El informe que dice que a Nisman lo asesinaron

A Nisman, fiscal a cargo de investigar el atentado terrorista de 1994 contra un centro judío en Buenos Aires, lo encontraron muerto en su baño el 18 de enero de 2015. “Suicidio”, catalogaron las voces oficiales en aquel momento. Sin embargo, peritos de la Policía de Fronteras ahora dicen que fue alguien más quien obligó al fiscal a apretar el gatillo.

Fotografías de Archivo
Fotografía de Archivo

Uno de los dos agresores agarró del cabello a Alberto Nisman en el baño de su apartamento en Buenos Aires, le puso la pistola en su cráneo y le descerrajó un tiro. Para peritos de la Policía de Fronteras así fue como murió el conocido fiscal argentino, una conclusión que supone un drástico giro respecto de la hipótesis de suicidio a la que habían apuntado otros expertos.

El fiscal federal Eduardo Taiano deberá decidir si avala las conclusiones del peritaje de la Gendarmería en torno a uno de los casos criminales que más ha sacudido a Argentina en la historia reciente y que ha sido utilizado por sectores políticos contrarios para atacarse.
Nisman, a cargo de investigar el atentado terrorista de 1994 contra un centro judío en Buenos Aires, fue hallado muerto el 18 de enero de 2015 en su baño. En el lugar encontraron una pistola calibre 22.

Su muerte ocurrió cuatro días después de denunciar a la entonces presidenta Cristina Fernández de encubrir a los iraníes acusados del ataque que dejó 85 muertos. La hoy senadora considera un disparate la denuncia en su contra.

También niega que su gobierno tuviera que ver con la muerte del fiscal y afirma que la entonces oposición “echó sospechas” infundadas en su contra.
El misterioso caso dividió a los argentinos entre los que pensaban que Nisman fue asesinado vilmente y los que creían que se quitó la vida, quizá acorralado por el temor de no poder sustentar su denuncia contra Fernández. Hoy sigue generando todo tipo de conjeturas.

Nuevos caminos. Este informe de la Gendarmería apunta a que Nisman estaba drogado y que así fue más fácil para los “victimarios” someterlo. El caso dividió a los argentinos entre acusaciones que rayaban en lo político.

En las conclusiones de la Gendarmería, una veintena de expertos afirmó que en la madrugada de aquel 18 de enero, Nisman fue golpeado por dos personas que lo drogaron y pusieron frente a la bañera de su departamento en la capital argentina.

Nisman, según el relato pericial, estaba con “el torso erguido” y con una de sus rodillas apoyada sobre el suelo, mientras uno de los “victimarios” lo sujetaba por debajo de las axilas “a modo de abrazo”. En esa posición, el otro agresor se ubicó detrás y le apoyó el arma en el lado derecho de la cabeza para después apretar el gatillo. Eran aproximadamente las 2:46 horas de ese domingo.
Los gendarmes dicen haber descubierto elementos nuevos que sorprendentemente no habían sido percibidos por otros peritos a lo largo de la investigación. Por ejemplo, el más reciente análisis dice que tenía el tabique nasal roto, un golpe en la zona de la cadera y residuos en el cuerpo de ketamina, una droga con fuerte poder anestésico. Nada de eso fue detectado en la autopsia, ni en los peritajes hechos en 2015 por la Policía Federal y el prestigioso Cuerpo Médico Forense.

El más reciente estudio de la gendarmería ha hecho cuestionarse a varios sobre si es más confiable que los anteriores. Eso tendrá que determinarlo el fiscal Taiano.

El fiscal dijo que la muerte de su colega es el caso de criminalística “más complicado” de su carrera. La investigación está considerada hasta ahora como el de una “muerte dudosa” y llegó en 2016 a manos de Taiano tras haber quedado empantanada por meses en un fuero distinto al federal.

Los gendarmes dicen haber descubierto elementos nuevos que sorprendentemente no habían sido percibidos por otros peritos a lo largo de la investigación. Por ejemplo, el más reciente análisis dice que tenía el tabique nasal roto, un golpe en la zona de la cadera y residuos en el cuerpo de ketamina, una droga con fuerte poder anestésico. Nada de eso fue detectado en la autopsia, ni en los peritajes hechos en 2015 por la Policía Federal y el prestigioso Cuerpo Médico Forense.

