“El chorro está muerto”, afirma María Celina Orellana, en su casa. La tierra seca sobre la que se erige la llave lo confirma. En ANDA el cobro mínimo de agua es de $2.39. En Carasque es de $1.75 por la gestión comunitaria y $1.11 en el centro de Nueva Trinidad. Si el servicio de las comunidades pasara a ser brindado por ANDA, el precio aumentaría de manera drástica para ellos. Por ejemplo, una persona que con ANDA consume, en promedio, 25 metros cúbicos de agua mensuales paga $11. El SIMAGÜE cobra $3.75 por esa misma cantidad del líquido.
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“El agua de Carasque tiene níquel, hierro, manganeso y gas carbónico. Eso es peligroso. Aunque los niveles todavía no son críticos, sí están sobre la norma”, afirma Andrés Jovel, el ingeniero que ha trabajado los proyectos de agua en Nueva Trinidad.
El “Plan Nacional de Gestión Integrada del Recurso Hídrico” presentado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en febrero de 2016, hizo un diagnóstico de la disponibilidad y calidad del agua del país. Los resultados de ese documento indican que la escasez del agua es un problema cada vez más generalizado.
“La inseguridad hídrica en la que se encuentra el país es el resultado de una mala gestión del agua, lo que aunado a la vulnerabilidad del territorio, exacerba la inseguridad hídrica. Sin embargo, el tema de la calidad del agua es uno de los temas más críticos”, sostiene dicho informe.
Además, Medio Ambiente estudió la calidad hídrica con muestras a escala nacional. Descubrió que “en buena parte de las masas” –como sucede en Carasque– existen concentraciones de algunos metales y sales por encima de los límites máximos permisibles establecidos por la Norma Salvadoreña Obligatoria, relativa al uso del recurso como agua potable. “Es el caso de metales como el hierro y el manganeso”, sostiene el informe de Medio Ambiente.
El Salvador tiene el reto no solo de asegurar que sus habitantes tengan agua, sino de verificar su calidad. El PH es un indicador que sirve para medir la acidez o la alcalinidad del agua. El agua potable tiene su indicador de PH entre los 6.5 y 7 puntos. Cualquier indicador abajo de esto no es apto para el consumo humano, pues el agua se considera ácida. Esta puede manchar la ropa por la presencia de metales e incluso corroer tuberías. En Carasque, “el agua tiene un PH aproximado de 3.4 y, por lo tanto, así sin tratamiento, no se puede consumir”, explica el jefe de la Unidad Ambiental de la Alcaldía de Nueva Trinidad.
El comité de agua que administra el Simapecahl se reunió en marzo de 2016. Convocaron a asambleas comunitarias, y ahí decidieron las medidas a corto plazo que tomarían: incentivar a la comunidad a purificar con sus propios métodos el agua que recojan del río, construir dos pilas en unos nacimientos pequeños que hay en terrenos privados para compartirlos con la comunidad y conseguir filtros artesanales para las familias del municipio.
A través de una iglesia lograron el subsidio de los filtros de agua. Las familias solo deben pagar $13 por una cubeta azul, como las que se usan para vender pintura, a la que va conectado un aparato que filtra el agua. En el mercado, cuenta Mario Menjívar esa cubeta vale $75. Hasta ahora 74 familias de las conectadas al Simapecahl ya tienen una y 46 más lo han encargado.
Otras personas han optado por alternativas que son gratis, pero de efectividad dudosa. En las orillas del río Gualsinga es posible ver varios agujeros de unos 50 centímetros de diámetro y de igual profundidad. Son “pocitos” que la gente hace, explica Mario, para sacar agua “filtrada del río”. Al lado del cauce se excava y queda un agujero que por la humedad de la zona poco a poco se va llenando. Ahí llegan las personas a llenar su cántaro.
Después de ver estas situaciones, el comité de agua ha llegado a la conclusión de que deberán usar su último recurso: bombear agua del río Gualsinga. El problema es que el río queda en una zona baja del cantón y hacerla llegar hasta el centro de la comunidad es caro. En cambio, el agua que venía del cerro Eramón bajaba directamente por gravedad.
