Es que es un lenguaje universal. Nuestras fotografías recorren el mundo. Me escribe gente de Asia, Oceanía, Europa, gente que tiene otras lenguas, otras realidades. Todo el mundo se ve conmovido por una foto interesante.
Para mí, la muerte está muy relacionada a Centroamérica, porque me tocó cubrir historias de muerte desde el primer día que llegué a Guatemala, que después me siguió en mis notas en Honduras, en El Salvador. Recuerdo que la primera vez que vi un muerto fue en Guatemala. Es un día que no olvido.
Yo digo que no soy mejor por haber ganado un premio, ni sería peor si no los hubiera ganado. Porque a veces los premios son bastante circunstanciales y se basan en cosas muy frágiles, como el jurado. Pero el premio sí te da impulso. Son como una palmada en el hombro.
Quisiera que me recuerden como un buen compañero, generoso. Me parece que la generosidad es importante en un medio tan individualista como este. Algo así como “Generoso y trabajador”.
Como todo niño en Argentina, me hubiera gustado ser futbolista. Al haber nacido en un barrio, nunca me imaginé recorrer el mundo ni haber vivido en Centroamérica. Fueron cosas hermosas que se fueron dando en el camino.
Para mí, fue una escuela de vida. Me formé como persona en Centroamérica. Porque uno se confronta con situaciones muy extremas. Saber lidiar con eso es muy importante. Entendí que en esta región uno puede ser un ciudadano del mundo. Vine sin conocer a nadie y me recibieron como un amigo.
Es uno de poner mucho el cuerpo, Compartir el mayor tiempo posible con los retratados, de ponerse en la piel de los sujetos con los que uno está trabajando.