Instantáneas del verbo apasionado (5) (Galindo)
David Escobar Galindo
Sí, vivo en Giverny, como Monet, pero yo soy impresionista en el estanque de tus ojos.
Todo para saber si en nuestro lecho no hacen falta almohadas.
Y ayer martes de hoguera.
Lo tenemos sabido de antemano por convicción anímica.
Llegó la caravana. Se detuvo en la puerta. Los viajeros del fin del mundo encontraban albergue.
Las doncellas danzantes consumaron la hazaña.
Tendrá que haber reclutamiento de lamparillas voluntarias.
Lo recogemos juntos en el umbral del sueño.
La frase favorita. ¿De quién? Del horizonte.
Y sentado en la plaza silenciosa, un turista cualquiera: el aire imaginario.
No es necesario que amanezca para que el Sol esté presente.
Las veredas resecas lo sienten en el ansia de reconciliarse con la humedad.
Su lozanía, entonces, es cómplice entrañable del desvelo.
Todas las costas de los alrededores albergaron a Homero alguna vez.
El artista longevo se asoma a diario a su ventana para reinventar la claridad.
¿Qué es lo nuevo? Lo han hecho los poetas desde que el mundo es mundo.
Descalzos en la espuma recibimos los otros mensajes de la Atlántida.
Es la que se oye cada noche cuando las sombras imaginan que gobiernan el tiempo.
El equinoccio y el solsticio son ahora turistas de mochila.
Y las libélulas lo saben aunque ninguna mariposa se haya dado cuenta.
Nos la enseñaron los encajes de nuestro lecho compartido
Se han quedado a vivir entre nosotros desde que compartimos espesuras en los cuentos de hadas.
Amor de lejos no requiere el auxilio de espejos.
Esta mañana hay festival de cortinas rosadas y amarillas.
Es el guardián más fiel, pero no hay que confiarse: a veces echa humo.
¡A la una, a las dos y a las tres!... Y el hambre ilusionada quiebra su nuez.
Los faroles supervivientes se convierten en cómplices de las estrellas rezagadas.
Nos fuimos solos a recorrer mundo. Y el mundo se esfumó al doblar la esquina.
Hay espesuras que todo lo ven y laberintos que todo lo saben.
Me interno con sigilo y alguien descansa ahí, a la espera: el arco iris.
Son los que nos aguardan cada día en la alcoba que no tiene ventanas.
Las conocimos en la prehistoria y hoy nos tocan la puerta para ver si existimos.
Las veredas vecinas nos salen al encuentro para hacernos preguntas sobre el mapa del día.
Séptimo Sentido les invita a que nos hagan llegar sus opiniones, criticas Donec sed odio dui. Nullam quis risus eget urna mollis ornare vel eu leo. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus.
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