Dispuesto a empezar de cero, Taiano ordenó la conformación de una “junta multidisciplinar” de Gendarmería para que diera su opinión. Para el investigador, es una fuerza que no ha sido “cuestionada”, al contrario que la policía federal, varios de cuyos miembros son investigados en el marco de la causa.

Taiano tiene que comparar este último informe con los que lo contradicen. Y deberá inclinarse sobre una de estas hipótesis: asesinato, suicidio voluntario o suicidio inducido. Su conclusión será elevada al juez de la causa, quien fijará la línea de investigación a seguir.

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Los gendarmes agitaron de nuevo las aguas del caso. Concluyeron que la ketamina abolió la voluntad de Nisman, pero permitió la conservación de su “tono muscular” para posicionarlo dentro del baño. Nisman no se disparó porque en sus manos no había los componentes que detectan la pólvora y los victimarios colocaron el cadáver de tal manera que simularon un suicidio, agregaron.
Conclusiones tan distintas sobre la muerte de Nisman abren el interrogante de si peritos de uno y otro lado actuaron con negligencia, inoperancia o mala fe.

“En lo de la fractura del tabique nasal tienes una contradicción grave… tienes que ver quién dice la verdad y quién no”, dijo Olga Fernández, experta en criminalística.
Para Fernández, no es tan raro que en Argentina informes periciales sobre un mismo hecho sean disímiles. “Desgraciadamente con estos casos es que te presionan para que los resultados se obtengan más rápido, lo cual puede dificultar que los resultados sean exhaustivos… también hay presiones para que los resultados salgan en un sentido u otro”, dijo.
La familia de Nisman también considera que se trató de un homicidio. Sin embargo, a partir de información de peritos que contrataron, una sola persona lo habría asesinado, sujetando con su mano derecha la del fiscal para apretar el gatillo.

El disparo que mató a Nisman salió de una pistola calibre 22 que le había prestado el técnico informático Diego Lagomarsino, su asistente y hasta ahora el único imputado en la causa.

El técnico alegó que el fiscal le había pedido el arma el día antes de su muerte porque temía por la seguridad de sus hijas. La familia de Nisman, sin embargo, lo considera el principal sospechoso.
Los peritos aportados por Lagomarsino afirmaron que Nisman se infringió el disparo parado frente al espejo, según el informe.

Señalaron que la lesión sobre la cadera izquierda y la que se encuentra por encima del tobillo izquierdo de Nisman son de horas antes a su muerte. Y afirmaron que el tipo de salpicadura de sangre en ambas manos obedece a que el fiscal se había infringido el tiro empuñando el arma con ambas manos.

Respecto de la herida que tenía en el labio inferior señalaron que se habría producido durante el traslado del cadáver.

Por otro lado, situaron la muerte a una hora muy distinta: entre las 8 y 12 horas del 18 de enero.

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Expertos del prestigioso Cuerpo Médico Forense, dependiente de la Corte Suprema, concluyeron en 2015 que no había elementos para sostener que la muerte de Nisman fuera un asesinato.
Mientras, en el peritaje de la Policía Federal se determinó que el fiscal se disparó con el arma frente al espejo del baño.

Taiano dice que una dificultad de la investigación es que la escena de la muerte no se preservó correctamente. Por ejemplo, unas 60 personas habrían caminado sin ningún cuidado por el apartamento de Nisman durante varias horas luego de que su cadáver fue hallado por su madre y sus custodios. Además, datos de su teléfono celular y sus computadoras fueron eliminados.
Las cámaras de seguridad del edificio donde residía Nisman no funcionaban desde días antes de su muerte y policías federales que custodiaban al fiscal son investigados.
“El desafío es muy complejo”, reconoció Taiano.

“Si el caso hubiera estado (investigado) de entrada de otra manera, hubiera sido otra cosa”, se lamentó el fiscal, consciente de que la causa siempre provocará opiniones encontradas sin importar las conclusiones a las que se lleguen.

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