La Policía sometió al Francisco equivocado
Hugo Osorio intentó venderle una casa a Francisco Sarceño, pero no hubo trato. Este es, según familiares y vecinos, el único vínculo entre el asesino confeso y Francisco, de 58 años, ahora acusado de feminicidio agravado.
“Vio la foto y dijo ‘pobrecito ese señor, le van a caer varios años por lo que ha hecho’”. Tras dar ese vistazo a la imagen en el teléfono celular, Francisco Sarceño salió de casa a platicar con los vecinos en uno de los pasajes de la colonia Tazumal, a cinco cuadras de las emblemáticas ruinas de Chalchuapa, en Santa Ana. Era sábado 8 de mayo. La plática no pudo haber sido otra que la de los hallazgos de la noche anterior: los cadáveres de dos mujeres y dos hombres en la casa del vecino Hugo Osorio, el expolicía de 51 años que vivía en el pasaje Estévez, en la colonia de al lado, Las Flores.
Quien cuenta los últimos pasos en libertad de Francisco es una de sus parientes. Ella habla desde el anonimato en una mañana de inicios de julio. A estas alturas ya se sabe que no fueron solo cuatro víctimas en Chalchuapa; que hay muchos cabos sueltos y hermetismo. Para julio, el caso ya recorrió el planeta, y en algunas notas internacionales, a Osorio lo comparan con asesinos seriales de Estados Unidos como Ted Bundy o John Wayne, Pogo, con más de 60 víctimas cosechadas entre ambos. En Chalchuapa, desde el anonimato, fuentes que participaron de las exhumaciones aseguran haber encontrado más de 40 víctimas.
Aquel sábado, un día después de la captura de Osorio, Francisco Sarceño llegó hasta la cancha que está al final de la calle, lejos de las ruinas del Tazumal. Llevaba en la mano una botella de aceite de motor. Le habían pedido ayuda para revisar un carro, y él es conocido acá por afable. No alcanzó a hacer la reparación.