MEMORIAS DEL VERANO
Él se incorporó. Abrió su única ventana. «¡Gracias, Mayo, por recordarnos que hoy eres tú el conductor de la nave!»
Él se incorporó. Abrió su única ventana. «¡Gracias, Mayo, por recordarnos que hoy eres tú el conductor de la nave!»
Y de pronto ahí, frente a la puerta abierta, la Virgen, San José y el Niño le sonreían… Los reconoció al instante.
Se asomó a la ventana y lo único que se le ocurrió en ese instante fue preguntarse: «¿Qué le está pasando al clima, que cada día se vuelve más díscolo?»
Lo que llamamos muerte es sólo una visión pesimista de la transfiguración de la vida.
Hoy podemos sentirlo a plenitud: nuestros primeros maestros en el arte de la cuarentena fueron ellos, Eva y Adán.
¿Desde la galaxia más remota o desde el traspatio más próximo?
Como aspirar un sorbo de adrenalina mística en el atrio de nuestra propia fe.