Séptimo Sentido

José Luis B. [email protected]

Cálida ciudad

Antes de terminar mi día, logré leer la edición de Séptimo Sentido del 23 de Abril, Día de Pascua. Me parece que esta es una muy buena revista, aunque no les niego que en cada edición quisiera leer a Jacinta Escudos, me hace una gran falta cuando no aparece. Quiero mandar un abrazo a la periodista Rosarlin Hernández que publicó su columna sobre Managua, la ciudad vecina en donde ella vivió su niñez. Qué gran gusto da saber del desarrollo de esa ciudad que ha sido nada menos que invadida de inversión salvadoreña. En ella hay un centro comercial salvadoreño, una tienda por departamentos hondureña y otra salvadoreña, dos hoteles de constructores salvadoreños y un hotel de dueños guatemaltecos. Y así como también distribuidores de autos salvadoreños que los dan a precios más bajos que en su natal El Salvador, esto por haber acá menos carga impositiva. Por cierto, qué interesante escuchar las bondades de Managua donde hay cero pandillas. Así que vaya de mi parte un abrazo para dicha periodista que supo plasmar algo que yo llevo 16 años de notar –desde que puse un pie aquí en 2001–. Me queda claro que es única dicha ciudad que supo levantarse de un sismo letal y destructivo hace 45 años. Ha pasado por experiencias similares al sufrido San Salvador.

Rutilio López Cortez [email protected]

Puerta de oportunidad

El reportaje de Moisés Alvarado relata paso a paso la metodología implementada en los CDA para cumplir con el objetivo por el cual fueron creados, que es para mantener a niños y jóvenes ocupados en diferentes actividades y alejarlos así de la violencia social que predomina en nuestro medio. Las acciones que ejecutan tienen una inversión promedio por beneficiario que incluye gastos de funcionamiento del CDA, costo de material, tiempo de enseñanza y preparación, pago de alquiler, coordinadores y servicios básicos que requieren un monto mensual aproximado de $3,000.00. Estos centros constituyen una puerta de oportunidad donde los jóvenes pueden encontrar una alternativa diferente y productiva para sus vidas, por estar ubicados en áreas afectadas por el crimen y la violencia. Los participantes elaboran un plan de vida a corto, mediano y largo plazo, contribuyendo a su propia superación y renovación de su comunidad. En Ilobasco ha funcionado restando méritos a la violencia. Estos son ejemplos a seguir para el resto del país, cualquier lugar en donde se necesite para implementar. Somos todos los que debemos contribuir para no dejar que se pierdan estos centros ahora que USAID solo les dará asistencia técnica. Antes destinaba para cada CDA un estimado de $25,000.00 para su construcción. Es de aunar esfuerzos con la empresa privada para seguir abriendo más centros donde se necesiten, para que nuestros jóvenes no se enrolen en grupos delictivos e ir ganando terreno a la exclusión y pobreza a la que están sometidas nuestras juventudes. Los ejemplos muestran a los beneficiarios en este reportaje, esto hace necesario el agradecer a los benefactores que han contribuido a esta noble y titánica causa para beneficio de nuestra juventud.

Julio Roberto Magaña [email protected]

Elogio a los centros

La iniciativa de los Centros de Alcance (CDA) es una de las mejores apuestas en marcha, según se desprende de los testimonios de los beneficiados que lo confirman. La estrategia consiste en capacitación en oficios, nuevos aprendizajes, actividades recreativas, uso creativo del tiempo libre, sobre todo, crear conciencia sobre lo que ya no se puede seguir haciendo y sobre lo que se debe empezar a hacer a fin de habilitar la tranquilidad en los escenarios afectados fuertemente por el crimen y la inseguridad, de esa forma cambiar en la niñez y juventud el nebuloso horizonte en que viven por uno promisorio. Potenciar los programas que se ejecutan en un trayecto pedregoso es posible solo si se articulan esfuerzos entre alcaldías, actores locales, voluntariados, empresa privada y la ayuda externa. La prevención con esperanza, tal como la plantea el reportaje de Moisés Alvarado “Prevenir en el país de las carencias” viene a ser más efectiva que los presuntos remedios que se aplican a veces, más nocivos que la enfermedad, donde las balas chocan con la realidad. Desde mi enfoque personal y lo insinué en alguna de mis opiniones pretéritas, son las alcaldías las que deberían tomar la batuta y no dejar al gobierno central todo el compromiso, pero hay alcaldes que lo único que hacen es suministrar ataúdes a las familias dolientes, ardid que además les reporta algunos réditos. Compartir esfuerzos es hoy día un imperativo de la propia existencia humana, acompañando de desafíos y rebuscando oportunidades para la presente generación; la sinergia visible en los CDA instalados demuestra buenos resultados como estrategia de prevención puesta en marcha en las franjas contaminadas por la violencia. La diversidad de actividades al servicio de la juventud es enriquecedora y lo confirman los sistemas educativos de vanguardia donde los alumnos pasan todo el día en las escuelas adquiriendo variopinto experiencias que enriquecen sus habilidades y competencias mucho más que la fastidiosa saturación de tareas, tan usuales en nuestro sistema educativo. Volver la mirada hacia aquellas comunidades donde se exterminan unos a otros es de impostergable urgencia, pues es señal de que les falta de todo y se vuelven “prisioneros de un país que en lo único que crece es en desigualdad” como lo acota la carta editorial. Tener espacios de encuentros, talleres de aprendizajes, refuerzo escolar, desarrollo de habilidades y destrezas en el tiempo libre es lo que siempre se ha descuidado.

Cristian Salazar [email protected]

Por lo básico

Me ha parecido importante y al mismo tiempo preocupante la manera en que se lucha contra la violencia y la exclusión. Las medidas que toman los organismos internacionales que manejan grandes fondos son las más básicas. En sus acciones uno puede leer que en verdad lo que toda esta gente pide es solo que se respeten sus derechos más elementales. Los CDA que se mencionan en la nota de Moisés Alvarado no son un asunto de la NASA. No requieren una inversión millonaria ni buscan ser una respuesta científica y complicada. Van y le abren la puerta a gente que nunca tocó un juego electrónico, y ya con eso cambiaron las vidas. No es ironía ni broma ni crítica. Es que de verdad sorprende que lo que se necesita para cambiar la realidad de las personas es tan poco. Y así cuesta tanto conseguirlo.