Gabinete Caligari

Vacíos de campaña

Sigue pendiente la promesa de campaña del actual presidente, de conceder seguro social y pensión para los artistas.

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Estamos a dos meses de las próximas elecciones presidenciales pero las diferentes candidaturas han planteado propuestas vagas y generales para solucionar los problemas urgentes del país. Parece que los candidatos no aprendieron nada del desencanto y el hartazgo generalizado de la ciudadanía, que ha señalado en diversos espacios las fallas de los gobiernos anteriores y las necesidades reales que tenemos.

Hay muchos temas que han quedado fuera y que deberían de tomarse en cuenta, si pretenden lograr el voto de ese amplio sector de la población que está harto de promesas no cumplidas, de abusos, sinvergüenzadas e ineptitudes. Se habla de defender el medio ambiente, por ejemplo, pero lo que dicen todos es que habrá campañas de reforestación sembrando equis cantidades de árboles, cuando el problema ambiental es mucho más complejo y grave.

En tiempos de cambio climático y de contaminación ambiental crítica, ¿cuáles son las medidas que se tomarán para reducir el impacto de los fenómenos naturales, ¿qué se le exigirá a las empresas, establecimientos comerciales y ciudadanía para reducir sustancialmente la producción y uso de plásticos y otros contaminantes?, ¿cómo se va a proteger el bosque existente en el segundo país más deforestado en América Latina, después de Haití?, ¿cómo se van a proteger las fuentes de agua de los desechos de las industrias contaminantes?, ¿qué se hará con las empresas mineras?, ¿se seguirán aprobando indiscriminadamente construcciones de edificios, carreteras, centros comerciales, campos de golf, residenciales y monumentos que destruyan las reservas naturales del país y nuestro patrimonio arqueológico?, ¿dónde están los programas de preservación de nuestra fauna?

Tampoco se escucha ninguna palabra sobre un sector poblacional con una problemática propia, como es la de las personas mayores, y no me refiero estrictamente al adulto mayor (de los 65 años en adelante), sino a la franja de personas que son despedidas a partir de los 45 años de sus empleos, porque las empresas e instituciones prefieren contratar a personal más joven.

El enfoque casi exclusivo de la solución de problemas nacionales sobre la juventud, si bien es importante, ha dejado en el descuido a una amplia franja de población que se ve obligada al autoempleo, con consecuencias económicas duras. El fracaso del plan de pensiones obliga a muchos a continuar trabajando o a buscar otras formas de ingreso económico. Gente que ganaba un sueldo promedio de $1,000 mensuales, recibe una pensión de entre $230 a $300. En otras palabras, pensionarse es sinónimo de pobreza, de degradar la calidad de vida del ciudadano, en un país con un altísimo costo de subsistencia, con servicios públicos deficientes, salarios miserables y un sistema bancario que no premia el ahorro sino que estimula el endeudamiento.

Mucho se habla de las pensiones, pero más grave es el hecho de que la mayoría de la población no cotiza ni para el seguro social ni para el retiro. Debe trabajar hasta morir. ¿Por qué nadie se preocupa por esa mayoría? ¿Por qué se le anula y expulsa de la vida económica, cuando todavía hay muchos que están en capacidad de trabajar o emprender? ¿Por qué en los discursos de gobierno esta gente es invisible y no existente? ¿Por qué no se asume que esa población no atendida está en peligro de pobreza real?

Si a esto sumamos la fragmentación familiar, heredada desde la guerra e intensificada por los fenómenos migratorios y delincuenciales que atravesamos, no se puede confiar en que las personas mayores tendrán amparo en sus familias al llegar los años finales. Fíjese cuántos están pidiendo en los semáforos o en otros lugares. Fíjese también en las ofertas de empleo, limitadas hasta los 35 años, las más generosas. ¿Quién dignifica a las personas mayores de 45 años? ¿Dónde están las organizaciones que trabajan para ellas? ¿Dónde los programas que no sean recreativos o de terapia ocupacional para un segmento de población que sigue lúcido, saludable, con necesidades y con deseos, no solo de trabajar, sino de compartir ideas y propuestas de acuerdo a su experiencia? ¿Dónde están los programas educativos y sociales que terminen con el prejuicio y el estigma de que las personas mayores son enfermas, tontas, inútiles y que todo lo que dicen y hacen es intrascendente?

Por último, aunque no por ello menos importante, ningún candidato ha hablado sobre el tema cultural. Un par lo ha mencionado de manera veloz, pero siempre con el limitado enfoque de utilizar el arte como herramienta preventiva de la violencia o como terapia ocupacional, cuando cultura es un tema transversal que impregna todo nuestro quehacer cotidiano y no se limita a lo artístico.
El tema es tanto más importante porque existen un ministerio y una ley de cultura, fundados por el gobierno actual, que si bien es cierto no han funcionado como deberían y tienen toda suerte de limitantes y carencias, están ahí y han sido resultado de los esfuerzos de un gremio que lo viene empujando y discutiendo desde hace años. Lo logrado, aunque deficiente, debe seguirse desarrollando y consolidando. No lo podemos dejar perder.

Sigue pendiente la promesa de campaña del actual presidente, de conceder seguro social y pensión para los artistas, un gremio que suele tener graves altibajos económicos. Numerosos son los casos de artistas que murieron en la pobreza y el abandono, para que después, con la hipocresía social que nos caracteriza, alabemos su obra sin habernos preocupado por ellos en vida. El patrimonio cultural (material e intangible), los pueblos indígenas, la literatura y la memoria son algunos de los muchos temas pendientes de atención en lo cultural.

El trabajo y las soluciones para estas áreas no pueden seguirse posponiendo hasta un hipotético mañana que nunca llega. Un buen gobernante debe ser capaz de comprender que el entramado de la problemática nacional es complejo y que los temas mencionados son transversales a toda nuestra realidad.

Subestimar la importancia de estos temas es como pegarle un tiro en el pie al país. Siempre andaremos cojos, caminando en desequilibrio, si no los atendemos con la prioridad que merecen.

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