Café sin azúcar

Los próximos cinco años

El dinero no solo alcanza cuando nadie roba, el dinero alcanza cuando sabemos invertirlo adecuadamente en proyectos que van a tener un impacto positivo.

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Economista salvadoreño radicado en Chicago, Estados Unidos

El próximo 1.º de junio tenemos nuevo presidente de la república, el primero en la posguerra en ser elegido fuera de uno de los partidos tradicionales. Gran parte del éxito o fracaso de la próxima administración será definida por cómo se identifiquen, prioricen y se enfrenten los distintos desafíos que tenemos como país en este momento.

Los problemas en El Salvador abundan. En 2018 se cerró con una tasa de homicidios de más de 50 por cada 100,000 habitantes, lo cual nos posiciona como el país más violento del Triángulo Norte. Tenemos una deuda pública que sobrepasa el 50 % del PIB. Alrededor de 15 % de estudiantes graduados de bachillerato se matricula para educación superior, y muchos menos logra concluir sus estudios universitarios (cosa que ni el mismo presidente electo logró completar a pesar de tener recursos para hacerlo). Y como estos podemos comenzar a nombrar muchos datos alrededor de la violencia, salud, educación y finanzas públicas que sugieren que las cosas tienen que comenzar a cambiar para bien. Es importantísimo que se sepa muy bien a lo que nos enfrentamos como país y qué lo está causando. Esto se puede coordinar con universidades, ONG y tanques de pensamiento que llevan décadas en este esfuerzo. La lucha no es contra los medios, contra la democracia o contra rivales políticos.

El siguiente paso después de un diagnóstico adecuado de los problemas de país es priorizarlos. Si en algo fue bueno el FMLN es en sacarle más dinero a la población por medio de impuestos. El Estado ahora ingresa mucho más dinero de lo que ha ingresado históricamente (un crecimiento de más del 20 % en los últimos tres años). Si bien esto le da mucho más recursos al Estado, estos no dejan de ser limitados. No podemos resolver todos los problemas del país en cinco años, pero sí se puede hacer algo por lo que más está aquejando a la población. El dinero no solo alcanza cuando nadie roba, el dinero alcanza cuando sabemos invertirlo adecuadamente en proyectos que van a tener un impacto positivo. Cada dólar invertido en una iniciativa es un dólar menos que se pudo invertir en otra. Es esencial saber dónde sí y dónde no dirigir los fondos públicos.

De nada sirve que tengamos identificados y priorizados los problemas de El Salvador, si no implementamos acciones concretas para enfrentarlos. Casi tan importante como la implementación de los planes son quienes serán responsables por impulsarlos. Por lo menos en este sentido hemos visto algunas elecciones de personas que parecen competentes, que están más y mejor preparadas que el presidente electo. Vale la pena darles el beneficio de la duda; exigir en los desaciertos y reconocer cuando se avanza. Al final serán ellos quienes decidan cómo invertir los fondos públicos. Algo muy importante es saber distinguir entre gasto e inversión. El gasto es algo que no traerá ningún beneficio futuro, como pagar electricidad, un carro nuevo para un funcionario o una cena. La prioridad debería ser dirigir lo más que se pueda fondos públicos a inversión o proyectos donde podamos medir un impacto a futuro, y sepamos que lo que se invirtió resultó en algo de más valor para la sociedad.

La situación en la que la administración Bukele hereda el país no es fácil, pero sería un gran error enfocarse en apuntar dedos a culpables. Ya todos sabemos dónde está el país y quienes lo llevaron a la situación actual. Lo que necesitamos es tener más soluciones y trabajo, menos revanchismo y marketing político. Para la oposición también sería un error intentar boicotear cualquier iniciativa solo porque venga de un rival político. Cada iniciativa debe ser discutida y contemplada por sus propios méritos, si beneficia a la población o no, no por quienes la impulsan.

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