de vista sobre el candidato de su preferencia, es decir, a tener una mirada crítica y dialogar con aquel que no piensa igual que yo. Una cultura que promueve el diálogo, incluso en aquellos temas que parecen escabrosos, cultiva un sano intercambio de ideas en un contexto respetuoso, donde existe la libertad de expresarse, opinar y aportar. Y es que el respeto no tiene que ver con la falta de cuestionamientos o críticas, sino con la forma y el fondo de estas.

Otro aspecto digno de admiración del proceso electoral chileno es la rapidez en la entrega de los resultados y su impecabilidad operativa. A dos horas del cierre de las urnas, los chilenos ya tenían certeza de quién sería su próximo presidente, con resultados a escala nacional que se actualizaban con una rapidez admirable.

En El Salvador, a pesar de que aún quedan meses para la próxima elección presidencial ya estamos en plena campaña. Aprovechemos entonces de aprender de la experiencia chilena aquellas cosas positivas de la fiesta electoral: el respeto a las ideas del otro, el fomento a la crítica y el debate, la importancia en la idoneidad de los candidatos, la confianza en el sistema electoral.

Tenemos tiempo. Por ahora, les deseo un excelente fin de año. Que la prosperidad y la felicidad se hagan presentes en sus vidas, que sus deseos más profundos se concreten y que sea un nuevo capítulo para continuar construyendo un país en el que vivir sea posible sin la sombra de la violencia y la delincuencia.
Cerremos 2017 con la convicción de que el próximo año será mejor. ¡Te esperamos 2018!

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