Escribiviendo

Héroes literarios y prejuicios indignos

Es posible que Masferrer estuviera influenciado por una filosofía de origen quechua, ancestral, desde nuestros orígenes americanos.

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“No conozco al joven Darío. He oído decir que es poeta, y como para mí poeta es sinónimo de vago, declaro que lo es”, dijo el gobernador de Managua; y como un político escasamente cultivado lo condenó a empedrar y barrer calles. Cuando con recomendaciones del general Juan J. Cañas, autor de la letra del himno nacional, llega a Chile, relata el mismo Darío en su autobiografía, “vi un gran desencanto, cuando me fueron a recibir, ¿es acaso usted Rubén Darío?”, le dijo al joven de 19 años, “al ver mi cuerpo flaco y melena grande, mis problemáticos zapatos y mis pantalones estrechos”. Otro día lo enviaron donde el sastre y al zapatero. Por lo menos.

¿Y cómo le fue en España? Dos grandes escritores, pese a sus triunfos literarios en Suramérica con su libro “Azul”, lo vieron con desdén eurocentrista. Leopoldo Alas, conocido como “Clarín”, expresó: “No tiene en su cabeza más que una indigestión cerebral… desvaríos de los poetas franceses… que quieren hacerse inmortales persignándose con los pies”. El poeta Luis Cernuda se refirió a Darío como el que “cambia su oro por cuentas de vidrio, como sus antepasados”. Tampoco el gran Miguel de Unamuno ocultó su rechazo y se refirió a “plumas en su cabeza” para eludir a la sangre chorotega del poeta. Aquí se demuestra como una conducta vulgar, (empleo el concepto en el sentido originario, lo que no va más allá del conocimiento cotidiano, no solamente lo popular), pudo anteponer la calidad poética a la sangre india de Darío.

Con mi amigo novelista y ensayista nicaragüense, además economista, Francisco Bautista Lara, hemos conversado y escrito columnas periodísticas sobre el tema: héroes de la palabra y la vida. Héroes en el sentido de maestros de la sabiduría creativa relacionados con crudas realidades. Un caso muy interesante al respecto es el de Cervantes, que arriesgó su vida como soldado del rey de España, fue por cinco años prisionero de los enemigos extranjeros, y tantas veces intentó escapar para librarse de la esclavitud a la que le destinarían sus captores. Esa vida heroica de Cervantes la revierte en espiritualidad de la palabra, y desde su pobreza nos da la biblia de nuestro idioma universal. El héroe con su conducta social, de militar se convirtió en “Príncipe de los ingenios”.

Dentro de ese marco concentramos nuestra conversación literaria con Bautista Lara para referirnos a héroes centroamericanos de la belleza y la vida. Y derivamos en Rubén Darío, sobre quien mi amigo ha escrito tres voluminosos libros de ensayos. Y me explicaba por qué a Darío se le nomina héroe en Nicaragua. En ese marco, un día me preguntó si entre nosotros teníamos un héroe dentro de categoría universal. Sorprendido por su pregunta solo se me ocurrió uno: Alberto Masferrer; aunque tuve en mente, sin mencionarlos, a Francisco Gavidia y Salarrué.

Ahora más con más espacio reflexivo –soy lento para responder– menciono en segundo lugar a Roque Dalton, por su calidad literaria; aunque aún no lo hemos apropiado profundamente, pese a los libros escritos sobre él (obras exhaustivas de Roberto Paz Manzano, Luis Melgar Brizuela, Luis Alvarenga, James Iffland, tratando con sus dotes doctorales y académicas la personalidad literaria de Dalton).

Pero veamos el porqué me centré en Alberto Masferrer, en esa conversación con el escritor nicaragüense Bautista Lara; porque ambos pensamos en su permanencia en el tiempo, sus ideas del “Mínimum vital” compartidas desde diferentes posiciones ideológicas. Es posible que Masferrer estuviera influenciado por una filosofía de origen quechua, ancestral, desde nuestros orígenes americanos. Que en ese idioma (sumak kawsay) se puede traducir como ‘vida en plenitud’, y en idioma aimara (de los incas, Perú, Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador) viene de suma qamaña: ‘vivir bien, vida digna’. Estos conceptos también usaron los mayas y los chilenos mapuches: ‘buen modo de ser y de vivir’. Y que Bautista Lara los encuentra en su Nicaragua actual: ‘vivir limpio, vivir sano, vivir bonito, vivir bien’, http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/432330-buen-vivir/.

En ese marco es que conversamos sobre Masferrer y su “Mínimum vital”, que en sus viajes pudo haber conocido esa filosofía originaria, es decir, “lo mínimo para vivir bien”. Y de ahí proviene el concepto mínimo para referirse al salario desde los antiguos imperios egipcio y romano, cuando se pagaba con sal a los soldados y esclavos. Pero caemos en lo mismo, la sal mínima para vivir bien en aquellas épocas que tienen un poco más de 2,000 años. Masferrer resume en su conocida obra, escrita en 1928, ideas que también retoma la revolución obrera europea del siglo XIX, y llega a El Salvador con la Constitución de 1950.

“El Mínimum vital” consistente en “derechos del niño, trabajo, alimentación sana, casa, vestido, agua, salud, justicia, educación y recreación, zapatos”. Siguiendo al escritor, economista y amigo, en la actualidad se podría agregar a la doctrina masferreriana: “Seguridad, transparente y medio ambiente”. Claro, todo esto ocasionó que se le calificara de idealista y soñador, los más benignos; los menos, lo obligaron a asilarse en Guatemala donde murió solitario (1932), lo acompañó en sus horas terminales una escritora y librera que dio a conocer en El Salvador, años cincuenta y sesenta del siglo pasado, los libros de literatura universal más avanzados de la época (Nazim Hikmet, Kafka, Vallejo, Maiakovski, Amado, Neruda, Beckett, etc.) me refiero a Ana Rosa Ochoa, su secretaria privada.

Otros grandes escritores reconocieron así a Masferrer. Claudia Lars: “Maestro de multitudes”; Miguel Ángel Espino lo llamó “apóstol de la armonía social”; Salarrué lo calificó como “gran espíritu de enorme atracción”. Y la doctora en Ciencias Políticas y Sociología Marta Elena Arzú, catedrática de universidades europeas, guatemalteca, que creía que Masferrer era catalán, escribió el libro más fundamental sobre nuestro compatriota. Dice de Masferrer: “Pensador universal que hizo un diagnóstico certero sobre El Salvador… (ahora) es en su país una escuela, una universidad y un redondel”.

Un ejemplo de heroica grandeza en contra del prejuicio indigno

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