Dos días después de las elecciones que definieron al nuevo presidente de Ecuador, la imagen que Lenín Moreno había pulido durante años para mostrarse como un hombre amable y sonriente registró una fisura: durante una rueda de prensa, un periodista omitió llamarlo “presidente electo” y Moreno le reclamó en público a pesar de que el Consejo Nacional Electoral no había proclamado resultados oficiales.
Freddy Paredes, de Teleamazonas, se refirió a Moreno como “licenciado”, a lo que este respondió: “Siempre le he tratado a usted con mucho respeto. ¿O no ha sido así? Por favor, dígalo… Desde que el señor presidente del Consejo Nacional Electoral dio los resultados soy el presidente electo de los ecuatorianos. No me trate como el candidato en su medio”.
La situación provocó desconcierto y una avalancha de memes porque durante su campaña Moreno no dejó de repetir que su presidencia sería conciliadora y distinta a la del presidente saliente Rafael Correa, quien dejó el poder el 24 de mayo y se ha distinguido por confrontar a sus críticos y opositores.
Como vicepresidente, Moreno se posicionó como un polo opuesto a Correa. A diferencia de él, no denostó a sus rivales en radio y televisión, no entabló juicios contra ellos y no se involucró en polémicas de ningún tipo. Precisamente por su carácter, algunos analistas señalaron que podría ganar las elecciones a pesar de todas las ventajas con que contaba su rival, el exbanquero de derecha Guillermo Lasso, a raíz de la fuerte contracción económica y el rechazo generalizado a los escándalos de corrupción que marcaron el gobierno Correa, al cual perteneció.
Aquellas suposiciones no fueron erróneas y en abril Moreno se impuso con 51 % de los votos. Desde entonces ha dicho que gobernará con otro estilo, donde privilegiará el diálogo y una “mano extendida”, aunque también ha aclarado que no se alejará demasiado del socialismo del siglo 21 –propuesto por Correa–, caracterizado por una fuerte presencia estatal, apoyo a los pobres y gran poder constitucional para el presidente.
Moreno, de 64 años, presidirá Ecuador 10 años después de haber obtenido su primer cargo público. Antes de ser vicepresidente en 2007 solo había trabajado como empresario y había dado charlas de motivación.