La misión imposible del zoológico

La capacidad del Parque Zoológico Nacional para ser un centro de resguardo y preservación eficiente quedó cuestionada tras la muerte del hipopótamo Gustavito, en febrero. Con la solución a los problemas del parque todavía en propuestas, la herida abierta por ese evento corre peligro de cicatrizar y volver al olvido.

Fotografías de Ericka Chávez, Frederick Meza y Ángel Gómez
Rescate. Las aves son de las especies más afectadas por el comercio ilegal y la extracción de su hábitat. Los veterinarios del área de cuarentena del Parque Zoológico Nacional se encargan de curarlas de sus heridas y que tengan buena salud antes de ser liberadas en un área natural protegida o ser consignadas a un refugio.

Una unidad móvil del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) se estaciona frente al zoológico. Son las nueve de la mañana del jueves 15 de junio. Los encargados de veterinaria del parque salen de sus oficinas al percatarse de la llegada del vehículo y ordenan que ingrese por el portón de la administración. Al bajar los expertos, el grupo camina hacia la parte trasera de las oficinas, donde está el área de cuarentena. Luego de un pasillo entre estas y la bodega donde se guarda la comida hay un pequeño campo de tierra. Tiene instaladas y numeradas jaulas de tamaño medio donde se resguarda a los animales.

Los expertos inspeccionan el estado de los 12 animales que vienen a recoger: cinco buhos de montaña, un pajuil, dos tecolotes, tres querques y un gato zonto. Todos ellos están con buena salud, así que el MARN se dispone a liberarlos en un área natural protegida acorde a su hábitat o enviarlos a un refugio de conservación.

Mientras continúan la inspección, regresan por el pasillo y entran a un cuarto de cuidados intensivos del área veterinaria. Grupos de aves están en jaulas colocadas de forma que rodean las paredes, mientras sus ruidos y olores cubren el ambiente. Luego de verificar su estado, los expertos deciden que hay grupos de aves que también pueden liberarse. La cantidad de animales que se llevarán sube a 30.

Un grupo de 11 catalnicas dentro de un kennel para mamíferos pequeños pertenece a este grupo. Los pericos llegaron el 20 de marzo, cuando la Unidad de Delitos Especiales de la Policía Nacional Civil las localizó en el centro de San Salvador junto a dos chocoyos, que murieron por su estado de debilidad. Fueron llevadas al zoológico para recibir tratamiento veterinario. Estas aves son parte de las especies de fauna silvestre amenazada que son extraídas de su hábitat para ser comercializadas.

Traslado. Los animales pasan por varios recintos y formas de
transporte antes de regresar a la tranquilidad de su hábitat.

Virna Ortiz es una de las veterinarias del parque, prepara las actas correspondientes a los 30 ejemplares que se irán de su resguardo. En todas ellas se aclara el lugar de procedencia del animal, la fecha que llegó al zoológico, la persona o institución que lo recogió, la condición médica que presentaba al momento de llegar y la autorización del MARN para que sea tratado ahí.

Los jauleros, los demás técnicos del parque y los medios de comunicación observan a las aves y mamíferos que subirán al vehículo. El área de cuarentena del Parque Zoológico Nacional funciona como un refugio temporal para fauna lastimada, rescatada o confiscada gracias a un convenio entre la Secretaría de Cultura de la Presidencia (SECULTURA) y el MARN. Desde 2011 a la fecha, el parque ha recibido alrededor de 1,457 ejemplares.

Luego de juntar las actas correspondientes, Virna traslada a los pericos para ser cargados al vehículo. Antes de que ella se lleve al grupo, los camarógrafos apuntan sus lentes al kennel, donde las aves pegan sus cuerpos en un vano intento por salirse.

El zoológico asumió como prioridad la conservación y protección de las especies después de la muerte de Manyula, en 2011. A pesar de esto, tanto el área de cuarentena como los recintos de exhibición son evidencia de que el bienestar de los seres vivos a los que se debe su labor aún pende de un hilo.

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William Díaz quiso trabajar en el zoológico como parte del equipo de mantenimiento. Al preparar su curriculum, se aseguró de entregar todos sus estudios y experiencia previa en construcción, albañilería y estructuras metálicas. Eso no importó cuando lo llamaron e ingresó a trabajar al parque, en 2015. Lo nombraron jaulero del aviario.

Él reconoce que no tenía experiencia previa y que tampoco había estudiado para tratar con aves. Se quedó con el trabajo por necesidad. Recuerda que su proceso de inducción duró apenas dos semanas. Su único maestro fue el cuidador que estaba asignado al área en ese momento. El resto, dice, lo aprendió gracias al tiempo y la conducta de los animales.

