Escribiviendo

Libros por tierra y aguas espaciales

Ahora más que nunca, y siempre, nuestra función bibliotecaria debe extenderse a la creación de sensibilidad y conocimiento sin limitaciones.

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El título del presente trabajo lo he tomado de mi última novela histórica publicada por la EUNED (Costa Rica). Pero aún no quiero hablar de esta recién nacida, lanzada hace dos semanas. Dejo los temas históricos centroamericanos para otra ocasión. Ahora me refiero a libros y lectura que la Biblioteca Nacional de El Salvador está echando a volar y navegar por tierra, aguas y espacio.

Vuelvo a usar el concepto de “la biblioteca en la calle”. Quiero decir llegar hasta las poblaciones, llegar a tierra y atravesar ríos y quebradas hasta encontrar comunidades; también traspasar océanos con el clic informático. Los que más se emocionan son los niños. Así nos hemos sumado a otras iniciativas institucionales con visión del cambio estratégico por una nación digna.

Sí, con dificultades y limitaciones las iniciativas siguen adelante, no se detienen para hacer un justo equilibrio con lo que el novelista, Premio Nobel, Mario Vargas Llosa llamó sociedad del espectáculo. Además, para todos da Dios. Y da para los niños. Ahora y siempre habrá que hablar de la necesidad de llevar lectura y libros a los rincones del país, a los centros educativos, que también lo están haciendo a pautas, incluso por medio de plataformas informáticas. Ya pocos pueden oponerse a que el libro es educación, conocimiento cultural, mensaje educativo y medio para conocimiento de valores hacia un desarrollo sostenible.

Pienso en los niños y niñas cuando un analista ha dicho muy bien: la sociedad necesita comida, escuelas dignas, pero también necesita del arte. Cada uno de estos elementos produce resultados que producen riqueza nacional; incluyendo sobrevivencia. Algunos resultados son inmediatos, por ejemplo, satisfacer el hambre o cumplir con la responsabilidad de la formación escolar. Pero los resultados del arte son más a largo plazo, indetectables por los sentidos. Lo vemos en otros países de sociedad culta, plenas, para satisfacer necesidades ciudadanas y de convivencia. En pocas palabras, sociedades felices que sí tienen oportunidades.

En orden a contribuir con las iniciativas en lo que nos corresponde, la Biblioteca Nacional cuenta con plataformas informáticas que nos permiten llegar más allá de los océanos. Con más razón si casi un cuarto de salvadoreños se encuentra viviendo fuera de su territorio, alejados de una realidad cultural solo sostenida por la nostalgia de los adultos, pero que no podemos decir lo mismo de las nuevas generaciones nacidas en el exterior.

Nuestros libros históricos, gracias a apoyos institucionales educativos, los hemos podido alojar en la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano (en España) y de REDICCES, en El Salvador, a ambas he citado antes. Como vemos, el concepto de “biblioteca en la calle” es mucho más amplio de lo que hubiera podido concebirse hace 20 años. Ahora navegamos por las calles del mundo, transportados por los libros y sus valores. Con limitaciones pero viajamos.

Sí, nada de desesperarse, las amenazas de naufragios no siempre terminan en naufragio. Y por si acaso, debemos creer en los equipos de salvación formados por quienes piensan que evitar el naufragio del barco es salvarnos todos.

Ahora más que nunca, y siempre, nuestra función bibliotecaria debe extenderse a la creación de sensibilidad y conocimiento sin limitaciones espaciales, rompiendo muros con la oportunidad que nos permite la tecnología, la voluntad y la conciencia de saber el papel formativo que juega la lectura en todas las personas, no solo las que van a universidades o centros educativos, o los que no han tenido posibilidad de traspasar un centro educativo. Así en la tierra como en las aguas. Ese es el concepto amplio de “la biblioteca en la calle”, que poco a poco nos hemos ido apropiando de sus contenidos y resultados para hacer de los rincones oscuros espacios iluminados. Romper los síndromes que nos acongojan, combatir el “burnout” laboral que incinera y repercute en relaciones destructivas; la visión que produce el arte literario de neutralizar la desesperación. Nunca es tarde para que llegue la mañana por oscura que parezca la noche.

El futuro está en los jóvenes, porque pertenecen a la etapa en que son aptos para participar en la vida pública y debatir. Pero la filosofía de una biblioteca de quinto mundo, como la nuestra, es ofrecer espacio prioritario al niño y la niña. Ellos significan y aseguran ciento por ciento el cambio social. Para lograrlo, tenemos que poner dinamismo creativo en las iniciativas culturales. Si los atendemos esta noche, tendremos el día de mañana una sociedad mejor.

Parto desde el punto de vista de que el adulto, para bien o para mal, ya está formado en sus comportamientos positivos o negativos. Cada quien tiene el lugar o la oportunidad de ser constructivo frente a los demás; y si el adulto se retrasó o se desvió no será fácil encausarlo hacia el bienestar de la nación. Inclusive, ni siquiera basta un título, si no tiene un respaldo en humanismo y equidad integral. De modo que el cambio está en la niñez, ahí debemos buscarlo por todos los medios que permite la educación, formal e informal. Cuando hablamos de cambio pensemos niños y niñas, porque son el seguro de vida de nuestro país. No los dejemos morir.

Termino este trabajo citando a los que posibilitan que podamos celebrar este noviembre el Noveno Festival de Literatura Infantil dedicado a los niños emigrantes del mundo. Menciono a quienes se hacen suyo este pequeño universo infantil que nos permite atender con lectura y libros, útiles escolares y atenciones (en cuanto nos visitan de comunidades distantes del país). Gracias ONG, empresa privada, centros escolares e instituciones educativas superiores.

También agradecemos las palabras de la embajadora de Estados Unidos, Jean Elizabeth Manes, por reconocer los esfuerzos del Bibliobús y Extensión Cultural: “El impacto que ya se está logrando a través de la sede central de la Biblioteca Nacional de El Salvador… Y por continuar realizando esta valiosa labor de llevar educación y desarrollo a la sociedad salvadoreña”. Palabras encomiables que merecen reconocimiento.

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