El fuego de Hestia

De niñas y mujeres

Tenemos la necesidad impostergable de poner luz sobre esas ideas aberrantes que las estadísticas y las historias de niñas y mujeres abusadas o con muy pocas oportunidades nos muestran.

Imagen Autor
Coach en Comunicación Intuitiva

Existen ideas y conceptos alrededor de lo que significa ser niña y mujer en este país que afectan negativamente nuestro desarrollo como sociedad. En pleno siglo XXI, tenemos demasiadas víctimas que padecen a causa de estas suposiciones, las cuales pocas veces son puestas bajo la luz para verificar su validez.

El machismo y la violencia de género, que aceptamos y alimentamos, y que son parte de la cultura salvadoreña, bloquean un desarrollo saludable y equilibrado en el que las niñas y mujeres puedan realizar sus sueños.

Esos aspectos de nuestra cultura comprenden ideas acerca de los roles, posibilidades y opciones que le corresponden a una mujer, y que son aceptados por la mayoría. Estos, con la práctica y el tiempo, se han convertido en marcos de pensamiento, principios y valores que habitan en la mente de los ciudadanos y que son actuados consciente e inconscientemente.

Basta ver algunos indicadores, como las estadísticas de abuso sexual o las de salarios de hombres y mujeres, o echar un vistazo a aspectos legales como el que permite a un hombre que ha abusado sexualmente de una menor evadir la cárcel si decide casarse con ella, para tener una idea del terreno en el que estamos parados.

En una publicación de esta semana, LA PRENSA GRÁFICA señaló que en 2016 “ocurrieron cinco casos diarios de violencia sexual contra niñas o adolescentes, según Medina Legal”. De acuerdo con datos de la Fiscalía General de la República, desde 2003 hasta junio de este año se han registrado “un total de 20,140 delitos de violación en menores de 15 años”. En el 80 % de los casos, los agresores fueron familiares o conocidos.

Por otro lado, en el tema económico, la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC) reveló, en un informe de 2010, que los hombres ganaban un promedio de $45.36 más que las mujeres, y que el salario promedio de estas últimas, en ese año, había sido un 15.5 % inferior al de un hombre.

Estos datos reflejan una parte de la realidad, pero difícilmente muestran los verdaderos impactos emocionales a los que se enfrentan niñas, adolescentes y mujeres, que crecen en ambientes que aceptan e incluso promueven ese tipo de situaciones, sin que se cuestione casi nunca su validez.

Si no cuidamos y desarrollamos las potencialidades de nuestras niñas, ¿cómo esperamos que desarrollen una adultez sana y equilibrada?  

Es urgente acelerar el cambio cultural acerca de lo femenino, por el bienestar de las niñas y por el desarrollo equilibrado de las mujeres y de la sociedad entera. Sin embargo, no existe una fórmula mágica. La solución es un proceso que ha iniciado y que tomará tiempo.

Esa solución requerirá reflexión y discusión en todos los espacios posibles, así como una educación profunda sobre las formas saludables de entender y vivir los roles de hombres y mujeres.

Tenemos la necesidad impostergable de poner luz sobre esas ideas aberrantes que las estadísticas y las historias de niñas y mujeres abusadas o con muy pocas oportunidades, nos muestran. Solo así comprenderemos cómo esos conceptos que hemos validado por siglos alimentan esta cultura de violencia y abuso que mantenemos.

Solo cuestionando a fondo lo que creemos acerca de las niñas y de las mujeres podremos reducir las historias que tanto duelen, pero sobre todo garantizarles y garantizarnos un futuro mejor como sociedad.

Generic placeholder image
Séptimo Sentido

Séptimo Sentido les invita a que nos hagan llegar sus opiniones, críticas o sugerencias sobre cualquiera de los temas de la revista. Una selección de correos se publicará cada semana. Las cartas, en las que deberá constar quien es el autor, podrán ser editadas o abreviadas por razones de espacio o claridad.

ARTICULOS RELACIONADOS