Las tareas principales de un jaulero consisten en entrar a los recintos, limpiarlos y rellenar los comederos. También tienen el contacto más directo con los animales de la exhibición. Deben reportar al biólogo encargado del área cualquier anomalía en el animal, a pesar de que la mayoría no posee estudios ni especialidades en comportamiento y cuido de especies silvestres y exóticas.

Además de enfrentarse a la falta de educación y de experiencia para trabajar, la cantidad de jauleros por área se limita a dos, coordinados por un biólogo jefe de área. Solo en el aviario existen 32 recintos y más de 100 animales entre aves rapaces y exóticas. Para garantizar su protección y conservación, cada una de estas especies debería tener un cuidado particular que garantice su buena salud, alimentación y seguridad.

El buen estado de los animales depende de solo un jaulero en cuatro de los siete días de la semana. William trabaja de miércoles a domingo, mientras que su compañero lo hace de lunes a viernes. En los tres días que hay dos jauleros, estos se reparten la mitad de los recintos. Los otros cuatro días solo hay un jaulero para toda un área.

Para cumplir con sus tareas en los días que está solo, William trabaja rápido. A pesar de que su turno inicia a las ocho de la mañana, él entra a las siete. Ingresa en todos los recintos para limpiarlos y tirar la comida del día anterior, que suele sobrar y pudrirse. A las nueve de la mañana pasa a la bodega donde está la comida. Prepara doce charolas y cuatro bandejas de comida para las aves que comen por la mañana. Termina al mediodía. Debe regresar al inicio de la tarde para preparar la carne de las aves rapaces.

El aviario, además, tiene un sistema para controlar la cantidad de animales entre la seguridad del parque y los jauleros. Esta fue la respuesta del parque al robo de cinco guacamayas, en 2011, y un intento de hurto en abril de este año cuando apareció un hueco con metal manipulado en el recinto de las mismas aves. William dice que él tapó el agujero de forma improvisada con trozos de mallas metálicas al ver que mantenimiento no llegó a cerrarlo. Ese remiendo se mantiene hasta hoy.

Gran parte de los recintos del zoológico son los mismos desde que se fundó en 1958. Después de 59 años, su estado a nivel diseño e instalaciones sigue en pie con excepción del aviario, donde las mallas metálicas que resguardan a las aves también están perforadas por el óxido y han sido remendadas con otros trozos metálicos. El mantenimiento de condiciones para que haya vida en verdadero estado de conservación es deficiente.

Cautiverio. Pocos recintos del zoológico cumplen con el mínimo de condiciones para que los animales
puedan hacer sus actividades naturales sin ser afectados por la presencia humana.

Todos los recintos poseen piletas, desde las que los animales pueden acceder a agua para tomar o bañarse. Sin embargo, permanecen secas la mayor parte de la semana o con un recorrido permanente que acaba en el desagüe. Algunos empleados del parque comentan con reserva que el agua es un servicio limitado para todo el lugar. Un ejemplo de esto es un riachuelo que rodea el herpetario. Cuando la corriente deja de seguir porque el agua no cae, los cientos de peces que ahí viven se ven forzados a juntarse en la parte que tiene agua más limpia para poder respirar y sobrevivir.

Las sobras de comida trajeron otro problema para las especies que se alimentan de frutas. Grupos de ratas han tomado el interior de los recintos como hogar. Ya sea detrás de un tronco o con hoyos en la tierra, los roedores salen por montones después de que un jaulero deja la comida. Es un problema complicado, cuenta William, porque no se puede controlar a una población que se esconde la mayoría del tiempo. Las trampas o el veneno podrían afectar a los ejemplares que tienen el interior recintos como su único hogar.

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Cuido. Los jauleros aprenden a convivir con las especies en exhibición para hacer sus labores diarias.

A Carlos Antonio Escobar le dicen ruso entre sus compañeros. Flaco, con piel blanca y un acento peculiar, que suena como a ruso, limpia el interior de un recinto asignado a un grupo de monos carablanca que fue rechazado de la isla donde vive la comunidad más grande. Al salir del recinto, un mono recoge una porción de fruta y se topa al borde de la jaula. Pone la fruta en un tronco y extiende el brazo hacia su jaulero. Carlos les dice sus amigos.

Trabaja en el sector de misceláneos, donde habitan mamíferos varios desde monos araña -también rechazados de su isla- hasta tigrillos. Entró al parque hace siete años y, como el resto de jauleros, no tuvo experiencia previa con animales para que aceptaran darle el puesto. Él entró al parque como empleado de una empresa pagada por SECULTURA para hacer labores de limpieza en las áreas para visitantes. Cuando vio que una plaza para jaulero quedó disponible optó por el puesto.

