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La burbuja digital

¿Cómo escoge Facebook qué poner en mi feed? La respuesta es un algoritmo de esos top secret, que Zuckerberg escribe en dos segundos y con los ojos vendados.

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Comunicadora salvadoreña radicada en Santiago de Chile

Facebook y por tanto su dueño, Mark Zuckerberg, se vieron recientemente involucrados en un escándalo de filtración de datos personales de miles de usuarios de la red social. Este impase llevó al mundo entero a cuestionarse cómo funcionan las redes sociales: qué información nos proveen, qué datos les estamos entregando, quién maneja esa información personal y para qué la utilizan.

Cuando empezaron a surgir, las redes sociales no eran más que un medio entretenido y novedoso para comunicarse y compartir fotografías. Pero, a medida que se han ido masificando se han convertido en un imprescindible transversal a cualquier generación que, incluso, permitió la gestación de una de las grandes revoluciones sociales de los últimos tiempos: la Primavera Árabe.

Es decir, las redes sociales se han ido convirtiendo en una fuente de información fidedigna y válida mundialmente.

Los primeros usuarios de redes sociales, o sea los “millennials”, hemos sido juez y parte en el éxito y masificación de este nuevo medio de comunicación. Hemos ido descubriendo, poco a poco, y en la medida que las usamos para qué sirven, cómo usarlas, qué nos gusta y qué no. De hecho, el desarrollo y las innovaciones de las redes sociales se debe en importante medida a las exigencias de los usuarios. Pero al mismo tiempo, nos declaramos víctimas porque nos conocen demasiado, tienen muchísima información personal y se aprovechan de eso.

Al menos en mi caso, Facebook se ha empeñado en hacer un loop infinito de los posts de un mismo grupo de personas que, curiosamente, resultan tener intereses y gustos bastante afines a los míos; aunque mi relación con ellos en la plataforma sea reducida.

Entonces ¿cómo escoge Facebook qué poner en mi feed? La respuesta es un algoritmo de esos top secret que Zuckerberg escribe en dos segundos y con los ojos vendados –según la película–. Lo que nos lleva a la siguiente reflexión: si el contenido que empezamos a recibir en Google y Facebook ha sido programado por máquinas que solo toman en cuenta solo nuestros me gusta, ¿qué posibilidades hay de expandir nuestras perspectivas y obtener nuevos puntos de vista?

No hay que ver esta dominación de Facebook sobre lo que vemos –y dejamos de ver– tan a la ligera. Debemos tomar cierta conciencia de que estamos viviendo en una especie de burbuja cibernética que solo nos expone a la información que encontraremos afín, con la cual, por tanto, seguramente estaremos de acuerdo. ¿Qué consecuencias puede tener esto, sobre todo cuando la política ha encontrado en las redes sociales un asidero fértil para la reproducción de sus mensajes?

La personalización de contenidos es un arma de doble filo: en temas de marketing y comportamiento del consumidor es un gran aliado para la segmentación y la customización de publicidad; pero cuando se trata de ampliar los puntos de vista, es un espejismo.

En una sociedad como la salvadoreña en que la polarización es un riesgo social inminente, es importante tomar conciencia de cuáles son los contenidos con los que simpatizamos, así como las fuentes de las cuales obtenemos información y cuestionarnos: ¿qué tan objetiva es la información que estoy recibiendo?

La polarización es el caldo de cultivo para la confrontación, la intolerancia y la ignorancia; mientras lo que El Salvador necesita es diálogo, tolerancia y sabiduría para salir de su permanente crisis social.

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