Árbol de fuego

Nuestro propio día cero

En 2017, la ANDA fue la institución más demandada por los salvadoreños en la Defensoría del Consumidor (el 46 % de las denuncias interpuestas en el año fueron contra la autónoma).

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Periodista y comunicador institucional

Parecen esperar el momento justo. Como si una cuadrilla de especialistas esperara el instante preciso para cortar el agua. Debe de ser cuando la gente menos lo espera, la sorpresa siempre es importante, y más se necesite. Como en vacaciones, cuando la mayoría de las personas están en sus casas y utilizan más de este recurso. La Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) tiene años haciéndolo y ya es experta. La última fue en esta Semana Santa, cuando varias zonas de la capital se quedaron sin abastecimiento debido a una reparación en “la línea de impelencia de 48 pulgadas de diámetro en Ayutuxtepeque y que abastece a amplias áreas del Gran San Salvador”. Después viene el anuncio sobre el restablecimiento del servicio, que si dice que será en “las próximas 24 horas”, usualmente significa el doble o incluso más tiempo.

La ANDA es una historia aparte en el imaginario colectivo salvadoreño. Demonizada por muchos y odiada por la mayoría, está asociada a la penitencia de bañarse con agua de pila o del barril; con que después de un corte de varios días, el agua venga turbia; o con cobros, muchas veces irreales, que hasta llevaron a la popularidad a una vendedora del mercado de Apopa que se viralizó en internet por insultar su mal servicio. En 2017, la ANDA fue la institución más demandada por los salvadoreños en la Defensoría del Consumidor (el 46 % de las denuncias interpuestas en el año fueron contra la autónoma), y de la cual se recuperó la cantidad de $732,263 a favor de las personas consumidoras que presentaron su reclamo.

Las quejas son abundantes y las protestas cada vez más comunes. Como los cierres de calles exigiendo un mejor servicio o la de un joven que fue a “bañarse” frente a la presidencia de ANDA, en la exclusiva colonia San Benito, y que se quedó sin agua para quitarse el jabón. Pero posterior al enojo y la molestia provocada por la falta del servicio, poco se exige para el largo plazo. Una administración mucho más transparente, eficiente y con un mayor compromiso con la población. Algo de lo que ha carecido a pesar de los discursos cada vez que se inaugura un nuevo chorro en una comunidad. El actual gobierno ha reconocido demasiado tarde que las cosas no van bien en la ANDA, un problema que viene de décadas, y decidió cambiar a su presidente. Pero el limitado margen de maniobra que tiene Felipe Rivas, quien asume el rumbo de la autónoma, le juega en contra.

Ante este panorama y ya inmersos en la carrera presidencial de 2019, es de exigir que los candidatos tengan propuestas específicas para solucionar los problemas que atañen a la ANDA, incluidas las inversiones necesarias para mejorar el servicio, y lo relacionado al acceso al agua en el país. Menos mensajes motivacionales y más de soluciones plausibles. Lo mismo para los diputados de la Asamblea Legislativa que están por asumir su período, quienes se deben comprometer de entrada en aprobar una urgente ley de agua que proteja los recursos hídricos de todo el país, y que legisle que el agua no se convierta en una mercancía más sino en un derecho universal.

Según las mismas estadísticas del Gobierno, alrededor de 1.5 millones de personas no poseen acceso por tuberías a este recurso en sus hogares. Y no solo hay que enfrentar este déficit histórico y que ha marcado a El Salvador, sino que superar el contexto mundial del calentamiento global y los períodos de sequías más prolongadas. Hoy comienza abril de 2018, mes que han marcado para que ocurra el día cero en ciudad del Cabo, Sudáfrica. Una urbe completa racionalizando hasta la última gota de agua de la poca que tiene a su disposición.

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