El mono sigue con su brazo fuera de la jaula. Carlos lo toma, juega con él por un rato y lo devuelve. Cuenta que lo llama Pancho, y es su amigo de este recinto. Otro mono aparece detrás, curioseando el momento. A pesar del parecido entre ambos, él asegura reconocerlos. El segundo mono se llama Luis.

Pancho y Luis conviven en el mismo recinto junto a su grupo, todos monos carablanca. Su espacio está conformado por una pileta pequeña donde reciben agua, una bandeja donde se les coloca fruta, ramas y troncos en medio del espacio para que puedan balancearse y cuatro pequeñas cuevas al fondo para ocultarse de la lluvia o dormir. En ambos lados hay jaulas con otros monos en las mismas condiciones.

Carlos sabe que la situación de los animales no es la mejor. Una vez visitó el Zoológico La Aurora, en Guatemala, y entendió que las diferencias entre ambos lugares son demasiadas entre el tamaño de los recintos, su orden, el espacio disponible por los ejemplares y el cuido que reciben. «No quisiera ni regresar aquí», cuenta con emoción.

Esas no son las únicas diferencias. El parque guatemalteco permitió a principios del año que los monos tuvieran libertad de moverse entre árboles de hasta 14 metros conectados por un puente colgante. El cambio fue parte de su transformación a un modelo similar al un parque ecológico, donde los ejemplares no pasan en jaulas o encerrados entre mallas y las personas aún tienen la posibilidad de aprender de ellos y su conservación. El zoológico salvadoreño, mientras tanto, solo tiene esa posibilidad en el grupo de islas sobre la laguna, donde viven monos araña y carablanca.

Vladlen Henríquez, el director del Parque Zoológico Nacional, cuenta que el problema de los recintos es por falta de modernización, que necesita grandes inversiones para realizarse. “No es que no sean adecuados, pero sucede que se necesita invertir para poder modernizarlos a los requerimientos de todo zoológico moderno y actual”, añade. El zoológico nacional tiene una extensión de 8.5 manzanas y en 2016 contó con un presupuesto de $945,000. La Aurora, mientras tanto, cuenta con 17 manzanas y en 2015 tuvo un presupuesto aproximado de $1.2 millones.

El zoológico salvadoreño carece de una acreditación que respalde una tarea educativa y de conservación funcional, algo que la actual administración quiere cambiar al cumplir los requisitos de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (ALPZA), con la cual La Aurora sí está acreditado.

El sitio web de la ALPZA tiene disponible el cuestionario que se ocupa para medir los estándares que debe cumplir un parque zoológico para acreditarse. Requerimientos como equipos de emergencia accesibles en todo el parque, la realización de simulacros y la existencia de protocolos de seguridad y salud, tanto para fauna como para visitantes, son solo algunos de un aproximado de 160 criterios a cumplir por un zoológico para constatar que su labor es eficaz. El zoológico nacional no cumple los mencionados.

Vladlen cuenta que la administración busca cumplir los requisitos y metodologías de un parque moderno. Por eso se envió a dos expertos al congreso que celebró la ALPZA en Cuba desde el 29 de mayo al 2 de junio. Vladlen añade que cumplir todos los criterios requiere una inversión millonaria, la cual no precisó. “Hacer un zoológico de primer mundo es un proceso que puede durar mucho tiempo. Por algún lado vamos a empezar”.

Ese comienzo podría ser gracias al Megaproyecto San Jacinto, una iniciativa de la Presidencia para integrar Ex-Casa Presidencial, el Cuartel el Zapote y el Parque Zoológico Nacional. Las tareas en el parque se harían solo en el aviario. “La idea es tener recintos modernos, grandes y en forma de domo que cubran los árboles para que las aves puedan llegar hasta arriba”, dijo Vladlen. El megaproyecto necesita de $7.3 millones para ejecutarse y se encuentra en fase de recaudación. Vladlen comenta que pronto llegarían arquitectos para preparar los diseños junto con SECULTURA.

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Crianza. Muchas especies rescatadas llegan como crías a la cuarentena. La dependencia al ser humano durante el desarrollo las imposibilita de una vida independiente, sentenciándolas al cautiverio.

Una familia pasea por el sector de herbívoros del zoológico. Luego de ver los recintos de los venados, sigue un predio solitario con maleza alta y dos piletas profundas que están vacías. La descripción del animal que debería ocupar el recinto dice “hipopótamo”.

Dos niñas brincan alrededor de su madre y, al detenerse en el predio, ella pregunta cómo ha sido posible que un grupo de personas haya entrado al recinto y haya atacado al animal, como dice la versión sostenida por la administración del parque. Sus hijas proponen saltos sobrehumanos y largas escaleras como los recursos utilizados para cruzar al otro lado y atacar al hipopótamo con armas cortopunzantes. Luego de unas risas tímidas, concluyen que no saben cómo pudo pasar eso.