Los líderes comunales calculan que solo la puesta en marcha del bombeo del agua ronda los $70,000. Dicen que aún no tienen una organización que les apoye, pero que por eso mismo se encuentran haciendo cotizaciones y armando una carpeta del proyecto.
De ponerse en marcha el plan para sacar agua del río, tendrán primero que filtrarla. El precio mínimo por el derecho al agua pasaría de $1.75 a $4.50. Aunque temen que pase lo mismo que sucedió con su fuente del cerro Eramón. Conseguir el dinero, trabajar, y luego, pasar sed. El presidente del comité afirma que ya toparon en la búsqueda de alternativas: “Al secar ese río, ahí si ya es lo último”.
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Es 17 de abril de 2017 Cuatro hombres sudados, con cumas y corvos en mano cuentan con medida emoción su descubrimiento. Han logrado apartar piedras y maleza para ver cómo, en un pedazo de tierra, brota agua. “Se ve muy caudalosa la fuente. Yo valoro que una cubeta se puede llenar en seis segundos”, dice Otilio Abrego, presidente de la directiva comunal de Nueva Trinidad. Ese día, él y sus acompañantes caminaron entre los cerros aledaños al municipio buscando nacimientos de agua para abastecer a la gente que depende del proyecto SIMAGÜE.
La escena, que parece sacada de un programa de aventura de la televisión, es solo la manifestación de las búsquedas a las que Nueva Trinidad se ha sometido por años. En realidad, el grueso del “chorro” de agua que desciende es de unos 10 centímetros. Pero los hombres ven en él una nueva oportunidad. Uno de ellos graba todo el momento para subirlo a internet, y explica por qué es tan importante ese chorrito de agua que sale de la tierra.
Andrés Jovel, el ingeniero que ha trabajado por dos décadas con las comunidades de la zona y sus proyectos de agua, opina que el problema hídrico no es solo una preocupación de los habitantes de esta región de Chalatenango. “Tenemos problemas en La Paz, en Nueva Trinidad, en Arcatao, en La Palma, es en general en el país. El asunto del agua está crítico. Nosotros estamos tratando de preparar a la gente para que no se atengan a las fuentes, sino ir buscando la manera de obtener aguas de pozos”, dice.
En abril del año pasado, el presidente Salvador Sánchez Cerén declaró a la capital en estado de emergencia por crisis de agua y alerta nacional por el desabastecimiento del líquido. “He autorizado al presidente de ANDA para que declare una emergencia que le permita gestionar, en un plazo de tres meses, alrededor de $3.5 millones que le permitan a él resolver de inmediato la construcción de pozos nuevos, contratar pipas y otras medidas”, dijo para entonces el mandatario.
En El Salvador las organizaciones medioambientales llevan una década presionando al Gobierno para que se estudie y apruebe la ley general de aguas. Con la aprobación de dicha ley se espera que el control de la explotación de los mantos acuíferos del país se convierta en un proceso ordenado, que garantice el justo acceso al agua para todos los habitantes del país. Sin embargo, ese anteproyecto se presentó en la Asamblea Legislativa en 2012 y, hasta la fecha, la ley sigue engavetada.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. En estas comunidades de Chalatenango, la autogestión de los proyectos de agua ha sido la base para resolver unas carencias que difícilmente el Estado les resolvería, considerando su contexto económico.
Siete años después de haber ensamblado con sus manos las tuberías para el proyecto de agua del cerro Eramón, la comunidad se ha organizado para traer de San Salvador fardos de ropa usada y venderla en la casa comunal. Además hacen ventas de pupusas. Lo recaudado se irá para el fondo del proyecto Simapecahl para buscar una forma de poner en marcha el bombeo de agua desde el río Gualsinga.
Las comunidades de Nueva Trinidad han logrado articular un sistema de administración del agua que funciona. Pero el problema es que los mantos acuíferos se han rebajado y el cauce del Sumpul y el Gualsinga es cada vez menor.
En la directiva comunal saben la importancia de la búsqueda de nuevas fuentes propias. En el video en el que se observa a los hombres cansados tras buscar un nacimiento de agua en una montaña, se escucha una voz de convicción: “Nos queda el desafío de seguir descubriendo fuentes como esta, y así tendremos mejor agua, mejor vida”.