Señal segura de que se acerca trepidante el vendaval.
Historias sin Cuento
Y dejemos que todo lo demás, sea lo que fuere, nos venga sigilosamente por añadidura.
El profeta que nunca ha osado decir su nombre.
Porque lo que más agobia a los humanos, pase lo que pase, es el paso del tiempo.
En el rompecabezas de la esperanza afortunadamente siempre queda una pieza suelta.
Inundan nuestro jornada, y al final del día todo lo que anhelamos al comienzo se nos convierte en espesura almacenada.
Y en tanta más la ignoramos mayor es nuestra negación a reconocernos como testigos de cargo.
En el rompecabezas de la esperanza afortunadamente siempre queda una pieza suelta.
En el rompecabezas de la esperanza afortunadamente siempre queda una pieza suelta.
Y abrazados se fueron sumergiendo en otro sueño: el de su reencuentro inmemorial. ¡Feliz aurora!