El 28 de febrero, dos días después de conocerse la muerte del animal y la razón proporcionada por el parque, apareció otra versión. El Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de la Cultura al que pertenece la mayoría de jauleros, SITRAMEC, aseguró que murió por negligencia. Afirman que, alrededor de 17 días antes, reportaron problemas estomacales en el animal y que los veterinarios no dieron la atención necesaria.

La confusión del caso y la falta de una verdad definitiva despertó la propuesta de cerrar el parque. Los argumentos de que la administración no es apta para mantener animales y que las instalaciones se encuentran en condiciones deplorables motivaron una solicitud en línea para pedir firmas que alcanzó las 50,000 personas. Se proponía convertir al zoológico en un parque de atracciones familiar o un jardín botánico.

La Fiscalía General de la República (FGR) investigó el caso luego de las controversias. La necropsia hecha al hipopótamo reveló que murió por una hemorragia pulmonar luego de que una obstrucción en sus intestinos le impidiera defecar y vomitara sus heces, que entraron a sus pulmones a través de su nariz. La inspección también constató que no había rastro de heridas por arma cortopunzante, pero que aún era una posibilidad que se continuaría investigando.

Vladlen Henríquez, director del parque, se niega a pensar en el cierre del zoológico. Dice que el caso del zoológico de Buenos Aires, en Argentina, es una lección para no hacerlo aquí. El lugar cerró en junio de 2016 para reconvertirse en un ecoparque. El plan era trasladar a la mayoría de los 1500 animales del parque a refugios de conservación. Sin embargo, los medios de ese país denuncian que hasta la fecha muy pocos animales se han trasladado y el nivel de descuido incrementó.

Los animales que quedan son las principales víctimas de estos casos. A pesar de las propuestas de cierre, nadie explica cómo, luego de cerrar el zoológico, se haría con las cerca de 500 especies que habitan el parque y ni qué sería del refugio de cuarentena.

El Convenio de Diversidad Biológica de las Organización de las Naciones Unidas (ONU), firmado por El Salvador, y la Ley de Conservación de Vida Silvestre, a cargo del MARN, regulan que el manejo de fauna debe hacerse en condiciones que garanticen el bienestar de los animales y que estos, fuera de su hábitat, deben vivir en condiciones aceptables para mantener su vida. El caso de Gustavito muestra que la tarea de conservación y preservación en el zoológico es cada vez más complicada. Cerrado o renovado, la organización y el trabajo necesarios para convertirlo en algo funcional es un tema difícil.

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Los oficiales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) terminan de confirmar las actas de los 30 animales y proceden a meter las jaulas a su vehículo. Virna Ortiz, veterinaria del parque, se alivia porque su marcha significa que la cuarentena tendrá más espacios disponibles para recibir y tratar ejemplares. Para junio de 2016 habían recibido 19 ejemplares. En lo que va del 2017 ya han recibido 41.

Virna estima que tienen la capacidad para recibir un aproximado de 45 animales a la vez dependiendo de la especie. Por ello las recogidas del MARN son fundamentales para mantener funcional el trabajo del parque como centro de recepción. Otros lugares autorizados con el mismo propósito son el Geo Resguardo de LaGeo, en Usulután, la Fundación Ambientalista de Santa Ana (FUNDASAN), y la Fundación Zoológica de El Salvador (FUNZEL).

La cuarentena del Parque Zoológico Nacional es importante por estar en San Salvador, departamento donde se encuentra a la mayoría de animales extraídos de sus hábitats. En 2014, de los 647 animales recibidos por el MARN San Salvador registró 237. La Unión tuvo la segunda cantidad más grande, con 116.

Aunque el zoológico es un lugar importante para la recuperación y resguardo de fauna, la condición de su infraestructura también es delicada. “Estamos buscando inversión en la cuarentena para tener recintos más amplios y que los animales puedan tener mayor tiempo de estancia”, confirma Vladlen Henríquez. Añade que la labor de recepción del parque es un esfuerzo que hacen por convicción para cooperar al bienestar de la fauna.

El kennel con las 11 catalnicas está junto con el de los demás animales en el vehículo del MARN. Luego de confirmar que no tengan problemas de salud, el Ministerio decidirá si pueden liberarse en un área natural protegida. Con suerte, no volverán de nuevo a una jaula.

Liberación. Un gato zonto llegó a la cuarentena por una donación después de que los lugareños de una comunidad de Apopa querían matarlo. Presentó buena salid, así que será liberado.
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